28- Infierno

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Esto no podía estar pasando. Tengo que estar dentro de una mala novela cliché.

Oí varias sirenas y que estos bastardos soltaban cada palabrota que se les ocurría y le decían al chofer que se apurara.

Vamos Mara, concéntrate.

Tenía las manos atadas con algo que no podía saber aún que era, puede que sea un cintillo por lo fino y fuerte que era, me habían puesto una bolsa de arpillera en la cabeza y una mordaza en la boca; podía sentir a dos hombres a cada lado, y oía los disparos que disparaban sin razón, sólo querían perder a las patrullas que nos seguían. 

La camioneta daba sacudidas, en parte porque quien sea que era el chofer, manejaba tan rápido que no se detenía en las luces rojas y zigzagueaba para esquivar a los autos, las bocinas y los gritos no tardaron pero el auto seguía a toda prisa, hasta que sentí que el terreno era más blando y resbaladizo, sin duda entrabamos en algún lugar con mucho lodo.

Seguimos un rato más, no me atrevía a decir o hacer algo, aún no sabía a quien me estaba enfrentando, y por qué demonios me secuestraron y dispararon contra la estación; una opción era que Garret había encerrado a uno de ellos, y otra, y ojalá que me equivoque, tenía que ver con el caso de Mako, y si es el caso, me hubiera gustado hablarle a mi familia una última vez.

Entonces nos detuvimos, y mi corazón dio un vuelco, pero mantuve la calma, lo mejor seria no demostrarles ninguna emoción, eso les encantaría. Sentí el peso del auto aligerarse cuando los que estaban a mi lado bajaron y alguien me estiraba del brazo.

-Vamos, sáquenla- oí de alguien más y entonces me tomaron sobre el hombro.

La claridad bajó notablemente y un olor a aceite de autos me llenó la nariz- ¿Los perdiste?- dijo una voz áspera y con acento irlandés.

-Claro jefe, no se preocupe- respondió otra.

-Bien hecho, ahora, Jimmy, ponla frente a mi, tengo asuntos con esta señorita- largó una risa estúpida y el hombre que me tenía en su hombro me bajó sobre una silla.

Y todo se hizo claro en un segundo, me habían quitado la bolsa y la mordaza de la boca, y cuando mis ojos se adaptaron a la luz, me di cuenta que estaba en un taller de autos, o solía serlo, todo estaba demasiado abandonado como para seguir funcionando.

-¿Cómo? ¿Ninguna lágrima, no hay gritos?- dijo esa molesta voz frente a mi y solo ahí lo vi mejor; no sabía si estaba esperando algo, pero en definitiva no era esto: el hombre frente a mi  separado por una mugrosa mesa estaba perfectamente afeitado, vistiendo un traje caro con un pañuelo violeta en la solapa, tenía el pelo perfectamente recortado y llevado hacia atrás con gel que brillaba cuando un rayo de sol que venía de un agujero en el techo le daba de lleno, y la expresión de ser un completo idiota con esa cara de presumido que quería borrarle a golpes- Estoy impresionado, todos los que se sientan ahí empiezan a rogar por su vida- continuó diciendo antes de buscar algo en sus bolsillos.

No respondí, me limité a mirarlo como si así pudiera asesinarlo.

-¿No vas a hablar? Esta bien, lo haré yo- dijo antes de encender un habano y escupirme en la cara el humo- Es un gusto conocernos finalmente, señorita Alves, creo que la conozco desde hace años por toda la investigación que usted supuso, verá, la conozco desde que su querido abogado, el maldito tiburón en traje, el genio Adam Henderson, empezó a investigarnos para reabrir el maldito caso de su estúpido amigo que no pudo acatar una simple orden- su voz era una mezcla de resentimiento e ironía; no dije nada, permanecí con la cara neutra y creo que eso lo impulsó a seguir provocándome- ¿Cómo está su familia, eh? ¿Su madre Marie, su padre Arturo, y su hermana menor Dana? Oh, ahí está- dijo apuntando a mi cara con una sonrisa triunfal en los labios- Al fin una reacción-

Broken Sin / 18+Donde viven las historias. Descúbrelo ahora