A veces arrancamos una parte de nosotros, la escondemos bajo llave para que nadie la vea, para evitar que nos lastimen.
Pero, ¿Qué pasa cuándo uno se enamora?
¿Qué pasa cuando crees conocer a una persona, y te desilusiona?
¿Volverías a confiar en e...
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Annya.
Me la pasé media hora poniendo hielo, aplicando calor haciendo de todo para que los chupetones desaparecieran pero seguían notandose, ya no eran tan evidentes pero se notaban. Hoy bailaba en el segundo tiempo o sea más tarde, por mientras debía ayudar a Iván el barman a servir y atender a los clientes, los rostros ya eran conocidos algunos eran nuevos pero siempre venían a gastar dinero, también venían chicas a pasar un rato y se iban.
Observo el trago que preparé y los recuerdos de anoche llegan a mi mente, relamo mis labios recordándolo encima de mí, lo confieso desde la mañana no dejo de pensar en él y es difícil dejar de hacerlo.
— ¡Hey guapa, mi trago!— sonrió forzada limpiando el vaso mientras lo pongo en la charola para llevarlo hasta la mesa.
Me abro paso entre los chicos que hay en mi camino, murmurando cosas como diario, estoy tan acostumbrada que ya ni siquiera les doy atención solo cuido mi distancia para que no me toquen o al menos eso intento pero vamos, es inevitable y más en un lugar como este.
— Su trago, señor— dejo la bebida en la mesa y me retiro, me acerco a la mesa de fondo tomando la orden de los tragos que me piden el grupo de chicos.
Por suerte dentro de 10 minutos me voy a camerinos a arreglarme.
Ruedo los ojos y volteo a ver hacia la entrada, dejó de escuchar a los chicos para quedar pasmada, mi corazón late y me siento agitada, el dueño de mis pensamientos camina en dirección a uno de los sofás de la esquina, dónde no hay nada de luz dejo de mirar y me encamino hacia la barra, me agachó cuando noto que busca alguien que lo atienda. Entierro las uñas en mis manos por la desesperación, no quiero atenderlo, quiero que lo haga alguien más, no me atrevo a mirarlo a los ojos se que tal vez no lo recuerde pero joder, me da mucha vergüenza pararme frente a él.
— ¿Qué haces abajo? — volteo a mirar desde abajo Iván, que no duda en tenderme la mano para levantarme.
— Estaba buscando algo que tiré — me inventé rápido.
— Bien. ¿Lo encontraste?.
— ¿Encontrar qué?— respondí extrañada.
— Lo que buscabas Annya — sonríe de lado, tomando la botella de whisky.
— Em... Si, si lo encontré.
— Bien lleva esto al joven de aquella esquina— me da la charola para llevar la cubitera donde está la botella de whisky acompañado de un vaso de vidrio y hielos.
Mierda, respiro hondo dirigiendome en dirección a Zeus, joder se me están enfriando las manos.
— Su trago, señor— hablo sería sin mirarlo preparando el whisky.
— Señorita Daniels, ahora me desconoce— su voz gruesa me hace apresurarme para alejarme.
— Que disfrute la noche, con su permiso— me alejo lo más rápido posible, ignorandolo.