Preparativos Nupciales

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Tercera Parte: Oscuridad.

Capítulo 14: Preparativos Nupciales.

Sábado, Gennovive detestaba los sábados. Ella detestaba todos los días del año en realidad.

Lucho contra la pereza y las ganas de morirse y se levantó de la cama. Sus compañeras reían y saltaban entusiasmadas, entonces  lo recordó. Hoy vamos a Hosmeadge.

Perfecto, susurro con un gruñido animal mientras se encerraba en el baño. Jadeo cansada aferrándose al lavado, no quería mirarse al espejo pero fue imposible. Daba pena, ojeras marcadas, piel seca, cabello opaco, el maquillaje corrido.

Aguanto las lágrimas mientras se lavaba el rostro limpiándolo de todo maquillaje. Aplico una poción revitalizadora para intentar lucir decente, se lavó los dientes y se dio un baño rápido.

Cuando salió no había nadie en la habitación, sonrió con desgano, ¿era tan intimidante así?, tomo un jean negro ajustado que le marcaba sus tonificadas piernas, se puso una camisa de tirantes negra y sobre eso una chaqueta beige muy  elegante, junto a eso tomo sus botines negros puntiagudos y su bolso de diseñador.

Ato su cabello en una coleta desordenada mientras salía a toda prisa hacia Hosmeadge, los  niños iban de aquí para allá mientras ella intentaba encontrar a Daniel.

Lo vio hablando con una Ravenclaw en la esquina y recordó el odioso baile de navidad, ¿con quién iría?

Estarás casada… eso debería responder tu pregunta, pensó con amargura.

Suspiro resignada mientras que se marchaba escaleras abajo, no interrumpiría aquello que se traía Daniel con la chica.

Buscaba la fila de los Slytherins hasta que la encontró en una esquina, una fila enorme de alumnos entregándole a Severus Snape sus permisos firmados; cuando llegó su turno ella busco algo en su bolso, un viejo pergamino de su madre sirviéndole de autorización.

Él leyó lentamente el pergamino para después devolvérselo con brusquedad y darle una profunda mirada mientras le hacía señas para que siguiera a sus demás compañeros.

Gennovive casi sale corriendo, suspiró, ese hombre alteraba sus nervios de una manera inhumana, pero tenía una tarea que hacer, camino con decisión hasta llegar al famoso pueblo por el cual se perdió al instante, no tenía mucho tiempo.

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Pasó  por la tienda de dulces y las librerías del pueblo hasta que llegó a una boutique muy antigua y lujosa, ¿quieren que me case?, ¡Pues elegiré el vestido más costoso del lugar! Siseo con malicia antes de entrar.

Una mujer mayor muy elegante y seguramente sangre pura era la encargada de la tienda, esta estaba llena de telas, medidas, bocetos y los vestidos más exageradamente caros de la región, hermosos sí, pero bastante ridículos.

¿En qué puedo ayudarle? —dijo con un falso acento francés mirándola despectivamente.

Gennovive bufo, ¿esta que se ha creído? Pensó molesta.

—Busco un vestido de novia—siseo.

—No creo que aquí haya vestidos para…—la corto en plena frase.

—Dele el vestido más hermoso que haya madame Brooks, yo lo pagare—dijo una voz profunda a sus espaldas, Genn sonrió con sorna al ver la cara de la mujer.

Su sonrojo era bastante extravagante y no hallaba donde esconderse de Severus Snape.

Rápidamente fue a buscar varios modelos dejándolos solos, Genn se voltio activa mirándole desafiante.

—Muchas gracias profesor Snape pero puedo pagar mi propio vestido—dijo sin temerle.

—Que no se diga que Severus Snape dejo pagar a su prometida por el vestido—bromeo serio haciéndola sonreír por un segundo—. ¿Además, no debería a acompañarla su madre? —siseo curioso.

No pudo venir—susurro desanimada, pero luego recordó algo—. ¡Tiene que irse, es de muy mala suerte que el novio vea el vestido!—. Dijo Genn empujándolo fuera de la tienda.

— ¡Esta bien! —Gruño serio—tome, páguelo y cómprese todo lo que necesite—murmuro dándole una bolsa de seda verde llena de galeones.

Asintió sonrojada.

—Nos vemos más tarde—murmuro perdiéndose en aquellos túneles negros, él le dedico un guiño antes de irse tan rápido como vino.

Suspiro, Severus Snape sería su muerte, una lenta, lenta muerte.

Entró de nuevo a la tienda y la mujer ya tenía al menos veinte vestidos diferentes que mostrarle.

— ¿El profesor Snape se va a…?—Allí entendió todo, la dependentista le gustaba Snape, sonrió con malicia, la haría sufrir.

— ¿A casar conmigo?, —dios, su sonrisa era igual a la del gato Muggle.

Se hizo la desinteresada mientras se concentraba en los vestidos.

— ¿Cuál te gusta más? —siseo la mujer.

Todos eran hermosos, pero uno supo atrapar su atención; era blanco perla, de satin y seda, era elegante y recatado, muy fino, sobre el escote y en las mangas tenía encaje y brillantes, las mangas le llegaban hasta las muñecas en un fino diseño y la falda se extendía al suelo en muchas capas de tela suave y voluptuosa en una larga cola de princesa.

— ¿Cuánto cuesta ese? —susurro embelesada.

—Quinientos galeones—dijo la vieja presumida.

—Lo quiero —gruño riendo mientras le daba el cuarto de la bolsa.

—Muy bien, es tuyo, ¿te lo probaras por si hay que arreglarle algo? —comento despectiva.

—Sí—siseo Genn sin prestarle atención.

Fueron a los probadores y la joven se desprendió de sus ropas mientras se probaba el espectáculo de vestido, le quedaba como un guante; al verse en el espejo ella inconscientemente se puso las manos en el vientre mientras miraba su reflejo con nostalgia.

Si pudieses verme bebé, ¿estarías orgullosa de mí?, pensó evitando las lágrimas.

Al darse cuenta que no estaba sola se voltio con actitud.

—Empáquelo por favor, ¿podría ver las zapatillas? —pregunto sonrojada.

Me enseño un par que venía en una caja dorada, eran blanco platinado, muy clásicos con  solo una flor amarrada en el tobillo, eran justo como el vestido.

—Son cien galeones—Genn asintió sin importancia entregándole el dinero.

— ¿Ya eligió la ropa interior? —dijo la mujer por lo bajo… No habia pensado en eso, suspiro la joven antes de negar y hacerle una seña para que le enseñase algunos modelos.

Se decidió por algo simple, un brasier sin tirantes que venía con una tanga de encaje, ambos de color blanco, junto a eso el famoso liguero francés que sostenía las medias color durazno.

Puso algunas cremas de aromas suaves, un nuevo perfume y unas nuevas esencias de baño.

Aún le quedaba doscientos galeones que decidió guardar.

Salió de la tienda llena de bolsas y cajas que minimizo y ocultó en su bolso mientras paraba a comer en el restaurant.

Entonces vio algo que la dejo pasmada, Nicolás estaba allí esperándola. 

La Mujer de Severus Snape #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora