Capitulo XVII

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Nicole

-Señorita, ¿Está usted bien? –escucho decir a una de las azafatas del avión fuera del baño. No, no estoy bien. ¿Quién estaría bien deseando a alguien a quien no debe? Obviamente ella no sabe de eso porque no está en mi situación.- ¿Quiere una pastilla o algo? –dice. Lo que quiero es agarrar mis cosas y saltar por la ventana lejos de la tentación llamada Christian, por favor. Ojala pudiera decirle eso.

-No, gracias. –digo sentada detrás de la puerta.

-Ya tiene 1 hora dentro del baño y hay pasajeros que desean usarlo.

Me levanto y lavo mi cara en el lavado. No he llorado estando aquí, solo quería tener tiempo a solas para asimilar que estoy tomando un viaje por un mes con mi mejor amiga y el amor de m… de su vida. De que he correspondido a los besos de Christian y que si no lo hubiese detenido no sé qué hubiera pasado.

Abro la puerta y salgo sonriéndole amablemente a la azafata. Llego a los asientos y observo a Christian escribiendo en un pequeño libro sobre sus piernas. ¿Será un diario?

Paso esquivándole hasta llegar a mi asiento. Carol sigue durmiendo con su antifaz y tiene ligeramente abierta su boca. Sonrío y coloco mi mano bajo su mentón para que la cierre; se remueve bajo su asiento y veo que Christian me sonríe. ¿Cómo puede este hombre ser tan atractivo y dulce al mismo tiempo? Tiene tantos encantos que podría hechizar a cualquier chica. Despego mi mirada de la suya y me pierdo en la vista de la ventana.

***

Siento que me mueven suavemente y abro mis ojos.

-Despierta princesa, ya llegamos. –dice Christian sonriendo sinceramente. Miro hacia el asiento de Carol y no está.

-No me digas princesa. ¿Dónde está Carol?

-Fue al baño mientras bajo las maletas.

Ahogo un bostezo con mis manos y me levanto. Tomo mis maletas y camino hacia la salida del avión.

-¿A dónde vas?

-¿Piensas bajarme en tus brazos?

-¿Es lo que quieres?

-¿Es lo que tú quieres? –le miro burlonamente.

Me giro y comienzo a caminar. Cierro los ojos asustada cuando siento unos brazos alrededor de mi cintura que me alzan rápidamente y me ponen sobre el hombro de la persona.

-¡Bájame! Si Carol nos ve…

-Sshhh!! –dice Christian riendo.

Baja las escaleras y antes de colocarme en suelo firme me da un bofetón en la nalga. Gruño molesta y antes de poder reclamarle sube rápidamente de nuevo hacia el avión.

Mientras espero que Carol salga observo el paisaje que se presenta ante mí. Dios mío, esto es hermoso. El agua de este lugar es tan cristalina que luce transparente, dejando a la vista lo que oculta las profundidades de la misma.

En la distancia se pueden distinguir las casas sobre el agua que son las reservaciones que nos ofrece el hotel. Por el lado derecho de mi vista se ven unas palmeras en un pequeño terreno de arena, como una pequeña isla. ¡Esto es vida!

-¡Es hermoso! –grita Carol a mi lado emocionada. – Serán las mejores vacaciones de nuestras vidas. –sonríe.

Subimos en un bote junto a otros turistas con dirección a cada habitación/casa que nos pertenece. Estoy sentada junto a un chico moreno de ojos verdes de cuerpo un poco delgado pero ejercitado.

-Hola. –dice con una sonrisa de modelo Colgate. Por su acento puedo deducir que no es su idioma principal.

-Hola. –sonrío levemente.

-La vista ser hermosa. –Sí, definitivamente no habla muy bien mi idioma.

-Lo sé, Bora Bora es una maravill…

-Yo referirme a ti. –dice interrumpiéndome.

-¡Oh! –digo junto a una sonrisa nerviosa. –Gracias. ¿De dónde eres?

-Yo ser brasileño. –Claro, su aspecto es muy exótico; tenía que ser de allí. Aunque su forma de hablar podría ser confundido por un cavernícola. Pero está aprendiendo de seguro. Luce muy tierno.- ¿Tú?

-Soy de New York. –sonrío. Siento la mirada fija de Christian sobre mí y le miro.

-¿Qué?

Aprieta la mandíbula y se gira nuevamente agarrándose de la barandilla al lado de Carol.

El bote para suavemente frente a una de las casas sobre el agua y Carol comienza a subir al pequeño puente que dirige hacia la entrada. Christian sube detrás de ella.

-Nicole, tu casa es la que sigue. En tu bolso deje la llave. Nos vemos mañana. –se despide moviendo su mano.

Christian solo me miraba con… ¿celos? Imbécil.

El bote arrancó y se detuvo en la siguiente casa a unos 50 metros de distancia de la de Carol. Baje y el brasileño me ayudo a pasarme las maletas.

-Gracias. –le sonreí amablemente.

-No problema. –guiño un ojo.

El bote se fue y vi a lo lejos como el brasileño movía su mano despidiéndose. Reí.

Entre a la casa y quedé sorprendida, la casa por fuera es una belleza pero por dentro es una maravilla. Dejo las maletas en la entrada y tomo asiento en uno de los cómodos sillones con decoraciones de bambú que hay en la sala.

Mi teléfono suena advirtiendo de un mensaje. Lo tomo y lo abro.

> ¿Te gusto la casa? <

¿Con qué derecho me pregunta eso después de mirarme tan mal?

> De hecho… me gustó más el brasileño. ¡Buenas Noches! < -Le mande y me fui al cuarto a descansar.

Mañana sería otro día.

Barreras de lo ProhibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora