Capitulo XI

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Christian

Observo como la chica que está en la puerta palidece y sé que estoy en problemas. Esto no me puede estar ocurriendo a mí, no ahora. Miro a Carol quien está muy concentrada en su teléfono y aprovecho para sacar alguna excusa.

-Ehm… Carol, me están llamando de la oficina, ya regreso.

Sin esperar alguna respuesta de su parte me levanto y camino un poco nervioso hacia la chica que desborda furia por su mirada. Llego a su lado y la tomo del brazo con intensión de sacarla del restaurante.

-¡No me toques! –susurra y suelta su brazo de mi agarre.

-Por favor, déjame explicarte que está sucediendo.

-¡Eres un imbécil Christian! –le tomo su brazo de nuevo y logro sacarla.

-¿Qué estás haciendo aquí, Samanta?

-¡¿En serio crees que tienes derecho a preguntarme eso?!

-No es lo que piensas, yo…

-Oh, ¿seguro? ¿No eres el “maravilloso” novio de Carol y de mi hermana?

-¡Cálmate! Déjame explicarte como son las cosas. –paso mis manos por mi cabello-

-A mí no tienes nada que explicarme, a ellas sí.

-Por favor no le digas nada a Nicole. No entiendes como son las cosas todavía. –suplico.

-¿Christian después de que descubro tu gran mentira me pides que me quede callada para que sigas jugando con los sentimientos de mi hermana y su mejor amiga?

-¿Su… su mejor amiga? –tartamudeo. Esto no puede ser posible. ¿Qué hice de malo en mi otra vida para que me estén castigando así? – pensé que tú eras la mejor amiga de Carol. –susurro.

-No, esa es la mejor parte de todo esto; estás jugando con dos corazones y de por medio hay una gran amistad. La de ellas.

Definitivamente merezco un premio al mejor idiota del año. Desde un principio supe que todo esto me traería problemas; pero aun así me arriesgue y ahora estoy comenzando a pagar por ello. Pero no me arrepiento de nada. No me arrepiento de haber visto de nuevo a Nicole, de todo lo que hicimos en estos pocos días. No me arrepiento, y daría todo por repetirlo de nuevo.

Y ahora estoy en el medio de un desierto sin saber a dónde ir, y con miedo a que todo termine consumiéndome. Si Samanta le dice la verdad a Nicole jamás me perdonaría porque sé que odia las mentiras. Todos odiamos las mentiras.

Por otro lado está Carol. Si se entera de la verdad haría lo que fuera por hacerme llegar a la quiebra en mis negocios, porque a pesar de que tenga un gran corazón; es muy rencorosa y no la culpo, con esta mentira cualquiera lo sería.

-Déjame hablar con Nicole. Si tiene que saberlo de alguien tiene que ser de mí, pero dame tiempo; es todo lo que te pido. –suplico por última vez. Sus ojos reflejan confusión.

-¡Esta bien Christian! No sé cómo va a terminar todo esto, me siento como en una película. Y quiero que sepas que el villano eres tú.

-Lo sé. –suspiro hondo- gracias.

-Nicole no debe tardar en llegar, si no quieres que te vea aquí debes irte ya.

-Iré a decirle una excusa a Carol. –entro al restaurante con paso apresurado hacia la mesa en la que se suponía que estaría hoy.

-Carol –levanta su mirada del menú- lo siento, unos compañeros de trabajo necesitan hablar conmigo sobre el nuevo hotel, por lo que no podre comer con ustedes hoy.

-Pero Christian –arrastra mi nombre- me prometiste que te desocuparías hoy. –hace puchero.

-Lo sé, pero son cosas improvisadas del negocio, ya sabes, está nuevo y todo eso lleva un largo proceso con papeleo y demás. Lo siento. –beso su mejilla- te escribo luego. Discúlpame con tu amiga.

Llego a la recepción del hotel y tomo mi saco, salgo del restaurante y observo a una Samanta nerviosa a un lado de la puerta principal. Me mira y parece asustada.

-Nicole ya llego. Corre. Rápido. ¡Ya!

-Gracias –susurro.

Llego al chico que tiene las llaves de mi auto y las tomo. Lo busco por mi propia cuenta y arranco a una velocidad rápida.

Durante el camino pienso en cómo hare para decirle todo esto a Nicole y a Carol. Cómo hare para que entiendan que no lo hice con la intensión de herir a nadie. Actué como un hombre inconsciente y no merezco ni el odio de ambas por mi canallada.

Subo a mi apartamento, me lanzo al sofá y tapo mi rostro con desesperación.

-Soy un imbécil. Y ahora, ¿Qué haré?

Barreras de lo ProhibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora