Annya.
¡Bufón!
El fuerte impacto me mandó a volar hasta unos matorrales, no sufrí heridas graves, ni morí «suerte de mierda» solo he quedado un poco ensordecida, me remuevo adolorida en el suelo alcanzando el walkie-talkie que cayó a unos metros. A lo lejos logro ver el movimiento de los oficiales que mantienen una distancia del auto.
Las llamaradas no cesan y espero que todo se consuma, aunque una parte de mí duele al saber que dañe “mi auto” suelto una pequeña carcajada nerviosa dando golpes al aparato que al parecer se dañó. Me pongo de pie aguantando el dolor en el tobillo, miro abajo viendo la hinchazón morada; no puedo quedarme aquí esperando que alguien venga, camino por entre la vegetación con una sola zapatilla, el vestido está rasgado y la frente la tengo llena de sangre y seguro también sucia.
No tengo ni mi bolsa, ni mis pertenencias, todas las he dejado con Leonel, que seguro se fue en cuanto vio toda la escena; a esta hora deben de estar dándome por muerta y celebrando.
Observo todo a mí al rededor dando algunos pasos adentrándome entre los árboles, no me da miedo la oscuridad porque siempre he estado en ellas, sin embargo, no me deja ver algún camino hacia la carretera, las patrullas y algunos camiones de bomberos ya comienzan a escucharse y me apresuro a caminar sin dirección alguna.
Trato no hacer sonar algunos palos, crujir al pisarlos, resulta imposible; el clima que hay aquí es frío, te hacen helar los huesos y aumentan el dolor en el tobillo. Siento dolor en las plantas de los pies al pisar piedras, ramas, todo lo que esté en el camino.
El canto de algunos animales nocturnos como búhos te podrían asustar si les temes, sin contar como sisean algunas serpientes que se enredan entre las ramas de los árboles, poco a poco comienzo a ver postes de luz que dejan entrever la carretera; apresuro mi paso hasta salir por fin de aquel bosque.
El accidente quedo más arriba porque no escucho ruido, tampoco logro ver nada, lo bueno es que ahora puedo caminar por la orilla o esperar que alguien venga y me dé un rait.
Cuando todo parecía ir bien algo terrible paso y fue ver a la persona que me estaba cazando por estas zonas, estaba tan oscuro que cuando estacionó no podía distinguir bien sus facciones; entonces ahí mi sentido de supervivencia fue más fuerte haciéndome alejarme de él a como de lugar, sin voltear atrás lo único que pude hacer fue tratar de correr perdiéndome en la oscuridad, sabía que estaba cerca por el ruido de las ramas y esa voz que me obliga a parar.
Sentí el peso caer sobre mí, el cañón en mi cabeza dispuesto a matarme en medio de este bosque que por sus ojos podía ver el temor, era tanto el repudio que tuvo que ponerme de espaldas, doblo mis piernas haciéndome quedar contra el suelo mientras él permanecía en cuclillas.
— ¿Tanto me odias?— pregunté lo obvio haciendo que se pusiera frente a mí, dejando al descubierto esos expectantes ojos llenos de rencor.
— Mucho— solo pude enderezar la espalda antes de lanzarme contra él.
ESTÁS LEYENDO
𝗭𝗮𝗻𝗻𝘆𝗮 [+21]
RomanceA veces arrancamos una parte de nosotros, la escondemos bajo llave para que nadie la vea, para evitar que nos lastimen. Pero, ¿Qué pasa cuándo uno se enamora? ¿Qué pasa cuando crees conocer a una persona, y te desilusiona? ¿Volverías a confiar en e...