Fuego || Trueno

|Capítulo 36|

No se en que momento llegaron Manuel, Valentin y Cata para ayudarme. No se en que momento termine en la camilla de un hospital. Tampoco se que me hicieron esos tipos. No tengo idea de nada de lo que paso después.

— Bri, ¿cómo te sentis? — me preguntó Cata, entrando a la habitación.

La mire y no pude contener las lágrimas, no quería hablar, sólo llorar y dejar de sentirme así de sucia.

— Ya esta, ya estas con nosotros y te prometemos no dejarte nunca más sola. — me envolvió en sus brazos y hundí mi cara en su pecho. — Perdóname Bri, si yo te hubiera acompañado esto no hubiera pasado, fue mi culpa.

Bajo su cabeza y rompió en llanto ella también. La mire y negué, ella no tiene la culpa de nada.

— No es tu culpa, no te sientas así. — susurré en un hilo de voz, y nos volvimos a abrazar, ambas conteniendonos.

No se cuanto tiempo estuvimos abrazadas sin decir ni una palabra, solo llorando en silencio. Le agradecía por entenderme tan bien y saber que ahora solo necesitaba esto, su silenciosa compañía.

Nos separamos cuando un médico entró a la habitación. 

— Buenas tardes chicas. — nos saludó, y su mirada cayó en mí, me regaló una sonrisa alentadora que agradecí con una breve sonrisa desganada. — Ya hicimos los estudios necesarios y llegaron los resultados. Por estos pudimos comprobar que no hubo ningún tipo de penetracion, ni daño interno. — cerré los ojos y solté un suspiro, sentí como si me sacarán un peso de encima. — Pero si tenes variados golpes. El labio lastimado, moretones en la zona del abdomen, las piernas, los brazos, las muñecas, el cuello y la cara, pero ninguna lesión de mayor gravedad. Así que hoy te traemos el alta para que la firmes y puedas volver a casa. Pero antes va a venir la policía para tomar tu denuncia. Cuidense, nos vemos chicas.

El doctor salió de la habitación y volví a caer sobre la cama. Por un lado me da mucha tranquilidad el saber que no paso a mayores, pero también me sigo sintiendo sucia recordando esas manos pasar por todo mi cuerpo, aunque gran parte no lo recuerdo porque según el médico que me visitó hoy temprano, tengo amnesia disociativa causada por el estrés del momento. La cual genera que me olvide de determinadas cosas.

Eso en parte lo agradezco porque no se si soportaría recordar casa minuto de ese horrible momento.

— Bri, voy a dejar que pasen tus tíos, ¿sí? — me comunicó y asentí.

Dejó un beso en mi frente y salió de la habitación, para después aparecer mis tíos.

— Ay Brisa. Dios, que bueno estas bien. — mi tía se acercó y me estrujo en sus brazos, haciéndome soltar una queja por el dolor. — Perdón no me di cuenta de los moretones.

Mi tío estaba al lado de ella mirándome con preocupación y sus ojos cristalizados. Se acercó y dejo un suave beso en mi frente.

— ¿Cómo te sentis?

— Más o menos. — susurré bajando mi cabeza con vergüenza.

— No sientas vergüenza, vos no tenes de que avergonzarte, esos hijos de puta si, por lo que hicieron y por lo asquerosos que son. — mi tía quito varias lágrimas de su cara y continuó. — Vos no tenes la culpa de nada, sos una persona preciosa que se merece lo mejor.

— Si Brichu, vos vas a superar esto y acá vamos a estar todos nosotros para ayudarte. — esta vez habló mi tío, dando un leve apretón en mi mano.

— Gracias tíos. — estire mis brazos para que me abrazaran.

—  Y Bri, tus padres están en España en un viaje por negocios pero nos dijeron que mañana a primera hora están acá, no vienen antes porque no tienen vuelo.