アヒルに餌をやる - alimentando a los patos

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¿Cuáles eran mis opciones? Cirugía. Rehabilitación y terapia. Medicación. ¿Cuánto tiempo ha pasado desde que me dijeron que mi cerebro era una papilla inconcebible? 

¿Siete días?

Siete días sin avanzar en mi investigación, siete días sin siquiera abrir el libro que me dieron. ¿Qué sentido tenía si no podía leer durante más de treinta minutos? 

¿Tal vez fueron nueve días?

¿Diez?

Los días parecen desvanecerse juntos ahora. No estoy segura si eso se debe al daño en mi cerebro o a mi falta de motivación para hacer cualquier cosa excepto acostarme en la cama y mirar al techo, preguntándome cómo podría haber sido mi vida si no hubiera corrido hacia ese edificio en ruinas ese fatídico día. ¿Por qué mi vida siempre parece ser la más difícil? ¿La más dolorosa? Probé la felicidad. Y antes de que pudiera siquiera familiarizarme con el sentimiento en mi lengua, me la quitaron y la reemplazaron con más y más dificultades. Algo a lo que estaba acostumbrada a este punto. Pero ya no parecía justo.

Quizás fueron dieciséis días.

"¿Por qué estamos aquí?" Pregunté en voz baja mentiras veía a Shota arrojar trozos de pan duro en un estanque lleno de patos.

"Los patos también tienen que comer." Murmuró, entregándome una rebanada. La miré, siquiera tenía la fuerza para envolver mis dedos alrededor de la comida esponjosa. Dejé escapar un suspiro, quitando mechones de cabello (c/p) de mi rostro. Frunció el ceño, retractando su oferta con tristeza acechando en sus ojos. "Podrías aprovechar el aire fresco." Miré al hombre a mi lado, cruzando los brazos con el ceño fruncido mientras veía a los patos pelear por un trozo bastante grande que flotaba entre ellos. "Ha pasado una semana, (y/n)." Ah, entonces fueron siete días.

"No me importa." Escupí, encontrándome sintiéndome bastante irritable. Shota arqueó una ceja ante mi tono, arrancando otro trozo de pan.

"No has hablado de eso."

"¡Es porque no hay nada de qué hablar, Shota!" Grité, estaba enojada. Estaba furiosa. Enojada con el mundo, con quien pensó que era divertido joder mi vida de forma tan imprudente. "¡Esta es mi vida ahora! ¡Siempre estaré así de jodidamente rota!" Las lágrimas se formaron en mis ojos mientras parpadeaba, pasando la manga de mi suéter contra mi mejilla ya roja. Es sólo cuestión de tiempo antes de que Shota me deje, no lo culpo. ¿Quién quiere a una lisiada por novia? ¿Alguien que está roto y no se puede reparar?

"Todos los límites son autoimpuestos." Shota habló, mirándome por encima del hombro. "Alguien sabio me dijo eso una vez."

"Bueno, obviamente esa persona no estaba en una maldita silla de ruedas." Bufé. Shota se rió entre dientes, colocando una mano sobre mi cabeza y revolviendo mi cabello un poco. Arrugué la nariz, mirándolo a través de hilos de cabello revueltos. Su pelo recogido en un moño suelto, las mangas de su suéter gris enrolladas hasta los codos y una sonrisa en sus labios. 

"¿No fuiste tú quien dijo que volverías a caminar?" Preguntó, arrojando más pan al agua. Mi boca se presionó en una línea, mientras inhalaba profundamente. Si, pero estoy cansada, Shota. Estoy cansada de levantarme después de ser derribada tantas veces. Estoy cansada de mis manos temblando tan fuerte que ni siquiera puedo reescribir las cosas más básicas. Estoy cansada de que las palabras en el papel se vuelvan borrosas, me duele la cabeza después de mirarlas durante veintidós minutos. Estoy cansada de encontrar la luz en todas estas situaciones desesperadamente oscuras. 

Erase Her ゾごホ (Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora