Primer Capítulo

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𝓐𝓭𝓲́𝓸𝓼 𝓟𝓻𝓲𝓷𝓬𝓲𝓹𝓲𝓽𝓸


― Basta, estamos en público.

Le reprimió con palabras secas, provocando que el valle radiante en su sonrisa se deforestara en cuestión de segundos. Instantes atrás le había rodeado con su calidez y ahora, en un parpadeo, el calor estaba distante como el sol en invierno.

Si el sol se apaga, la luna también.

Elliot se apartó con su teléfono en la mano y ahora las pupilas de un verde madre miraron al menor frente a él, a su bonito niño de ojos azules. Harry apretó los puños, por qué a una hora de partir, había  un vestigio de nubes anunciando lluvia en aquella mirada ¿Cómo podría irse?

―Lou, ¿Recuerdas cuando te leí el libro del principito por primera vez?― el menor se talló los ojos, resistiendo el llanto con una nariz colorada y asintió con mejillas sonrojadas. Mirando al hombre frente a él, quien maldecía y aseguraba en silencio que si él fuera el dueño del amor de su rosa, lo haría feliz siempre.

―Me dijiste que yo podía ser como el principito―Harry sonrió, sobre todas ellas, él merecía el trono.

―El principito es el dueño de su rosa ― las galaxias se escondían en aquellas líneas azules en sus ojos. ― La rosa puede ser muchas cosas, tú...

―A veces  siento que yo soy la rosa, que solo espera ser amada u abandonada― sus delgados labios se reprimieron en decir algo más, algo que Harry siempre se preguntará de qué trataba.

―Le has dado otro significado ¿eh?― acarició su mentón, contemplando su rostro. ―Después de todo no estoy tan loco como decías, principito―su rubor decoraba con gracia aquellas delgadas mejillas, el mayor sintió el dolor de los hilos mientras intentaba romperlos. Él tenía que irse, cortar aquella maraña de tiras rojas; triste y cobarde.

―Siempre has estado loco, pero siempre me hiciste sentir menos huérfano, menos solo― le agradeció su mirada y Harry quería cobrarse el tiempo que lo ha amado con locura, con un beso.

 Pero no era suyo.

― La capa y la espada están aquí ― señaló su hombro y después tomo su mano, besando el dorso.― Louis, yo...―antes de que su corazón pudiese huir de su cuerpo, fue aprisionado en un abrazo.

―Prométeme que no me olvidarás, que si conoces a alguien especial le hablaras de mí. Prométeme que vendrás a verme cuando cumpla años y me contarás sobre lo que aprendiste. Prométeme que yo seguiré siendo el príncipe― y con aquellas palabras el olor a cenizas lo inundó.

‹‹Cuando te canses de tanto amor sin escalera, cuando busques piso a medias y colchón››

―Te lo prometo― se abrazaron uno al otro con fuerza unos segundos más, en silencio. Harry deseaba que ese fuese su hogar, pero no lo era y se iría porque no podía tolerar que no lo fuera.

―Los pasajeros del vuelo A28 a la ciudad de París pueden comenzar a abordar― Harry sonrío por instinto al escuchar aquel número.

―Si vas a decirme que es una señal, guárdalo mejor con tu sonrisa de fanfarrón Walton― las ganas de decirle que su sonrisa era por él se fueron cuando la voz de su mejor amigo lo trajo de vuelta a la realidad y con un rápido movimiento, apartó a Louis.

― Desde los nueve años rompiendo piernas y pintando murales en la escuela.

Harry sonrió ante aquellos recuerdos, tal vez creía que merecía más a Louis que su amigo, pero al final de cuentas, su pequeño estaba enamorado de Elliot y no de él.

Las rosas llevan vendas➳Donde viven las historias. Descúbrelo ahora