Los designios del Lord

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Cuarta Parte: Secretos.

Capítulo 24: Las demandas del Lord

Gennovive se tomó la cabeza entre sus manos sintiendo un dolor profundo que masacraba su mente. Severus no estaba mejor que ella, se tomaba el puente de su nariz intentando pensar algo para salir de aquella situación. Para evitarle más dolor a aquella chica.

—Severus yo...—empezó Genn con el pánico recorriendo sus venas, Severus la corto.

—Lo sé, lo sé. Tenemos que pensar en una excusa muy buena Gennovive—susurro angustiado—una excusa perfecta. ¡Tenemos que convertirnos en actores magistrales ante el lord si queremos salir de esta situación! —exclamó.

—Y si digo que soy estéril...—propuso.

—Mandará a examinarte y se dará cuenta que diste a luz—respondió él frustrado.

— ¿Y qué haremos entonces? —susurró Genn mortificada.

—Cuando llegue el momento Gennovive, diremos que... él del problema soy yo—siseo solemne.

En ese momento Genn le amó, le amó aunque él le había dicho que no debía hacerlo.

Fue la primera persona que no le importo mancharse a sí mismo por ella, ese fue el gesto más desinteresado que alguien hizo alguna vez por su persona.

Ella tomó sus manos entre las suyas y él la miró.

Fue solo una mirada.

Eso bastó para encender todo lo que guardaban por dentro.

Todo el deseo.

El agotamiento.

El odio.

La lujuria.

Severus la tomó del cabello con fuerza y le profanó la boca con sus besos.

Genn se dejó hacer asombrada por su ataque de profundidad, en pocos minutos estaban en la habitación y él la estampó contra la puerta sin contemplación alguna, Gennovive gimió poseída de placer. Severus no se molestó en quitarle toda la ropa, le subió la falda hasta sus caderas y la voltio quedando de espaldas a él.

—Oh... Sever...—no la dejó terminar, ya le había hecho las bragas a un lado y había introducido dos dedos en su interior. Genn estaba de puntillas y por segundos sintió que levitaba.

—Maldición Genn, ¿Por qué me descontrolas? —gruño en su oído desenfrenado embistiéndola sin piedad con sus dedos.

Severus la tenía al borde del abismo y justo antes de hacerla llegar sacó sus dedos para reemplazarlos con su hombría, la penetró lentamente gozándose de sus sonidos, gozándose de cada centímetro de ella.

De cada curva.

De cada poro.

— ¿Por qué te comportas así de bien conmigo? —Chillo entre sus embestidas, Genn no podía responderle, estaba ocupada en no desmayarse del placer—. ¿Por qué no me odias como todos los demás? —gruñó mordiendo su hombro.

Genn gimió echando la cabeza hacia atrás, mientras se esforzaba por no desplomarse, Severus la sostuvo de las caderas mientras aumentaba el ritmo.

—Severus por favor—pidió ella sin saber en realidad que quería, el orgasmo se arremolinaba en su vientre bajo haciéndola delirar.

— ¿Qué es lo que quieres? —preguntó él con auténtica arrogancia penetrándola más profundo.

—Más... más rápido—chillo sintiendo como se acercaba al borde cada vez más.

La Mujer de Severus Snape #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora