|Capítulo 3|

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—¡Valentín, idiota te extrañe!— me tiré a sus brazos y él acepto gustoso.

—Yo también wacha. Aunque hace una semana te fuiste— ambos reímos.

Me separé de Valen y saludé a mis tíos con el mismo entusiasmó.

Literal que amo a estas tres personas más que a nadie. Son la familia perfecta que siempre quise tener en casa. Aunque mis tíos son como mis papás, porque les cuento absolutamente todo lo que me pasa, y Valen es como mí hermano mayor.

Llegamos a su casa y me recibió ese olor hogareño que caracteriza a algunas casas y que a mí me fascina, porque es algo que me hace sentir en mí hogar.

Mis tíos no son personas de alta sociedad, no tampoco con muchísimo dinero. El necesario para vivir una vida normal. Tampoco tienen una mansión, al contrario tienen una pequeña casa con tres habitaciones, un baño, la cocina, y la sala. Simple y hermosa. Tampoco son los dueños de empresas mega reconocidas. Son dueños de un pequeño emprendimiento, el cual tienen hace diez años. Una tienda, como si fuera un mini supermercado.

Y así viven felices y contentos. Ellos son el claro ejemplo para mí que el dinero no compra la felicidad y que podes no tener tanto y ser mil veces más feliz que un millonario.

Mis padres nunca vienen a visitarlos por lo que ya todos sabemos. Ni tampoco se hablan demasiado con ellos, a penas y si saben que tienen dos hijos, los cuales ya son mayores.

—Brichu te hice el pastel de chocolate ese que tanto amas, vení— mí tía me llevo a la cocina donde había un enorme pastel bañando en chocolate.

—Ay, sos la mejor tía. ¡Gracias, gracias!

Me sirvió un trozo y se me hizo agua a la boca al probarlo. Es lo más rico que comí en mí vida.

—Fue mí idea que te lo haga, no me quites créditos amor— apareció por la cocina mí tío.

—¿Ya les dije que son los mejores y los amo?— me levanté y les di un beso en el cachete a cada uno.

—¿Y para mí no hay beso, ni tampoco te amo?— preguntó haciendo un puchero Valen, desde la puerta de la cocina.

—Dale tonto. Sabes que te amo mucho a vos— me acerque y le di un beso y un abrazo.

(...)

—Voy a visitar a Cata. Vuelvo en un rato— les avisé a mis tíos y ambos asintieron.

Ya hacían unas tres hora que había llegado y me la pasé desempacando cosas.

Tenía ganas de dormir un siesta pero si mí amiga se entera que estoy acá y no vine a saludarla, me caga a trompadas. Fijo.

No le había avisado que venía por lo cual quería sorprenderla.

Llegué a su casa que estaba a dos cuadras de lo de Valen. Y golpeé la puerta.

—¡Hola Bri!— la mamá de Cata dejo un beso en mí mejilla y me hizo pasar —Cata está en su pieza. Me parece que está durmiendo.

—Gracias, Katy. Voy a despertarla con mí linda presencia a esa morsa— ella rio y se fue a la sala.

Entre a la pieza de Cata y la vi tirada boca abajo durmiendo. Enseguida se me ocurrió tírame arriba de ella para despertarla.

—¡Catita!

Se despertó en un segundo, muy asustada.

—Eh. ¿Brichu, sos vos?— me miró confundida y se pasó la mano por la cara para despertarse.

Fuego || TruenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora