|Capitulo 20|

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Desperté porque sentía como algo me lamía la cara, literalmente. Y no es una sensación para nada linda.

Abrí mis ojos rápidamente y me encontré con una bola de pelos negra, con su lengua babosa colgando fuera de su boca.

—¿Te gusta, Brichu?— preguntó Emi el cual no había notado que estaba al lado mío.

Lo mire con los ojos bien abiertos.

—Me asustaste wachin— le dije riendo. Él me saco a la bolas de pelo de arriba mío y empezo a acariciarla. 

—Perdón, en realidad no sabía que estabas en casa, sino no hubiera entrado así al cuarto— sonrió avergonzado y enseguida sus cachetes se pusieron colorados.

Es una ternurita este niño.

—Na, no pasa nada Emi— mire a mi costado y Teo todavía dormía sin enterarse de nada —¿Como se llama la bolita de pelos?

Agradezco al cielo haberme puesto la remera de Mateo antes de dormir y estar tapada, porque sino este momento sería muy incómodo.

—Se llama Black— sonrió orgulloso mirando al animal —¿No es lindo?

La bolita de pelos se había bajado de los brazos de Emi y ahora estaba jugando con una de los pilusos de Teo, que estaba tirando en el piso.

—Es precioso. ¿Lo encontraste?

—Si, lo encontramos con papá cuando veníamos de camino para acá. Y él me dejó traerlo para cuidarlo— dijo emocionado —Bueno, con Balck nos vamos a jugar afuera, cuando Matu se despierte vengan, así jugamos todos.

Fue hasta donde estaba el perro y abrió la puerta para después salir ambos corriendo.

Volví a cerré los ojos, pero alguien (que ya sabemos quién es) empezó a darme besos en el cuello.

—Pense que no se iba a ir más mi hermano— susurro en mi oído al mismo tiempo que dejaba besos por ahí también.

—¿Estuviste despierto y te hiciste el pelotudo para no hablar con el lindo de Emi?— abrí los ojos y lo mire divertida.

—Es que sino se iba a poner muy pesado con que me levanté y no quiero— escondió su cara en mi cuello y me apretó contra él.

Los hermanos Palacios son tiernos por naturaleza, ya está no quedan dudas.

—Igual nos tenemos que levantar Teo, son las...— mire la hora en mi celular —doce y media, casi una del mediodía.

—Pero tuvimos una noche muy agitada, estoy cansado— hizo un puchero que daban ganas de morfarselo a besos.

—Que poco aguanta el trueno. Al final mucho salamandra mucho que se la ponga de bufanda, pero tres seguidos y no se levanta más— me burle jodiendo.

—Mira que está salamandra es la reina de la selva— sonrió con picardía —Ya volvió para otra batalla.

Solté una carcajada bastante sonora.

—Se despertó con muchas ganas está salamandra— lo acaricie por encima de el bóxer —Pero lamento decirte que van a tener que tratar con ella tú mano y vos, porque tú padre y hermano están ahí afuera.

Él me miró con ojos de corderito pero me negué.

—No quiero calmarla yo solo— dijo y me encogí de hombros.

—Toca manuela hoy campeón— le di un pico y me senté en la cama —La próxima prometo compensartelo.

Él soltó una risita y asintió. Se levantó con la mano tapando su notable amigo despierto y corrió al baño.

Fuego || TruenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora