教えて、パパ - enséñame, papi

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Tatareé suavemente contra el sonido del aceite saltando y burbujeando en mi sartén. Cocinar no siempre ha sido mi fuerte. Pero cuando vives solo durante tanto tiempo como yo, es algo que recoges en el camino. Por sobrevivencia. Nunca hice nada extremadamente sabroso o algo que requiera variedad de especias extrañas, normalmente me quedo con cereales, ramen instantáneo, los sándwiches más tristes, y si era una ocasión especial: huevos y tocino. Y sin embargo aquí estoy, empujando mi cuchara de madera en una mezcla desconocida de carne y arroz.

"Lo estás cocinando demasiado." Murmuró en mi hombro, su boca se presionó en mi piel mientras sus brazos se envolvían perezosamente alrededor de mi cintura. Incliné la cabeza hacia atrás para que nuestras mejillas se presionaran una contra otra.

"No lo estoy haciendo." Un puchero se formó en mis labios, haciéndolo darme un insatisfecho 'hmph' a la par que empujaba su nariz en mi cabello, inhalando mi aroma con un profundo suspiro.

"Hueles a arándonos." Murmuró y solté un grito cuando una ligera corriente de humo subía por mi nariz. Raspando la cuchara contra el fondo de mi sartén, solté una risa nerviosa sobre mi almuerzo ahora quemado. "Te lo dije, lo estabas cocinando demasiado." Gruñí de molestia, alejando la sartén de la estufa caliente mientras me movía para sacar un plato de mis gabinetes de arriba. Me giré para enfrentar al hombre larguirucho que me impidió hacerlo usándome como almohada personal. Se enderezó, sus manos aún en mi cintura, y sus ojos aún cansados. No estaba con su traje de héroe hoy y era Domingo, por lo que debe tener el día libre. Vestía una camiseta gris (siendo ésta la primera vez que no estaba usando negro), y un pantalón deportivo. Su cabello estaba despeinado y desordenado, por lo general, cubriendo la mayor parte de su rostro mientras parpadeaba frente a mí, una pequeña sonrisa apareció en sus labios cuando se dio cuenta que definitivamente estaba boquiabierta. "¿Necesitas un plato?" Preguntó, alcanzando por encima mío y abriendo una cabina. Su torso se estiró frente  a mis ojos y su camiseta se levantó para que apenas pudiera ver su piel por encima de la cintura de su pantalón. ¿Por qué era eso tan sexy? Sentí mis dedos avanzar lentamente hacia su pecho, queriendo extender mis palmas hacia adentro y tirar de él en un fuerte abrazo. Pero dudé. ¿Por qué? Lo escuché hacer ruido en la alacena y miré hacia arriba, sonriendo mientras lo veía luchar para sacar un plato de abajo de todos mis tupperware. "¿Quién apila un millón de contenedores sobre China fina?" Bufó mientras quitaba con éxito un plato. Uno. ¿Se va? Fruncí el ceño, alejándome de él y volviendo a mi estufa.

"Oh, deja de ser como un hombre viejo." Bromeé con una pequeña sonrisa. Tarareó ante mi comentario, sus brazos me empujaron hacia su cuerpo al volver a la posición en la que estaba. Sus labios se enterraron en el hueco de mi cuello mientras besaba suavemente mi piel. "Hueles a..." Susurró, sus manos subieron por la parte delantera de mi camiseta mientras sus dedos se apretaban contra el vientre de mi estomago.

"¿Arándanos?" Terminé por él y negó con la cabeza.

"Hogar." Me corrigió suavemente, mi corazón palpitaba ante sus palabras. Hogar. Dijo que olía a hogar. ¿No sabe que él olía como mi lugar seguro desde la segunda noche que dormimos juntos? Cuando me ofreció café por cortesía y me pidió mi numero de la manera más adecuada. Sus besos ligeros se volvieron más duros, luego, de repente estaba succionando, mordiendo, su agarre en mi piel se tensó mientras arqueaba la espalda ante la placentera sensación que enviaba a través de mi cuerpo. Es cierto que había estado en mi casa durante las últimas dos horas. Lo que comenzó con una follada rápida se convirtió en películas, sexo, cocina, y más sexo. No creo que haya estado separado más de cinco minutos. Y parecía que ambos nos amábamos cada segundo el uno del otro. La forma en la que me escuchaba despotricar sobre las cosas más tontas, dando casualmente su opinión aquí y allí.  O cómo sus cejas se fruncían con enojo cuando le sugería pizza con piña para el almuerzo, y luego decidió que era hora de que yo aprendiera a cocinar algo que no se quemara. Aunque prácticamente ya había fallado en esa parte. Rodé mis caderas contra su entrepierna, una sonrisa burlona se plantó en mi labios mientras él gemía de molestia.

