Vigésimo Tercer Capítulo

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Baobabs


 — ¿Harry?— apareció con su lacias fibras señalando a todas partes, el a perlado azul de sus pupilas sonreía al encontrar a la persona que quería en la habitación.

— ¿Qué haces aquí? ¡Louis vete! — gritó un chico con los labios hinchados de tanto morderse, el niño en la puerta se encogió pero en lugar de huir, corrió hasta los brazos del otro joven en la habitación.

— ¡No! Louis quiere a Harry— se quejó con un puchero expuesto, su frente y ojos se escondían en el suéter del uniforme de su persona favorita en el mundo.

— ¡Vete ó le diré a tu mama que estas molestando! — el mayor de los tres, quien poseía un ceño arrugado ante la conducta de su amigo, abrazó con suavidad al frágil bebé en sus brazos, casi con miedo de que se rompiese mientras este se empeñaba en restregar su rostro en su abdomen.

— ¡Dile! No le importo — Harry abrió sus párpados en sorpresa al sentir las lágrimas del menor empapar la tela de su pijama. Cuando miro a su mejor amigo vio como este se levantaba enojado y salía por la puerta, cerrándola con violencia y haciendo a Louis saltar.

— ¿Bebé? — atendió en silencio, acariciando sin certeza la nuca del más pequeño quien se irguió mostrándole su rostro coloreado de rosa pastel y dos estrellas brillando en su par de ojos tristes.

— ¿Qué es un...—el menor se detuvo y se recogió la manga de su camisa revelando una caligrafía desordenada hecha con marcador sobre su suave piel —...Baobab?— una sonrisa traviesa se asomo en las mejillas del mayor, permitiéndole a Louis observar esos hoyitos que aparecía en el rostro de Harry cada vez que estaba feliz.

—Un baobab es un árbol muy grande que crece en el planeta del principito...

— ¿Qué tan grande? — Louis se acomodaba en el regazo del mayor, dedicándose a jugar con sus dedos pálidos y largos.

—Tan grande que puede destruir todo el planeta del principito.

— ¿¡Pero y la rosa!? El principito no puede permitir que le pase algo a su rosa— en un parpadeo Harry estaba riendo ruidosamente cuando el menor estaba de pie frente a él con un rostro angustiado. Él tomó la pequeña mano de Louis entre la suya y la llevó hasta que esta tocara su pecho.

—Los baobabs no pueden llegar a la rosa, bebé.

— ¡Pero tu dijiste que los baobabs...!

—El principito se encarga de ellos, él coloca un frasco de vidrio para cubrir a su rosa del frío y se encarga de nunca permitir que los baobab crezcan — Louis volvió a su pecho, no muy convencido, escondiendo su abotonada nariz ahí.

—Pero...sí el principito se va algún día, los baobabs romperán el vidrio y lastimaran a la rosa, el principito debe quedarse con su rosa.

—Así es— asintió mientras cargaba al menor fuera de la habitación, temía que Elliot volviera a gritarle al pequeño, sin embargo al salir, Harry no se percató de que su mejor amigo había estado tras la puerta, escuchándolo todo. Había lágrimas en sus ojos, porque su planeta había sido destruido ya, cuando recordaba el rostro de una mujer haciéndole mimos y besándole las mejillas.

Aquella otra mujer que presumía ser su madre y que se pavoneaba por la casa con elegantes prendas y del brazo de su padre, esa no era su mamá. Y él quería saber qué había sucedido, porque su papá le mentía. Pero apenas tenía diez años y en su lugar se preguntaba con coraje porque lloraba después de escuchar a Louis y a Harry hablar.

Las rosas llevan vendas➳Donde viven las historias. Descúbrelo ahora