Décimo Primer Capítulo

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𝓡𝓮𝓼𝓹𝓲𝓻𝓪


No sabía cómo había llegado a ese punto donde por primera vez en su vida después de tanto, finalmente sentía que todo sería mejor si simplemente desapareciera. Estaba encerrado dentro del baño,  hecho un ovillo con las sábanas de la cama alrededor de su cuerpo, desnudo, mientras escuchaba a Elliot llorar contra la puerta que tenía asegurada con llave.

―No puedes dejarme, no lo harás ― sus repetitivas palabras sabían a amenaza a pesar de que su voz era lejana, Louis intentaba con la poca fuerza que le quedaba retener sus dolorosos sollozos.― Tú me amas ¿no es así? ―no tenía fuerza para hablar, desde que abrió los ojos aquella mañana sintió el dolor calarle en cada milímetro de su organismo, recordando haber sido tan solo un pedazo de carne, a merced de una bestia. ― Yo te amo ― Louis escuchó y cerró los ojos, negando efusivamente a pesar del dolor en su cuello.

―Me violaste...― reclamó tembloroso, abrazándose más más a sí mismo, deseando que aquel chico de orbes verdes apareciera frente a la puerta y lo sacase de esa casa como cuando tenía trece años.

― Estamos casados...técnicamente no lo fue Louis, por favor, ábreme, tienes que, ¿Vas a dejarme?, no puedes— pupilas cristalinas contemplaban el anillo en su dedo y luego las marcas rosadas que dejó la tela con la que fue aprisionado la noche anterior. ― No puedo dejarte ir, Louis, lo siento, yo te amo―mentiras, pensó al apretar las sábanas blancas, intentando limpiar con ellas su cuerpo, deshacerse de la sensación de suciedad.

―Yo no, no te amo ¿como podría después de anoche Elliot? no puedo ver nada de amor en lo que me hiciste, perdón―un fuerte impacto en la puerta le hizo temblar aún más, pero los siguientes sonidos no pudo distinguirlos.

― ¡Solo me engañaste! ― Louis comenzó a negar cuando otro golpe en la puerta hizo eco en sus huesos. ― Pero no te saldrás con la tuya ¿me oíste? Me iré a Boston y si se te ocurre escapar me encargare de desaparecer a tu amiguito del orfanato ¿Cómo era su nombre? ¿Thomas?

― ¡No! No, no― sus piernas reaccionaron involuntariamente e ignorando el punzante dolor abrió la puerta, encontrándose a un chico completamente distinto del que se había enamorado. ―Elliot por favor, si algo queda de ti....

― Hablas cuando yo te lo permita ¿entendido? ― la sábana cayó al suelo, el cuerpo desnudo era expuesto, varios centímetros sobre el aire mientras un agudo quejido intentaba salir de los delgados labios del menor. ― Así es, no abrirás la boca ¿no es así? No serias tan estúpido para acusarme cuando puedo deshacerme de ese lugar antes de que tú puedas dar un paso fuera de esta casa.

Sus pies revoloteaban desesperados en el aire, buscando la firmeza del azulejo y la mano que apretaba su cuello se sentía como un fierro caliente que se cernía en él.

―Te lo advierto― lo dejo caer sin advertencia, al golpear su cabeza con el suelo Louis solo pensó en el inicio del delirio en la pregunta que no dejaba de atormentarle, ¿donde había quedado el chico que solía tener un atardecer en la mirada? Ese no era el mismo que este, este hombre que hacía de su vida un crepúsculo eterno.

Él no sabía de dónde saco la fuerza para arrastrarse hasta su habitación, pero lo hizo entre jadeos y lágrimas sobre las que no tenía control alguno, moverse dolía pero no podía seguir entre esas paredes. Al llegar a su familiar contenedor, se deshizo en un llanto ruidoso, no importaba, sabía que nadie escucharía. Incluso si alguien lo hacía, Louis sabía el control que los Radhav tenían sobre el personal, sabía que Elliot no mentís cuando amenazo con quemar el hogar de Tommy. Cuando sus penas callaron, el silencio le permitió escuchar a Boucles, quien rasgaba la puerta, pidiendo entrar, el animal olfateó el aire, siguiendo a su dueño a la cama y adentrándose en las cobijas con él. Louis intentaba no moverse, pensando que así dolería menos pero solo lo volvía más consciente de cada herida en su cuerpo. La mente se le inundaba con recuerdos que intentaban distraerlo, sacarle de la conciencia.

El joven no podía silenciar esa voz que sonaba a él mismo diciéndole una y otra vez lo estupido que era, que dubo aceptar que nunca conocería el amor, que no lo merecía; era su destino y debió entenderlo antes de buscarlo en la boca del lobo. Sus padres biológicos lo abandonaron, su mamá postiza lo golpeó algunas veces antes de irse también y dejarle solo. La única persona que se escurría en su memoria era aquel chico de irises verdes quién le había abandonado también.

Toma mi mano y no te sueltes amor›  el murmullo en su cabeza fue claro esta vez pero en su condición, todo se sentía como una alucinación. ‹Shh, tranquilo, somos a prueba de balas›

[...]

― ¿Se supone que hiciste esto basándote en Louis y yo?―ambos descansaban en su cama después de que ella le ayudara a empacar algunas de sus cosas para su regreso a Londres. Ella asintió y él sólo pudo admirar el título por encima de la primera hoja del cuadernillo de hojas celestes.

"Las lágrimas del conejo"

― Es solo un borrador― agregó con una sonrisa que le transmitió calma, Harry sostuvo el cuadernillo intrigado y emocionado por saber que él había sido la fuente de inspiración.―Mañana te acompaño a llevar esto a paquetería ¿sí? Léelo y me dices que piensas, ahora me voy porque todavía tengo un último examen por presentar, descansad.

No había transcurrido siquiera un minuto de que ella se despidiese con un movimiento de mano, para cuando él ya estaba leyendo la primera página con la mejilla empapada de lágrimas pesadas que salían de él sin explicación alguna. Es solo una alergia, se mintió a sí mismo.

Orbes azules, el olor de la lluvia y la calidez de una vela sobre mis labios. Vendas, armadura de plata, un llanto ahogado. El sueño; una túnica blanca al igual que la venda que cubría esos ojos azules llenos de lágrimas, llenos de miedo.

Harry se sentó, intentando concentrarse en la lectura, las primeras líneas bastaron para que sintiera su respiración cortarse: "Él sostiene su corazón como un animal herido, suave y de alguna manera urgente, asustado después se aleja para no enamorarse más."

― ¿Harry? ― Luca entró a la habitación con su entrecejo arrugado, acercándose con urgencia hacia su amigo. ― Harry, tranquilo, respira.

Las rosas llevan vendas➳Donde viven las historias. Descúbrelo ahora