|Capitulo 13|

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Ya estabamos en el bondi que nos llevaba a Mar del Plata.

Nunca pensé que viajar con estos pibes iba a ser tan bueno. Llevamos dos horas de viaje y en este tiempo la mayoría de ellos se tiraron tremendos freestyle con una base que pusieron en un celular.

Y después armaron minis batallas.

El bondi era una locura.

Ahora ya se quedaron más tranquis aunque se sigue escuchando música a todo lo que da, y siguen las risas.

El Mks es el alma de la fiesta, literal. Sin el yo creo que esto no sería lo mismo. Le mete toda la onda junto con Sub, Nacho y Klan.

—Literal que esté está siendo el mejor viaje en bondi de mí vida— comenté y Mateo se cago de la risa.

—Me alegra que te sientas cómoda entre nosotros, Isa— dejo un beso en mí cachete y los pibes le chiflaron.

—Ay, ya se puso amoroso el truenito— grito Nacho y todos nos reímos.

—Conseguite una chica Nacho, no sea cosa que te mueras virgen— le acotó Teo.

De fondo se escuchó un "Uhh" de todos nosotros. Nos encanta el bardo.

—Me la re acostaste wacho— se rió el Nachito —Igual bien que me la acotas acá, pero la jornada pasada ¿qué pasó, enano?

—Nooooo— gritamos todos y el Mks arranco a golpear el asiento.

—Y con ayudin de los jueces suceden milagros, Nachito.

Y ahí nos pusimos todos como locos.

—¡Déjalo wachin ya está muerto!— gritó el Dto haciéndonos reír a todos.

Lo que se vive en este bondi es épico, la puta madre.

(...)

Ya todos nos habíamos instalado en las habitaciones del hotel. La del Teo gracias a dios es enfrente a la mía. Yo me pague una individual pero la de los pibes son de a dos. Y Mateo estaba compartiendo habitación con el Manucho, cosa que me encanta porque me llevo bien con los dos. Y eso quiere decir que puedo ir a atomizarlos cuando me aburra.

—Hola wacha.

Mateo entro a mí habitación como Juan por su casa, y se tiró en mí cama.

Creo que el que va a venir a atomizar seguido va a ser él.

—¿Ya me extrañas? Recién paso media hora, Teo— bromee.

—Te extrañaba mucho, sí.

Se acercó, me abrazó por la cintura y escondió su cara en mí cuello dándome cosquillas.

—Deja de darme esos besos, me haces cosquillas— me queje retorciendome toda.

—¿Hablas de estos?— empezó a dejar más besitos.

No me puede aguantar y solté una carcajada.

—Dale Mateo, quédate quieto.

Él lo siguió haciendo por gusto, y para peor empezó a tocarme la panza, dónde tengo muchísimas más cosquillas.

—Ta... Para boludo...— dije entre risas.

—Dame un beso y paro— acercó su cara a la mía y le plante un beso sin pensarlo.

El beso empezó con ganas, nada de tranquilidad o suavidad, nono, acá chapamos fuerte. Pero nos empezamos a quedar sin aire y nos separamos.

—Me avisaron que en una hora vamos a poder salir del hotel— me abrazó de nuevo —¿Qué querés hacer en este raro que nos queda?

Fuego || TruenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora