2-Entrevista

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-Hace tres meses-

Supongo que lo sabía en el momento en que la hoja de examen estaba ante mis ojos, pero aún así albergaba una leve esperanza. Pero mis temores fueron confirmados cuando esa misma tarde la lista salió, y mi nombre no estaba en ella. Había perdido casi dos años en esto, y tanto estudio y sacrificio fueron en vano, no lo conseguí, no logré obtener un puesto en la universidad.

Mi primera reacción fue llorar, pero no pude hacerlo, me quedé mirando la lista con ojos desorbitados, analizándola por si yo había mirado mal y en verdad mi nombre estaba ahí, pero no, no estaba. Fue ahí cuando caí en la cuenta, y lloré a moco tendido, rabia y decepción me invadían, eran sentimientos tan conocidos para mí, pero esta vez se sentían peor. ¿Qué le diría a mis padres ahora?

"Lo siento mamá y papá, pero tanto dinero fue mal gastado, pagaron en vano un año y medio de clases y exámenes porque no lo logré, no ingresé", dijo una voz en mi mente, gritando casi con furia.

Estaba enojada, conmigo misma, no pude hacerlo... Dios, ¿y ahora qué?

Me fui a mi habitación, me tape la boca con las manos para que no oyeran mis sollozos descontrolados, y para luego parecer un poco más calmada a la hora de decirles la noticia.

Cuando me pareció que estaba menos alterada, salí y me dirigí a la sala, donde estaban tranquilamente viendo la televisión. Me sentí culpable, estaba a punto de destruir su paz.

Me paré al lado del televisor, sin saber qué decir, pero ellos rápidamente bajaron el volumen del programa que estaban viendo y toda su atención se concentró en mí. Sus caras, iluminadas con esperanza, me dieron una punzada en el pecho. Ellos tenían fe en mí, y ahora iba acabarlas sin anestesia.

Simplemente negué con la cabeza, y automáticamente sus caras cambiaron, bajaron sus rostros con evidente decepción y volví a llorar. Luego llegaron las preguntas, los retos, que eran casi gritos.

Sólo podía decir que lo sentía, en verdad lo hacía, ¿Pero qué otra cosa podía decir? No tenía nada más, era la verdad, me lamentaba profundamente.

Pero creo que lo que más me dolió fue que no se vieron tan sorprendidos, pareciera que lo esperaban, esperaban que fracasara, como si ya lo tenían presente, y no los culpaba, siempre he sido su decepción a pesar de todos mis esfuerzos, siempre obtuve buenas calificaciones, era ejemplo de alumna para los profesores, pero jamás me otorgaron un premio o reconocimiento por ellos, lo que seguro les disgustaba aún cuando había terminado el colegio hace ya dos años. Yo no salía a fiestas o tenía muchos amigos como la mayoría de mi edad, eventualmente lo hacía pero con evidente toque de queda y una semana de anticipación para pedir permiso, y recordárselo para que no lo olvidaran y no me permitieran ir. Mis días siempre estuvieron confinados a estar dentro de casa, a ser útil con la limpieza y mantenimiento de la casa junto con mi hermana menor cuando ellos no estaban, y luego estudiar y estudiar. Y nunca fui suficiente.

Creo que jamás lo seré.

Cuando toda su perorata finalmente acabó, me atacaron con preguntas sobre qué demonios iba a hacer ahora. Y no lo sabía. Demonios, en verdad que no. El plan era esta universidad, pero no se dio, ¿Qué iba a hacer ahora?

Cuando no respondí pareció que eso faltaba para que mi madre perdiera los estribos y me gritara aún más, me sacó en cara cada error que cometí desde que nací y luego por supuesto, que no soy inteligente como para entrar a su dichosa universidad, que malgasté su dinero y que ellos no podían pagar una universidad privada y que esta era mi oportunidad, y yo lo había tirado por la borda.

Broken Sin / 18+Donde viven las historias. Descúbrelo ahora