きらめく - sparky

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El mundo es un lugar terriblemente oscuro.

"(T/n)." Su voz me sacó de mis pensamientos, mis manos envolvieron la correa de mi bolso que cruzaba sobre mi pecho. Parpadeé, mirando al hombre que había acordado encontrar. Dabi enarcó una ceja, con un pañuelo negro subido hasta la nariz y una capucha sobre la cabeza, tratando de ocultar quién era, por una buena razón. Sus ojos azules brillaron con curiosidad mientras miraba por encima de mi hombro para ver en qué estaba distraída.

Caminábamos juntos hacia mi antigua casa en lugar de encontrarnos allí, por mi culpa, ya que terminé mintiéndole a Shota sobre el lugar al que iba en realidad. Le dije que después de la escuela iba a ir  a casa de Neji e insistió en llevarme en lugar de que tomara el autobús. Y, por supuesto, mi antiguo lugar estaba al otro lado de la ciudad de donde vivía Nejire. Esto terminó en mí llamando a Dabi (una vez Shota estuviera fuera de mi vista), rogándole que me recogiera él mismo.

Desafortunadamente, Dabi no tenía ningún medio de transporte.

Y en lugar de hacerme caminar cinco o seis millas sola, accedió a reunirse conmigo a mitad de camino, incluso después de que insistí en que lo haría por mi cuenta.

"Oh, esos chicos." Murmuró Dabi, poniéndose a mi lado, mirando la televisión transmitiendo las noticas desde la ventana de una tienda.

"El infame grupo terrorista emergente, que se hacen llamar 'El orden de la Evolución', ha creado otro desastre devastador."

La cámara parpadeó hacia una casa, reducida a cenizas con una niña pequeña aferrada a un oficial de policía, llorando, gritando con todo su corazón mientras luchaba por soportar cual fuera la tragedia en la que acababa de ser sometida. Porque eso es lo que esta gente hace. Pintan la vida de otras personas con los clores más profundos de dolor y la desesperación hasta que todo lo que respiran, ven y sienten es el maldito dolor.

Estas personas sólo existen para recordarles a los demás lo repugnantemente malvados que pueden ser otros humanos. 

Fruncí le ceño, obligándome a mirar a Dabi con el corazón oprimido.

"El jefe no se preocupa mucho por ellos," Murmuró, despegando calle abajo con las manos metidas en los bolsillos, "reciben mucha publicidad por difundir el evangelio y disfrutar de la tortura a... bueno..."

"Personas sin quirk." Murmuré, saltando ligeramente para alcanzarlo y seguir su paso.

"Y mestizos." Dabi me corrigió. Lancé una mirada a su dirección, golpeando suavemente su hombro.

"No los llames así." Siseé, él arqueó una ceja, sus ojos se entrecerraron levemente como pude ver, incluso debajo de esa máscara, me estaba mostrando esa sonrisa traviesa que siempre usaba antes de instigar algo.

"¿A ellos? ¿O a ti?" Bromeó, haciendo que mi puchero se transformara en un ceño fruncido. Dabi se rió ente dientes, levantando las manos, "Oye, no tengo nada contra los mestizos. Todos sangramos igual." Resoplé, mi nariz se arrugó ante el sonido de la palabra.

Mestizos. Un término cruel que se aplica a los nacidos de un padre sin quirk y un padre con quirk. El Orden de la Evolución creía que este tipo de personas eran los mismos engendros de Satanás y que deberían tener sus entrañas descubiertas. Me disgusta el prejuicio que puede tener la gente por algo tan flácido, tan irrelevante. Olvidarse de la base de alguien, quiénes son, y sólo preocuparse por el poder que poseen. 

Erase Her ゾごホ (Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora