Capítulo. 12

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Annya.

El ardor en la garganta era insoportable ya había tomado algo para eso, pero no me quitaba la acidez estomacal, no la soportaba. Hoy de verdad me sentía mal y cansada, no quería venir a trabajar.

— Uno dos, uno dos, lo hacen mal. Annya podrías mostrarles... —

La voz de Erick me saca de mis pensamientos, no sabía que había dicho no estaba prestando atención.

— ¡Que muestres los pasos! — aclara sin despejar su vista de mí.

— Sí, sí... Desde su lugar — indico parandome frente a las chicas, me pongo de espaldas empezando a mover de un lado a otro, alzando las manos hacia arriba para deslizarlas por mi cuerpo.

Cierro los ojos apretándolos por el dolor, seguí moviéndome, no quería que nadie se diera cuenta de mi malestar, no me gusta estar dando lástima.

— Perfecto, sigan sin mí chicas — dije alentándolas.

Necesitaba agua, sentía la garganta seca debía calmar esto con un poco de agua, cada paso dolía y costaba, de verdad hoy no era un buen día para mí. Tome la botella de agua entre mis manos tomando de ella, sentía un poco de calma al beber el líquido y como bajaba por mi garganta.

— ¡Niña! ¿Podrías venir un segundo a ayudarme? — ladeé la cabeza, mirando de reojo a Carlo.

Tape la botella, escondiéndola detrás de mi espalda.

— ¿Hice algo mal? — hablé mientras mi labio inferior temblaba un poco.

— Claro que no niña, solo quiero que me ayudes a limpiar las mesas — soltó después de mirarme con duda.

— Vale — dije caminando hacia la barra por la botella desinfectante y el pequeño paño que habían puesto.

Rocíe un poco del líquido sobre la mesa, estaba sucia llena de salsa y mugre, limpie tres veces con el paño mientras lavaba y exprimía este mismo, estaban muy sucias las mesas.

Me estresaba ver el lugar todo lleno de basura por el suelo, terminado de limpiar todas las mesas guarde las cosas y saque la escoba y el recogedor.

Barrí hacia un lado acumulando la basura y tratando de evitar una corriente de aire, me jode que todo salga disperso por eso lo evitó, nuevamente un dolor llegó a mi cuerpo, trague saliva, pero el ardor seguía, joder por qué me siento tan mal, estaba acostumbrada ya a esta mierda.

Como sea ignore el dolor y seguí con lo que hacía, tome el recogedor recogiendo toda la basura, mi pulso no ayudaba mucho igual recogí está y la tire al tambo.

Estaba a punto de tomar el trapeador, cuando me interrumpió Carlo.

— Deja eso niña y ven — me miraba serio, ¿Será que la había cagado?.

— ¿Mandé? — tartamudeé.

— ¿Dime qué pasa niña? Te noto rara— dijo como si fuera obvio, lo mire por unos minutos con el ceño fruncido.

— No, yo estoy bien — tense mi cuerpo un poco, el dolor se estaba haciendo presente.

— Esas ojeras no me dicen eso, últimamente estás de mal humor o muy alejada de todo — hace días que solo venía a trabajar y terminando mi turno me iba sin despedirme.

— He estado un poco ocupada y cansada — me excuse sonriendo.

— Desde hace meses que ya no eres la misma — fuerza una sonrisa tratando de aligerar la tensión.

Es verdad, desde hace unos dos meses aproximadamente me sentía otra, no sé si estaba bien o mal, pero ya no me sentía sola, tal vez… Él si me estaba ayudando y yo solo estaba exagerando, a pesar de que no funcionarán las cosas entre nosotros era un buen amigo, claro si olvidamos los incidentes que hemos tenido.

𝗭𝗮𝗻𝗻𝘆𝗮 [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora