A veces arrancamos una parte de nosotros, la escondemos bajo llave para que nadie la vea, para evitar que nos lastimen.
Pero, ¿Qué pasa cuándo uno se enamora?
¿Qué pasa cuando crees conocer a una persona, y te desilusiona?
¿Volverías a confiar en e...
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Toma mi cara entre sus manos atrapando mi labio y mordiendolo con fuerza, siento como un calor recorre y se apodera de todo mi cuerpo, siento un frenesí en la entrepierna quiero y deseo tenerlo, desabotono su camisa con prisa y la tiró al suelo, esto ha llegado muy lejos y no hay manera de echarme para atrás, tengo miedo pero no quiero ser una cobarde, quiero más de él.
Bajo mi mano hasta su pantalón y bajo la cremallera, quito con rapidez su pantalón poco después sus bóxers quedan en el suelo, su desesperación lo hace romper mi falda con una de una forma descomunal, se deshace del corset y acaricia mis senos, siento como mis mejias empiezan a arder.
Se acerca a mi entrada y siento más intenso el palpitar, él solo pasa la punta de arriba abajo, puedo sentir lo duro que está provocando que me mojé más y más, es la primera vez que me siento muy expuesta a un chico, la primera vez que tengo tantas ganas y deseo por alguien.
— Solo follame rubio — sentí como el grueso y grande de su pene entraba en mí, jadeaba en cada embestida que daba, era duro, profundo y precisó.
La mezcla de dolor y placer que causaba en mí era única, jamás había sentido esto, estaba en el puto paraíso y solo sabía una cosa que quería que este hombre me hiciera de todo, disfrutar de su calor y de esas embestidas que me tienen maravillada.
— Amo lo apretadita que estás, mami — me susurra en el oído, el tono es bastante sexy.
— Ahhh... Zeus — gimo cuando lo empuja con más rudeza, estoy llena de él, cada embestida duele no lo negare pero es jodidamente placentera la sensación.
— Probarte es un pecado, mami — no deja de decir que me veo linda y tantas cosas que me ponen más caliente de lo normal.
Coloca sus manos sobre mis hombros, empujandome hacia abajo, entrando más profundo y sus besos ya no eran suficiente para mantenerme callada, ahora me hacía gritar con fuerza, con placer, con rabia con muchas ganas, unas ganas incontrolables de que no parará.
Su verga es tan grande que siento como desgarra mi interior en cada movimiento que da, es tan rico que mi vagina se moja más y más, dejo besos en su cuello así como pequeños mordiscos, marcando su piel, su aroma me vuelve loca y lamo de su pecho. Mis manos viajan hacia su espalda y lo empujó más a mí, aruño su espalda tan fuerte que siento la sangre bajar por su espalda, fijo mi mirada en su rostro y joder, sus ojos azules se encuentran completamente dilatados, sus labios entrecerrados mientras reprime algunos gruñidos.
Muerdo mi labio, pero no resisto las ganas de besarlo y lo hago, nuestras lenguas se tocan explorando cada rincón.
— Zeus...
— Joder mami y tanto que te negabas eh — lo dice entre besos, pero lo ignoro.
El alcohol en mi cuerpo funciona como buen analgésico para el dolor, no me arrepiento de lo que estoy haciendo porque es lo que deseé desde aquella vez que me subió a su auto, aquella vez que me encontró en la carretera enojada por su culpa ¡Qué irónica me encontraba teniendo sexo con el mismo tipo que se portó como un patán!.