Capitulo VI

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Nicole

-¿Entonces?

-¿Entonces qué? Súbete al auto ya Samanta. –digo arreglando sus maletas en la parte trasera del carro.

-Sí, sí. Igual sabes que me terminaras contando porque tienes esa cara de recién follada, ¿verdad?

-¿Eso es lo que aprendes en Paris? No creía que ellos tuvieran ese vocabulario tan…… elegante.

-Si no lo aprendí allí, entonces fue cuando trabaja como dama de compañía en alguna esquina de New York, ¿eso que importa? –rio.

-¡Cállate! Pueden escucharte y creer que es verdad. –riendo subo al asiento de copiloto.

Doy marcha al auto y enciendo la radio. Observo a Samanta y luce curiosa buscando algo en las alfombras.

-¿Qué buscas? Recién llegas y ya pierdes tus cosas. –rio.

-Que chistosa hermanita y no, no perdí mis cosas. –revisa los asientos traseros- Estoy buscando algún condón usado. Debe estar por algún lado. –hago una mueca de asco.

-Que asquerosa eres. No busques porque no encontraras nada. Igual si lo hubiera hecho en el carro ¿crees que mantendría el condón? –le digo burlona.

-Cierto. –regresa a su puesto- te lo hubieras comido para esconderlo.

-¡Ay ya cállate cochina! –reimos.

Llegamos al apartamento y dejamos las maletas en la habitación que ocuparía. Supongo que sería por solo algunas semanas, Samanta no se mantiene tanto en un solo lugar. Tiene 18 años y es la chica más viajera que conozco. Es una loca sin remedio.

-¿Quieres que te prepare algo de comer? –dice.

-Nop. –digo pronunciando la “p” al final.- Iré a la cama, alguien me espera desnudo.

-Si tuvieras a alguien desnudo en tu habitación estarías súper nerviosa conmigo, hermanita. Anda a dormir que me bajas los ánimos con esa cara. –sonrío y la abrazo.

-¡No hagas desastres!

-¡No tengas sueños eróticos! –rio.

Despierto por el sonido de mi estómago. ¡Que hambre tengo! Pensaría que estoy embarazada por el apetito que tengo, pero luego recuerdo que no he tenido relaciones y lo descarto.

Al entrar a la cocina veo que Samanta me ha dejado comida. Agradezco a Dios que al menos se propuso a cocinar. Es tan perezosa que una vez, en casa de nuestros padres, compró mucha comida en un restaurant y nos hizo creer que la había cocinado ella. Pero luego nos ofreció salsa en los sobrecitos con el nombre del restaurante y su mentira se fue al carajo.

Tomo mi celular y veo la hora. Son las 06:30 pm, dormí demasiado, soy como un oso en coma.

Después de comer decido mandarle un mensaje a Christian.

>> ¿A las 8? x <<

Su respuesta es inmediata:

>> ¿Qué? Ya iba a buscarte. Por cierto, ¿Cuál es tu piso? x <<

>> No. No. Aun no estoy lista :( x <<

>> ¡Nicoleeeee! Estabas durmiendo ¿verdad? ;) x <<

>> Una mujer nunca cuenta sus secretos ;) x <<

>> Dime tu piso ;) x <<

>> Averígualo ;) x <<

Con eso dejo de responder y me dirijo hacia la ducha. Cuando estoy terminando escucho el timbre. Coloco mi toalla y salgo hacia la entrada, abro la puerta.

-No fue muy difícil encontrarte. -dice Christian sonriendo y mirándome de pies a cabeza.

Sonrío. Está loco. Y me encanta.

Barreras de lo ProhibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora