𝗭𝗮𝗻𝗻𝘆𝗮 [+21]

Capítulo. 6

Annya.

El móvil repicaba desde la mesa de noche, los chicos no dejaban de llamarme desde ayer, pero no tenía ganas de contestar solo quería estar tranquila.

Lo único que había hecho los últimos dos días era estar acostada, escuchar música, bailar, cantar, o pensar en la estúpida cara del idiota ese, aún no eran ni las siete de la mañana y ya odiaba el mundo, tenía sueño porque el insomnio no me dejaba dormir tranquila y el dolor de cabeza se hacía presente, unos toques en la puerta, hacen que me levanté de mi cama con flojera, camine hasta la puerta principal con molestia.

Bostezo pasando ambas manos en mi cara mientras me preguntó quién podría ser, abro la puerta y no hay nadie, puta madre seguro es alguien que no tiene nada que hacer, aunque agradezco que nadie me haya visto con la pura blusa y el pelo desgreñado, voy hacia la cocina y decido prepararme algo de desayunar, cereal? No, no me gusta la leche y el cereal menos.

Escucho como se cierra de golpe la puerta y camino hasta ella observando todo.

— Princesa.

Me quedo quieta desde mi lugar, reconozco la voz, pero... ¿Qué hace aquí?.

Creo que sé la respuesta.

— Rayan, ¿Cómo mierda entraste? — dije acercándome.

— Asegúrate de cerrar bien la puerta, princesa.

Dice exasperado caminando de un lugar a otro.

— ¿Qué quieres?

— Hablar de nosotros —  dió palmadas en el sillón, indicando que me sentará.

— No hay un nosotros, Rayan.

— Estoy mal...— arrastró las palabras.

— Lo sé.

— Dame una oportunidad.

— No. No habrá ninguna Rayan — dije firme.

— No quiero que me tengas miedo.

— Soy una estúpida.

— ¿Por qué lo dices?

— He dejado que me trates como se te dé tu gana y yo nunca hago nada.

Los nervios delataban el miedo que tenía al estar tan cerca de él.

— Yo sé que te he lastimado pero de verdad te quiero — intenta pasar una mano por mi rostro, pero giró mi cara.

Fue más que claro que no quería su tacto.

— Siempre es lo mismo, soy tan estúpida que me conformo con un simple perdón.

Soy una idiota.

Por más que he intentado odiarlo no puedo, no me lo permito, no me gusta guardarle odio a la gente. Mi abuela no me enseñó eso y lo tengo bien grabado, prometí no llenar mi corazón de odio.

Igual que sé, que soy una estúpida.

— Creo que no fue buena idea venir — deje que se fuera, no dije nada solo me quedé callada.

Me quedé quieta en mi lugar, pensando en cada golpe y cada disculpa que me ha ofrecido.

Pienso también en los momentos bueno que tuvimos, era tan reconfortante las pláticas con él, en lugar de novios parecíamos buenos amigos y cuando lo deje... Todo se torno mal.

Él era tan lindo, pero no él tipo que hoy en día, no era ni una pizca de lo que fue.

Aún me acuerdo cuando iba a la cafetería a verle.