Capitulo XII

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Nicole

No hay nada mejor que una taza de café, una película y una manta en un día lluvioso; a menos que tengas que ir al trabajo. Como yo. Definitivamente la lluvia es una de los fenómenos más hermosos de la naturaleza, es como si el cielo llorara, lo que nos hace ver que todos, por más alegres que parezcan, también tienen su momento de debilidad.

Y aquí estoy, arreglando los últimos detalles de los trajes para el desfile de invierno que será en unos meses. Por más que ame mi trabajo deseo estar acostada en mi cama por unas cuantas horas, o tal vez todo el día. Pero en fin, si queremos responsabilidad, tenemos que ponerla en marcha primero.

Mientras observo las vestimentas masculinas me pregunto si Christian querría desfilar uno de estos trajes, el que sea un gran ejecutivo importante no le da el derecho de no atreverse a una aventura, es lo que hace que las personas se adapten a una sola rutina y terminen aburriéndose de su propio trabajo. Realmente luciría bien en una de nuestras creaciones. Ya se dará el tiempo de pedírselo.

-¿Entonces qué opinas? –dice Daniel quien luce ansioso.

-¡Están geniales! –sonrío y él se ríe.

- ¡Lo sabía! Amo la temporada de invierno, sé que nos ira súper bien. Ya verás.

-Me emociona mucho este evento, ¿Ya sabes de que será el tema?

-Sí, creo que será del Polo Norte; con iglús y todo eso. Aún no está del todo decidido, te daremos una sorpresa. –sonríe.

-Está bien, ¿Sabes si ya han llamado a todos los modelos que participaran?

-No, ¿Por qué?

-Tengo una idea. Creo que un amigo querrá participar. –sonrío pensando en Christian; ya habrá manera de convencerlo.

Continúo hablando y revisando los bocetos con Daniel hasta que se nos da la hora de salida. Todos tomamos nuestras pertenencias y nos despedimos. Al subirme a mi coche mi teléfono suena.

-¿Hola?

-Hola Nicole… -dice suave.

-Hola Chris… -digo suave.

-¿Estás en tu departamento?

-No, acabo de salir del trabajo. Voy camino hacia allá.

-¿Te gustaría subir a mi departamento?

-¿A poco me tienes una sorpresa?

-Ahm… tal vez. –dice dudoso.

-Está bien, subiré en cuanto llegue al edificio. ¡Besos! –hago el sonido del beso con mi boca hacia el teléfono y cuelgo.

Me detengo en un semáforo en rojo, las calles están muy solitarias supongo que todos deben estar en sus casa debido a las inesperadas lluvias que se han desatado hoy. Oigo un sonido en mi ventana y al voltear veo a un hombre encapuchado apuntándome con una pistola y haciendo señas con la mano para que abra la puerta. Detrás de él hay otro hombre mirando hacia los lados para asegurar que nadie los ve.

Asustada pero sin querer demostrárselo miro al semáforo que aún sigue en rojo pero solo quedan 10 segundos para que cambie de color según indica el reloj a su lado. Si arranco el coche a toda velocidad ahora podría librarme de los delincuentes, pero tengo la desventaja de que él está armado y podría dispararme. Y por su aspecto físico sé que tiene bastante experiencia en esto y debe tener una puntería de cazador.

Con gran fuerza golpea el vidrio rompiéndolo y mete la mano por los lados de la puerta para quitar el seguro. Presiono el pedal de acelerar pero freno al instante cuando veo dos motos frente a mí. Dios mío, esto no me puede estar pasando.

-¡BAJA DEL MALDITO COCHE AHORA! –grita el que rompió la ventaja.

Con miedo abro la puerta y bajo.

-Si quieren llevarse el auto, llévenselo pero no me hagan daño. –les digo. Quiero llorar pero del coraje que siento. ¿Saben cuánto trabaje para tener ese auto? Y ahora ellos vienen y lo toman así como si nada. ¿Por qué no trabajan para conseguirlo por sus propios medios? Y no lo digo por su valor material, sino por el esfuerzo que hice para obtenerlo.

Uno de ellos se me acerca tanto que siento su respiración golpeando mi mejilla.

-Escucha reinita, puedo violarte aquí mismo si sigues con ese comportamiento, así que lárgate si no quieres que lo haga.

Lo miro con ira hacia sus ojos y camino poco a poco hacia atrás, me giro y corro por la calle hasta llegar a la esquina contraria. Escucho como encienden mi carro y se lo llevan. ¡Malditos!

Llego a una casa y toco su puerta, y me abre una señora.

-Disculpe, ¿me podría prestar su teléfono? Es que me acaban de robar.

-Oh cariño, pasa. –se hace a un lado de la puerta y me deja pasar- Déjame y te busco un vaso de agua con azúcar, debes estar muy asustada.

-Oh! No, no… -dejo de hablar porque se mete hacia la cocina. Las señoras mayores son tan atentas que te hacen sentir como un miembro de su familia, aunque no lo seas. Me hace recordar a mi abuela, que hermosa.

-Toma cariño, bébetelo todo. –Coge el teléfono de la mesita y me lo da- Espero no te hayan hecho nada malo.

-No señora, solo se llevaron mi coche. Gracias por dejarme pasar, pensé que nadie lo haría. –Pienso en marcar el número de Samanta pero sé que hoy iría a una fiesta, de todos modos ella no tiene carro para venir a buscarme. Así que marco el número de Christian.

-¿Bueno?

-Hola Chris, soy Nicole, ¿me puedes venir a buscar? Me acaban de robar.

-¡¿Qué?! Pero, ¡¿Estás bien?! ¡¿No te hicieron nad…

-Cálmate Chris, no me han hecho nada. –lo interrumpo- Simplemente se llevaron el carro. Estoy en la avenida Atlantic, cerca del semáforo, en una casa azul.

-Espérame, allí voy. –suena un poco preocupado.

Cuelgo la llamada y miro a la señora.

-Mi niña, te traje unos pastelitos por si tenías hambre. –dice.

-Siento que estoy exagerando de sus comodidades señora, estoy…

-No me digas señora, me puedes llamar Nancy –coloca su mano en mi brazo.

-Gracias Nancy. –le sonrío.

Luego de 15 minutos de estar hablando con la señora Nancy, escucho un carro estacionarse y tocan la puerta. Me acerco a la ventana y me asomo un poco a ver quién es. Está un Christian preocupado delante de la puerta.

-Hola Chris… -digo abriendo la puerta y recibiendo su fuerte abrazo.

-¡Dios! ¿No te hicieron nada? –dice inspeccionando mi cuerpo.

-No, luego te cuento. Quiero presentarte a la señora que me atendió.

Después de presentarlos, y de que Christian le diese miles de gracias a la señora Nancy nos fuimos en su carro donde me pidió todos los detalles del robo.

-¡Son unos malditos! –dice con furia y estacionando el carro fuera del edificio.

-Tranquilo –coloco mi mano en su hombro- No me hicieron nada.

-¡Pero pudieron violarte! –baja un poco su tono de voz y me mira- no sé qué haría si te pasara algo.

-No me pasara nada. –beso sus labios- Subamos.

Cuando subimos al ascensor Christian marca su piso y me toma de la mano. Entramos a su apartamento y siento el olor a cigarro.

-¿Estuviste fumando?

-Tuve un mal día ayer. –dice mirando al suelo.

-No por eso tenías que fumar –tomo su rostro en mis manos.

-Aun no entiendes… -dice un poco triste.

-¿Qué paso Christian? 

Barreras de lo ProhibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora