El Requiem del final

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Parte I: Pecado

Capítulo 1: El Réquiem del Final.

En la fiesta del pequeño pueblo Ruso  -lleno de Magos- todo el mundo reía y bailaba. Estaban celebrando el setenta y cinco aniversario de Millicent Falls. La fiesta se llevaba a cabo en la plaza central, era una recolección para construir la nueva casa de reunión en la colina, todos los jóvenes, cada ser habitante del lugar y alrededores estaba presente para ayudar y colaborar.

El Jefe del pueblo, sangre pura que defendía la pureza de la sangre. Su nombre era Frederidge Romanov y su esposa Agatha Romanov estaban aquí junto a toda su familia, todos adoraban a esa pareja y a sus hijos. Eran el hogar perfecto, envidiable e impecable que todos añoraban.

En especial ahora que, para dar el buen ejemplo y unificar a las familias, habían agrandado su enorme casa aún más para acoger al resto de la familia lejana. Charlise, el hermano de Frederidge, su esposa y sus hijos y esposos. Todos creyentes y devotos a sus ideales extremistas, fieles seguidores del que no puede ser nombrado.

Charlise y su mujer, Esmerald tenían un hijo llamado Mikalei, que se casó con una pocionista que había pertenecido a los protegidos del señor oscuro, Alissha, y una hija llamada Rosalí que se casó con el Medimago del pueblo, también Sangre Pura, Nicolás. Rosalí era estéril, no podía tener hijos, pero desde hace dos años la pareja esperaba un milagro mágico, este año si no había resultados, se rendirían y buscarían otra opción. Alissha tenía un pequeño de dos años llamado Damián.

Frederidge tenía una hija, su preciosa muñeca, Gennovive, ella contaba con dieciséis años de edad y estaba comprometida con el hijo de su mejor amigo Baltazar Smirnof, magos que sirvieron de ayuda al señor oscuro en su momento. Su hijo Jacobbo e Gennovive habían estado destinados toda su vida y se casarían el año entrante.

Gennovive, amaba a Jacobbo, lo amaba con fuerza y con todos los sentimientos que una joven podía profesarle a otro joven. Estaba feliz, dichosa y plena por su próxima unión, tenía la vida perfecta, el novio ideal, la familia más hermosa y toda una vida por delante.

Nada saldría mal.

Ya graduada de la escuela de magos rusa, no podía pedir más.

Era el modelo a seguir de todos.

Gennovive, estaba sentada en una de las mesas acompañada por Jacobbo y sus amigos, También de sangre pura, Sillverit, Ester, Lilith, Shammon, y Percyval.

— ¡Y entonces el pato dijo cuak, cuak! —exclamo Jacobbo y todos estallaron en risas y carcajadas, no porque fuera un buen chiste, sino porque era tan malo que provocaba risa.

—Cariño, creo que has tomado demasiado ponche, ya empezaste a contar tus chistes—dijo Gennovive sonrojada mientras le daba un casto beso a Jacobbo, este frunció el ceño.

—Me amas así cariño—contesto muy pagado de su mismo.

—Por supuesto—contesto ella sin titubear, otro beso.

— ¡Vayan a hacer sus cochinadas a otro lado! —exclamó Lilith divertida

— ¿Genn me buscas un poco de ponche? —pregunto Ester sonriendo.

—Claro—susurro sumisa la castaña sonrojada hasta el cuello. Salió del fuerte agarre de su prometido y camino hacia el extremo oscuro de la plaza donde la señora Cope servía los tragos.

Ella se había vestido hermosa para la ocasión, con un vestido de color champagne que le llegaba por encima de las rodillas de seda que se adhería a su cuerpo de una manera elegante, tenía brillos que la hacían resaltar en aquel lugar, y unas preciosas zapatillas del mismo color.

La Mujer de Severus Snape #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora