Capitulo X

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Christian

Las cafeterías de New York siempre se han caracterizado por ser famosas, tanto en éste país como internacionalmente, lo que hace que muchas personas las frecuenten a cualquier hora. Hay tantas personas turistas tomando sus cafés y tomando fotos con sus vasos para tener pruebas de haber visitado el lugar, se ven relajadas; todo lo contrario a mí en éste momento.

-Así que te acostaste con Nicole… -dice Mauro, mi mejor amigo y colega. Asiento.- Y ayer desayunaste con Carol como si nada... ¿no?

-Si lo dices así me harás sentir peor, se supone que eres mi amigo. –gruño.

-Vale, vale. ¿Qué tal estuvo el sexo con Nicole?… -lo fulmino con la mirada y él ríe.

-No debí contarte nada, sabía que me ibas a reventar las pelotas con el tema. –bebo de mi café. En estos momentos debería estar almorzando pero con tantos pensamientos en mi cabeza es lo último que quiero hacer. Ayer cuando desperté con Nicole en su cama recordé que le había prometido a Carol ir a desayunar así que le deje escrito que estaría muy ocupado todo el día por lo que no estaría con ella y sin mucho ruido me retiré de su apartamento.

El desayuno con Carol fue incómodo para mí, no quería mirarla a los ojos después de haber sido infiel, y lo peor de todo es que no me arrepiento de haber estado con Nicole. Luego, pase todo el domingo en mi habitación con miles de pensamientos y sin saber qué hacer.

-Bueno, déjame decirte algo Christian. –deja de comer y se acomoda en su asiento- Te conozco desde hace 4 años desde que estudiábamos juntos y sé que eres la clase de chico que no sería infiel a su novia, por eso sé también que lo que sientes por Nicole es muy fuerte que te ha hecho romper esa regla. Hermano, tienes que aclarar tus sentimientos. Si estuviera en tu lugar no estaría sintiéndome igual, de hecho estaría feliz con tener dos mujeres para mí y….

-No te desvíes del tema, Mauro.

-Como decía –aclara su garganta- Tú eres lo contrario; eres mucho mejor que yo y sabes ser un caballero, y esta situación debe estar comiéndote las neuronas. A lo mejor lo que sientes por Carol no es amor; solo la querías porque tenía parecidos a Nicole. O que lo que sientes por Nicole ya no es amor, sino costumbre.

-Te agradezco mucho que me estés aconsejando, hombre, pero me has enredado más la vida.

-Saque mi lado poético. Eso no sucede todos los días. –dice con la boca llena de comida- Lo que necesitas es salir conmigo esta noche a beber hasta olvidar todo.

-No puedo, Carol reservo una mesa en un restaurante para una cena importante hoy. Me quiere presentar a su mejor amiga.

-Cada vez te presenta a más personas y solo llevan un mes, creo que Carol está tratando que formalices su relación.

-Tengo 24 años, aun me quedan dos o tres años más antes de casarme.

-Yo tengo 28 y aún sigo soltero –dice burlón.

-Es que nadie quiere casarte contigo. –rio.

-Eres un imbécil Christian. –sonríe.

Después de salir de la cafetería nos dirigimos a revisar los arreglos del hotel que compramos hace unos días. Todo luce genial, en unas pocas semanas o menos podríamos estar abriendo las puertas a los turistas ya.

Arreglo mi traje negro y coloco mis zapatos, es un poco elegante para una cena pero los restaurantes a los que acostumbra ir Carol son muy lujosos; con música de violines y raciones de comida mínimas que para muchos es lo más sofisticado que hay.

Subo a mi carro y me dirijo al restaurant 5 estrellas en el que debe estar esperándome Carol. Enciendo la radio para que me suba un poco los ánimos y no llegar con una cara de hombre maniático sin dormir que tengo. Me detengo en un semáforo rojo, tomo mi teléfono y le escribo a Nicole.

>>Te extraño :( x <<

No espero su respuesta, sé que hoy estaría ocupada así que me resigno y continúo conduciendo. Estaciono frente al restaurante y le doy mis llaves al chico encargado de aparcarlo y me adentro.

Busco con la mirada a Carol y la veo en una mesa en la esquina hablando con un mesero, luce un poco molesta. Suspiro y me acerco.

-¿Hola? –digo.

-Hola amor –dice emocionada y me da un beso corto en los labios- no pasa nada, es que encargue un plato especial para nosotros y no hicieron nada. –hace un puchero.

-No te preocupes, podemos comer cualquier cosa.

-Jum. –exagera un poco más su puchero- ¡Esta bien!

Nos sentamos en las sillas a la espera de su amiga mientras bebemos una copa de champan.

-Cuando la conozcas la amarás tanto como yo. –sonríe.

Tomo un sorbo de mi copa y miro hacia la entrada. Hay una chica de espaldas hablando con el recepcionista, se me hace muy conocida. Cuando voltea hacia mi mesa siento que toda la sangre en mí se ha ido.

-¿Qué está haciendo aquí? –susurro.

Barreras de lo ProhibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora