Segundo Capítulo

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𝓒𝓱𝓮𝓼𝓱𝓲𝓻𝓮 

"No necesito un mapa que me diga dónde estás,

tú y yo venimos de la misma estrella." 

So Far Away de Mary Lambert


El tiempo se resbalaba por las finas curvas de su creciente melena, habían transcurrido cinco meses desde que dejó su hogar, y aún así se encontraba a sí mismo en cada rincón de la ciudad y lo hacía porque después de todo aquel tiempo, su corazón se volvía aún más tirano, adquiría la forma de un niño ambicioso que se aferraba a la literatura de la antigua Grecia, en donde las historias hablaban sobre un amor divino que nadie podía tocar. Ni el tiempo.

No lo había llamado en ninguna ocasión, se había alejado cómo el cobarde que aprisiona a su alma gemela y la acaricia con un tacto helado. Su corazón comenzaba a oler a carne en descomposición pero aún había una sonrisa cordial en sus labios para cualquiera.

Incluso sonrió cuando se animó a llamarlo y su teléfono estaba desconectado. Aquellos mitos griegos le habían adornado la cordura con fantasmas y se repetía entre las noches de fiesta que era el destino quien los quería lejos uno del otro.

Cuando llamó a su mejor amigo, este le contó cínicamente que se había besado con una chica llamada Sandra y que si no fuese porque su pequeño Louis le había llamado para pedirle que lo recogiera de la preparatoria, Elliot hubiese llegado a más con ella.

Troya ardía con una canción en el arpa y una voz triste en la corriente de sus venas cuando su amigo le confesó tener una discusión con Louis, la cuál terminó en gritos y con el móvil del menor destruido en el suelo. La imagen mental se volvió una tortura por la noche cuando además, Elliot le pidió que si deseaba hablar con su novio, lo hiciera mañana porque estaban durmiendo juntos.

Esa noche pensó que todo había sido inútil, el alejarse, el tan siquiera intentar olvidar a alguien que llevaba en la sangre, un  joven de ojos que se eclipsaban entre los guardianes de sus venas.

Entró al dormitorio que compartía con otro estudiante, sus pupilas brillosas le dijeron todo a  Luca. El chico era un buen amigo, lo había escuchado atentamente cuando sentía que iba detonar como una bomba por lo mucho que extrañaba a su pequeño. Luca creía que debía volver y decirle a Louis que lo quería, pero él sabía que no podía hacerle eso a Elliot,  no era lo suficiente valiente para interponerse entre él y Louis.

Hey, Boucles ¿llamaste hoy al principito?― preguntó Luca con un tono optimista.

―No, no creo hacerlo; no sabría que decirle, además puede que esté enojado conmigo por no haberlo hecho estos últimos meses...―respondió mientras des-anclaba su botas de los tobillos.

―Tal vez sea así Mon amie, ó tal vez, solo tal vez, está esperando que lo llames para contarte que le fue mal en alguna materia. Tú sabes, no todos somos unos genios como tú― aquello lo hizo sonreír de inmediato, el reproche le hizo imaginar el puchero y bufido de Louis mientras lee sus calificaciones.

―Él siempre tenía problemas con las materias relacionadas con lengua, aunque esta parecía tener un gran vocabulario cuando su equipo de soccer perdía. Su entrecejo se arruga al igual que sus labios y lo hace ver tan...― confesó con una voz acaramelada y rubor en las copas de sus mejillas tras encontrarse a sí mismo confesando aquello frente a Luca quien lo grababa con su celular.

Las rosas llevan vendas➳Donde viven las historias. Descúbrelo ahora