"¿Qué vas a hacer ahora que esa tonta bufanda tuya no está aquí para atarme?" Bromeé, empujándome contra su creciente bulto con más fuerza mientras él aspiraba una bocanada de aire. Me dio la vuelta, presionando mi espalda contra la encimera de la cocina a la par que una mano se envolvía suavemente alrededor de mi garganta, la otra acariciaba delicadamente el botón de mi short.

"Primero que nada, no es una bufanda." Murmuró, su mano finalmente apretando mi parte inferior. "Segundo, hay muchas otras formas en que puedo castigarte, (t/n)." Presioné mis rodillas juntas y mordí mi labio ante sus palabras. Shouta no era de los que hablaban mucho durante el sexo, y eso estaba bien porque yo tampoco lo hacía. El sexo entre nosotros solía ser demasiado intenso para que yo pudiera siquiera pensar con claridad, y mucho menos comprender una oración sucia o bien estructurada. Así que escucharlo decir esas cosas explicitas me hizo desear que más escapara por esos finos labios. Oh, por favoooor, hazlo. Mientras apretaba los dientes, humo comenzó a salir de mi boca haciendo que mis cejas se fruncieran la verlo. ¿Por qué mi quirk cobraría vida ahora? En momentos como éste. Sentí mi cara calentarse cuando Shouta inclinó la cabeza, mirándome con interés junto a una pequeña sonrisa jugando en sus labios. "¿Te he puesto tan nerviosa que tu quirk se activó, (t/n)?" Él sabía que estaba en completo control ahora y lo estaba disfrutando un poco mucho. Forzó mi babilla hacia arriba, presionando su dedo incide contra mi mandíbula para que mis labios se separaran y una hermosa nube de humo bailara en el aire. "Alguien no está prestando atención a mi enseñanza." Murmuró, aparentemente reflexionando sobre qué hacer a continuación. Usar su particularidad y sacarme de mi miseria o disfrutar de mi estado vulnerable como el maldito sádico que era. "Esto merece más castigo del que pretendía inicialmente, (t/n)." Chasqueó. El humo comenzaba a sofocarme. Empecé a dejar que la tos se me resbalara, mi cuerpo se retorcía por falta de aire, mi cerebro comenzaba a entrar en pánico pero también se excitaba demasiado. Fue un momento confuso, ¿de acuerdo? Dos de sus dedos se hundieron dentro de mí, haciéndome soltar un chillido audible cuando brotaron chispas de mi garganta. "¿Quieres que lo detenga?" Preguntó y no estaba seguro de si estaba siendo genuino o se estaba burlando de mí. De cualquier manera, ni siquiera pude encontrar el aliento para responder. Entre sus dedos entrando y saliendo y mi propio quirk cortando mis vías respiratorias, yo era un desastre empapado. Su cabello se levantó, sus ojos brillaron de un color rojo por un momento mientras borraba mi peculiaridad, el humo se detuvo cuando jadeé ruidosamente para que el aire entrara en mis pulmones privados. El agarre de Shouta se apretó en mi garganta mientras presionaba más profundo haciéndome gemir de placer.

"Ahora, ¿comenzamos la lección de hoy?"

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Mis ojos se abrieron de golpe. La radiante luz del sol hacía que mi cabeza palpitara cada vez más mientras me despertaba en una cama muy familiar, que pertenecía a un hombre larguirucho muy familiar. Fruncí el ceño recordando mi noche de borrachera y cómo Shouta me llevó a su casa. El Dios de éste mundo debe odiarme.

Porque desperté sola.

Erase Her ゾごホ (Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora