Gennovive Romanov pertenece a una familia de mortifagos Rusa. Toda su vida ha sido planificada, se casará con Jacobbo Smirnof, hijo de uno de los sirvientes del Lord, tendrá hijos y se unirá a la causa cuando el señor Oscuro regrese.
Pero sus plan...
—Es... sin duda idéntica a su madre—siseo Lord Voldemort fascinado ante Lola Snape... Genn se estremecio al escucharle hablar así de su hija. Su pequeña princesa, presentársela a ese bastardo había sido una de las cosas más difíciles que había hecho en su vida...—Me siento complacido, han hecho excelente su tarea.
Severus tragó en seco sin saber muy bien que quería decir.
—Necesito una heredera, alguien que siga mi legado... por eso propicie su matrimonio, por eso les pedí que concibieran una vida; necesito la vida de su hija.
Fin del recuerdo.
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Genn miró cómo su pequeña hija dormía plácidamente en su cuna de madera blanca, tragó en seco nerviosa... no dejaría que ese ser tocara a Lola, no lo permitiría. Ahora todas las piezas hacían clic en su cabeza, cómo un engranaje incomodo... La muerte de Jacobbo, su boda con Severus, aquel designio tan extraño.
Lord Voldemort necesitaba una heredera, y había decidido que sería su hija, había planeado todo desde el principio.
Lord Voldemort necesitaba un Horocruxe de carne y hueso para que siguiese su legado.
Lola era tan pequeña, aún no cumplía su primer año... aún no la llamaba mamá, Voldemort no tenía derecho... no podía ser cierto.
Pero lo era.
Escucho ruidos abajo, apretó su varita contra su pecho y salió a ver quién podía ser.
Era su esposo que había llegado de una reunión de emergencia en la orden.
El asunto de Lola no lo sabía nadie más que ellos, Voldemort y Dumbledore.
No era seguro siquiera contárselo a Daniel.
— ¿Qué te dijo?
—Qué siguiésemos su plan hasta que él le encontrase refugio a Lola, la oscuridad ya ha llegado Genn—gruño frustrado, ella le miró horrorizada.
— ¡No voy a dejar a mí hija! —chillo escandalizada.
— ¿No lo entiendes?, A los ojos de Voldemort ella...—Severus tragó en seco—. Ella no es nuestra.
No pudo controlar el ataque de ira que sacudió su cuerpo, antes de que se diese cuenta estaba sobre Severus golpeándolo salvajemente... él no opuso resistencia, la dejo desahogarse contra él, Severus la dejo drenar todo lo que él contenía apenas por dentro.
— ¡Ella es mía!
—Ella es nuestra—corrigió Severus inmovilizándola contra el muro de la cocina—. Y no voy a dejar que Voldemort la lastime, no voy a dejarle.
