A veces arrancamos una parte de nosotros, la escondemos bajo llave para que nadie la vea, para evitar que nos lastimen.
Pero, ¿Qué pasa cuándo uno se enamora?
¿Qué pasa cuando crees conocer a una persona, y te desilusiona?
¿Volverías a confiar en e...
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Orígen.
Narradoromnisciente.
El baño con sus azulejos manchados de sangre, reflejaban la desesperación de Annya. La bañera, repleta de agua turbia y fría, abrazaba su cuerpo hundido mientras se sumergía en las sombrías profundidades. Cada gota que caía al suelo resonaba como un eco de su dolor interno, mientras sus pensamientos agitados la envolvían en un torbellino de angustia, dejando en su mente una cicatriz emocional que nunca sanaría.
Annya anhelaba desesperadamente un respiro de paz que parecía inalcanzable.
Se encontraba en el limbo, perdida en un abismo de oscuridad que devoraba sus pensamientos. No había dolor físico, pero el vacío en su interior era palpable, una herida invisible que nunca dejaba de sangrar. Su rostro, marcado por la indiferencia y la resignación, no mostraba las cicatrices que albergaban su alma destrozada. No recordaba nada, o al menos eso creía, sus recuerdos se habían convertido en espinas que perforaban su mente cada vez que intentaba aferrarse a ellos. Había luchado tanto contra su pasado que ahora se encontraba exhausta, aterrada y sin fuerzas para revivir los fantasmas que la atormentaban. Su fortaleza nunca fue una elección, sino una imposición cruel que la vida le obligó, una armadura forjada por los constantes abusos. Pero incluso las más sólidas fortalezas tienen grietas, y para alguien tan joven como ella ya era suficiente, se encontraba al borde del colapso, abrumada por el peso de su existencia.
Desde que estaba en el vientre venía marcada, destinada a la adversidad, su niñez no fue para nada fácil; la arrebataron de sus papás y creció con sus abuelos. No guarda rencor, pero su corazón está lleno de dolor y desilusiones. Desde chiquita aprendió a valerse por sí misma, conociendo lo crudo de la vida mucho antes de sentir el calor de un hogar y un amor sin engaños.
Annya siempre ha sido una alma rebelde, pero, ¿quién no lo sería después de crecer en las entrañas del bajo mundo? Desde pequeña, aprendió que la vida no siempre es justa y que la única ley que rige y se la repetían a cada nada es la ley del más fuerte. Su rebeldía no es solo un rasgo de su personalidad, es una armadura que ha pulido a lo largo de los años para protegerse.
Cada paso que dio en las calles para escapar, dejó marcas en su piel y cicatrices en su corazón, también la hizo más fuerte, más astuta, más humana. Detrás de su rebeldía hay una niña con sueños rotos, pero nunca abandonados, con esperanza en un futuro mejor a pesar de las sombras que la rodean y dónde pueda proteger a su familia.
En el mundo real no todo es placer y ella lo sabe, todos lo sabremos en algún momento; ni siquiera el más rico está libre de dolor.
Su cuerpo estaba maltratado, marcado por los atroces caprichos del psicópata de Rayan, cada marca, cada moretón, era el sufrimiento a manos de un hombre obsesionado con ella, un hombre que había convertido su cuerpo en su lienzo personal de tortura. La obsesión de Rayan por Annya había alcanzado límites enfermizos, alimentada por la amargura de un amor no correspondido. En su mente retorcida, se tejió una telaraña de delirios y fantasías, convenciéndose a sí mismo de que ella era su novia, alimentando así su desesperada ilusión. Con cada golpe, con cada insulto, su cordura se deslizaba por el caño, dejando tras de sí solo un rastro de violencia desenfrenada y un dolor indeleble en el cuerpo y el alma de Annya.