𝒜 𝓅𝓇𝓊𝑒𝒷𝒶 𝒹𝑒 𝒷𝒶𝓁𝒶𝓈―Señor Kahler, salga del salón por favor ― la cabeza del menor se elevó como la de una presa descubierta, Louis maldijo cuando miro la clase en que se encontraba y con el maestro con quién no le convenía tener más problemas. El profesor se acercó a la puerta y la abrió con simpleza, señalando que quería que dejase su clase.
― Yo...lo siento ― agachó su mirada apenado pero cuando juntó sus manos sonrió débilmente al ver el anillo en su dedo anular. Mala idea, pensó cuando vio la mirada enfada del profesor Doyle quién era un hombre insoportable cuando los alumnos le irritaban.
―No tendrás derecho a examen si no me entregas una reseña de un libro con al menos cien hojas ¿de acuerdo? ― Louis asintió con un bufido mientras caminaba por el campus de la preparatoria que ahora se encontraba en silencio, al observar su alrededor notó al prefecto y se escurrió entre los pasillos, hasta llegar a la biblioteca.
― Hola Nina ― saludó a la bibliotecaria quien al verlo rodó los ojos y después le mostró una de sus sonrisas amables.― ¿Cómo está la pequeña Sam?
― Dando guerra como tú, el otro día mordió a una de sus compañeras del kínder ― sonrío y Louis asintió orgulloso. ― ¿Qué quieres leer el día de hoy Louis?
― Solo me falta una obra para terminar todas las obras de Shakespeare; ya sabes de cual habló.
― Romeo y Julieta ― respondió con facilidad. ― Pasillo diecinueve, columna R.
― Te quiero Nina ― le sonrió agradecido, aquella mujer le había salvado en sus momentos al borde de reprobar una materia.
― ¿Louis? ¿Llevas maquillaje?
Louis se congeló en su paso y maldijo el haberse quedado dormido y haber aplicado el maquillaje con prisa y sin cuidado. Sus muñecas y cuello eran fáciles de esconder gracias a las prendas invernales, pero aquel golpe en la mejilla, aquel golpe del que pretendía olvidarse cuando en la mañana había un ramo de flores en su puerta.
‹Nunca más volverá a suceder› le prometió.
―Claro que no ― negó mientras daba pasos atrás, sabía que para que fuese creíble necesitaba sonar seguro, tranquilo y tener una buena excusa. ― Solo tengo reseca la piel por el frío ―ella lo fulminó unos segundos y después asintió, claramente no muy convencida.
― Disfruta tu tragedia.
Por un momento el joven sintió que aquello iba referido a algo más que el libro pero se limitó a negar, porque su relación no era una tragedia. Aún no, por lo menos, y si Louis se repetía lo suficiente que sólo estaban teniendo problemas de pareja, entonces eso era.
― ¿Quién es tan alto para alcanzar ahí, eh? ― miró a su alrededor asegurándose de no hacer el ridículo y trepó por la estantería con miedo de que esta se viniera encima suyo. Resbaló cuando ya tenía el libro en sus manos, por suerte nadie vio su caída aún cuando le dolía el trasero. De todo lo que ocurría en su vida en esos momentos, ahí estaba sintiéndose avergonzado por tener que pasar por ese tipo de cosas sólo por ser bajo.
Cuando finalmente se desplomó en la mesa y al abrió el libro, con facilidad se perdió entre el exagerado y sarcástico toque romántico de la poesía en el teatro shakesperiano.
[...]
Romeo. ― (a Julieta) Si con mi mano, por demás indigna, profano este santo relicario, he aquí la gentil expiación: Mis labios, como dos ruborosos peregrinos, están pronto a suavizar con un tierno beso tan rudo contacto.
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Las rosas llevan vendas➳
RomanceObra terminada en Febrero del 2016 Roses wear blindfolds; Violets crack whips; candle wax dripping, teeth biting lips. (Las rosas llevan vendas; las violetas azotan grietas: velas derramando cera, dientes mordiendo labios) ―Michael Faudet, Sunday S...