|Capítulo 38|

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Mateo.

Golpeé un par de veces la puerta, pero no recibí respuesta alguna. Pase con nerviosismo mis manos por mi pelo y hable.

— Gala, soy Mateo. Abrí así hablamos, por favor. — pedí.

Enseguida se destrancó la puerta y apareció ella con la cara llena de lágrimas.

— Matu. — lloró tirándose a mis brazos, y enterró su cara en mi cuello. — Yo sabía que ibas a venir, mi amor.

Me quede congelado por unos segundos sin saber que decir o hacer, cuando salí del trance la aleje con cuidado y ella me miró con una sonrisa.

¿Como puede pasar de llorar a sonreír así de fácil? De verdad que no entiendo a esta mina.

— Vení, vamos a sentarnos. — dije agarrando su mano y llevándola a la cama, ella me siguió sin oponerse. — No podes seguir haciendo esto Gala, está muy mal, te haces mal a vos misma. — la mire con lástima.

— Tengo que seguirlo haciendo Matu, así logro que vos vengas y estés conmigo. ¿No ves como si funciona? — sonrío con ilusión. Empezó a acercar sus manos a mi cara para acariciarme, pero las sostuve y bajé a sus piernas con disimulo. —Mira, acá estas.

Dios, esta situación cada día se me va más de las manos.

Desvíe la mirada para evitarme estallar y decirle muchas cosas que solo iban a empeorar todo el doble. Yo sé que tengo que tratar de entenderla porque ella definitivamente bien no está y necesita ayuda, pero es muy difícil. No me entra en la cabeza como alguien busca hacerse daño para llamar la atención de otro.

— No, hacer esto no funciona. Vos tenes que entender que nosotros ya no somos novios, y tampoco vamos a volver a serlo. — Mi voz sonó más dura de lo que hubiera querido y sus ojos se llenaron de lágrimas, otra vez.

— ¡Es por esa! ¿La queres a ella y a mí no? — gritó con molestia, mientras se levantaba de la cama. — ¡Ella te alejo de mí, date cuenta! No entiendo que le ves que a mí no. Mateo, yo soy todo lo que te mereces y necesitas.

Empezó a caminar de un lado para el otro con desespero, tiro varias veces de su pelo y su respiración se aceleró.

— Para, tranquilízate. — pedí acercándome, quise tocarla, pero se alejó. — Gala, no te pongas así, dale, tenemos que hablar esto tranquilos.

Ella sonrió con cinismo y agarró la cuchilla de la mesita, donde también estaba el tarro de pastillas. Volví mi atención a ella que estaba presionando la cuchilla sobre su muñeca, y me asusté.

No tengo ni la mínima idea de que hacer, trato de tranquilizarla y lo empeoro, solo la cago cada vez peor.

— Matu, vos tenes que quererme solo a mí. — demandó enojada. — Nosotros somos perfectos juntos, estamos hechos el uno para el otro, y nadie puede impedir eso.

— Gala. — suspire frustrado, esto no está yendo para ningún lado. — Vení, sentémonos otra vez a hablar.

Intente otra vez acercarme y ahora si me dejó. Levanté con cuidado mi mano y la lleve hasta su hombro, donde deje suaves caricias para que se relajara. Con mi mano libre quise quitarle la cuchilla, pero no me dejo.

— Espera, prométeme que después de esto vamos a estar juntos como antes. — pidió sollozando y no me quedó otra que asentir. — Te amo mucho, Matu.

No dije nada, solo intenté sonreírle para que no volviera a ponerse a la defensiva. Rápido le saqué la cuchilla y me la guarde en el bolsillo junto con las pastillas.

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⏰ Última actualización: Sep 21, 2023 ⏰

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