Una chica Astuta

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Segunda Parte: Dolor

Capítulo 11: Una chica Astuta.

Fueron segundos sin saber que hacer o cómo reaccionar, pero un fuerte corrientazo les hizo levantarse a toda velocidad y comenzar a vestirse de manera apropiada.

Pero antes de que Severus comenzara a dictarle instrucciones Gennovive ya se habia adelantado.

—Ve tú primero, no podemos llegar juntos—él la miro asombrado, ella era igual de astuta e inteligente que él.

Sin necesitar otro llamado el profesor desapareció en la neblina oscura.

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Malfoy Mannor.

Severus ya se encontraba sentado a la derecha del lord, todos esperaban la presencia de la supuesta “sorpresa” de su señor, él se esforzaba en esconder de su mente que ya sabía de qué se trataba todo aquello.

Al instante apareció entre  las llamas verdes una joven de camisa gris ceñida con una falda negra larga que torneaba sus piernas, traía unos tacones negros con brillos grises y sobre sus hombros una pesada capa de cuerpo, su cabello oscuro relucía y su rostro parecía el de un ángel malvado.

— ¡Gennovive!, ¡Por fin!, ¡Empezaba a pensar que te habías perdido! —alabo el Lord ofreciéndole su brazo para que le acompañara.

Por lo bajo Bellatrix gruñía como una fiera.

—Lamento la demora mi señor—susurro Gennovive adaptando esa actitud sumisa que le fascinaba a Voldemort.

—Mortifagos quiero presentarles a una buena discípula mía… viene desde Rusia y está estudiando para ser mi sanadora y medimaga, respétenla como a mí—con esa simple frase les advirtió lo que les esperaba si se le acercaban más de lo debido los mataría lentamente.

Todos hicieron un inclinamiento en la cabeza a modo de respeto, ella se sentó al lado del lord y al frente de Snape.

—Severus, tú ya la debes de conocer—apuntó el lord observándolos con curiosidad.

—Sí mi señor, le doy a la señorita clases en Hogwarts de pociones y venenos—dijo el pelinegro arrastrando las palabras en un susurro estremecedor.

—Confió entonces en que cuidaras de ella—le advirtió con sigilo, Snape asintió—. Bueno estamos aquí para tratar nuestro próximo ataque a los Muggles, habrá una marcha en Londres mañana, atacaremos allí—sentencio sin dar lugar a replicas.

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Después de una reunión aburrida, Snape ya estaba previniendo la manera de contarle a Dumbledore y salvar a esos Muggles, mientras que Gennovive se esforzaba por mantenerse despierta.

Cuando por fin termino todos empezaron a levantarse pero el lord les interrumpió.

—Severus, Gennovive, quédense—ella maldijo por lo bajo intentando controlarse mientras que Snape casi temblaba de miedo a ser descubierto.

Con lentitud volvieron a sentarse mientras el lord los observaba complacido.

—Hace días le comentaba a mi discípula que debido a la muerte de Jacobo, su prometido—Snape se asombró, ¿no tenía dieciséis años? —. Había quedado soltera de nuevo y ya era hora de arreglarle un buen matrimonio…, luego me puse a pensar quien podría ser el candidato perfecto. ¿Y adivina quién se me ocurrió Severus? —el pelinegro rezaba un mantra.

Yo no, Yo no, Yo no…

— ¿Quién mi señor? —susurro sumiso.

—Analizando entre mis mortifagos más fieles, y los más capaces, y por supuesto el que le conviniera más a la dulce Genn, llegue a la conclusión de que serias tú Severus, tú te casarás con Gennovive Romanov—Y en ese mismo segundo el mundo de ambos se rompió en miles de pedazos.

— ¿Yo mi lord? —intento que su voz no se quebrara al hablar.

Genn pensaba millones de cosas por cada segundo que transcurría, volvía a estar atada, nunca fue libre en verdad, solo cambiaba un dueño por otro.

—Se casarán en las vacaciones de infierno, que ya están muy cerca, espero que disfruten su último mes de soltería, la ceremonia se realizará aquí—siseo disfrutando ver las reacciones de miedo en ambos.

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Eran pasadas las tres de la mañana cuando ellos regresaron al castillo, en silencio uno al lado del otro, sin saber muy bien que decir o por dónde empezar.

Gennovive luchaba por contener sus lágrimas mientras tomaba la dirección a la Torre Slytherin.

Pero un brazo la detuvo y la hizo voltear con brusquedad.

—Yo no deseo esto, de la misma manera que tú. Pero tenemos que obedecer sus órdenes—su voz era como una caricia en la noche, ella se estremeció.

—Tú no lo entiendes… toda mi vida he estado presa, por mis padres, por Voldemort, ahora por ti—gruño haciéndose la fuerte.

—Yo no seré tu carcelero, pero no voy a desobedecer una orden directa, tú sabes lo que eso significa—gruño.

—Tengo miedo—musticio ella demasiado cerca de Snape.

Maldición… ¿Qué me está haciendo esta mocosa?, pensó él confundido al sentir su cuerpo calentarse ante la cercanía.

—No lo tengas, eres una chica astuta, una Slytherin, enfréntalo—murmuro él a escasos centímetros de sus labios antes de dar la vuelta y dejarla allí, aturdida en medio del pasillo.

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— ¡Quiere que me case con ella! —gritó en el despacho del director un alterado profesor de pociones.

—Eso es interesante—murmuro Albus en pijamas sentado en su escritorio.

— ¿Oh te parece interesante? —siseo con voz tenebrosa—. ¿Es que tú estas demente? —chillo caminando de un lado al otro.

—Vamos Severus, así tendrás a la futura mortifaga controlada…—intento razonar Albus.

—Ella no es una de esas…—gruño Snape molesto.

— ¿No me digas que en unas horas le has tomado cariño?, ¡Te recuerdo que esta mañana viniste dispuesto a matarla a este mismo despacho! —le recrimino.

—Oh vete al diablo—musticio yéndose de nuevo como alma que lleva el diablo.

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—Al parecer la ha comprometido con uno de sus vasallos—susurro Frederidge leyendo la carta confundido ante la expectativa de toda su familia.

— ¿Con quién? —gruño Agatha.

—Un tal Severus Snape—musticio.

Lentamente Nicolás Romanov salió huyendo de ese salón, pensando solo una cosa… si ella no es mía, no será de nadie. 

La Mujer de Severus Snape #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora