Capitulo XXIII

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Christian

Despierto por un fuerte ruido proveniente de la cocina de Nicole. Abro mis ojos y veo frente a mi a la mujer que me vuelve loco, en todos los sentidos. Sonrío. Está con su boca semi/abierta y algunos cabellos en su rostro, luce realmente hermosa pero es que ¿a quién le miento? Así estuviese sin dientes o con algún defecto, la seguiría viendo sensual y apetecible.

Quito sus cabellos y los coloco detrás de su oreja. Paso un dedo por su mejilla y bajo por su cuello dejando besos mojados por sus clavículas, acaricio sus muslos con movimientos circulares haciendo que ella suspire con pesadez. La miro y aún no se ha despertado, que mujer tan dormilona.

Acaricio sus senos sobre la tela lentamente sintiendo cómo sus pezones se van endureciendo poco a poco. Levanto su camisa hasta revelar sus pechos y los presiono levemente, suelta un gemido suave. Introduzco uno de sus pezones en mi boca y juego con él mientras acaricio su vientre.

Siento unas manos entre mi cabello y subo mi vista.

-Buenos días princesa. –sonrío y le doy un casto beso en sus labios.

-Ya veo que son buenos días. –sonríe burlona- ¿Quién te ha dado derecho de jugar con mi cuerpo?

-No tengo que pedir permiso, bebé. Esto es mío. –presiono mi frente con la suya- Además no te vi pasándola mal, sino todo lo contrario.

-¿Que sabes si estaba disfrutando de un grandioso sueño y por eso te confundiste? –acaricia mi mejilla.

-De todos modos apuesto que estuve en él. –ríe y me besa. Remuevo su camisa y me giro para que quede sobre mí. Comienza a besar mi pecho y a jugar con el elástico de mi pantalón de dormir. Presiono su trasero y la escucho gemir.

Baja mi pantalón junto con el bóxer y toma mi pene entre sus manos acariciándolo de arriba hacia abajo. Me mira perversamente mientras siento que mi corazón va a salir de mi pecho por tanta excitación. Lo introduce en su boca lentamente y cierro los ojos con fuerza. Tomo su cabeza entre mis manos y la hago saborearlo todo. Comienza a sacarlo y meterlo en su boca mordiendo suave en cada salida, gimo fuerte.

-¡Sshhh! –dice sonriendo y poniendo un dedo en su boca en señal de que me calle- Samanta debe estar afuera.

Sube hasta mi pecho y la giro nuevamente sobre mí, retiro su pantalón y sus bragas en un solo movimiento. Muerdo sus muslos suavemente y acaricio su clítoris, lamo su entrada y arquea su espalda mordiendo su labio para no gemir.

Subo a su boca y la beso apasionadamente posicionándome entre sus piernas y jugando con mi pene en su entrada excitándola a más.

-D…deja de jugar ya. –suplica.

-¿Qué es lo que quieres? –muerdo su oreja.

-Tú sabes qué quiero. –gime.

-No sé qué quie… ¡Ouch! –gimo porque ha tomado fuerte mi pene en sus manos.

-¿Aun no sabes… qué quiero? –ríe bajo.

-Así no se vale… tenías que decir “hazme tuya” –digo agitado y sonrío.

-Ya ves que lo bueno es… es diferente. –me besa tiernamente.

Sonrío en sus labios y la penetro lenta y profundamente. Entierra sus uñas en mi espalda y muerde mi hombro. Beso su cuello mientras comienzo a moverme lento en ella. Aumento mis embestidas sintiendo sus manos en mi trasero. La giro quedando boca abajo y alzo sus caderas, la penetro fuerte y acaricio su espalda. Aprieta las sabanas y gime en la almohada.

Me siento en la cama y la atraigo hacia mí. Tomo sus muslos y la levanto para que comience a moverse de arriba hacia abajo y así lo hace. Aumento la velocidad de mis movimientos y siento como sus paredes internas se contraen, ella gime tirando su cabeza hacia atrás sobre mi hombro y me dejo llevar por el clímax.

Barreras de lo ProhibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora