Tic Tac
― ¿Sediento? ― preguntó el joven de mirada como el olivo encima de su cuerpo, Louis se juró que aquel par de ojos no dejaban de ser soles, solo que esta vez los miraba y lo único que él podía imaginar era el cielo teñido de rojo mientras, el sol estaba hueco, vacío y miraba al guerrero teñir la paz de sangre.
Intento abrir sus labios para responder, pero llevaba días sin tomar agua, sus labios estaban cuarteados como la tierra durante una sequía. Elliot miró al chico bajo él, aún en ruinas seguía siendo esa hermosa flor en el desierto que en contra de la naturaleza crecía entre las grietas y presumía ser inmortal.
Tic tac, tic tac, tic tac
El mayor salió de Louis y se puso de pie, observando los bonitos colores púrpuras en su cuerpo contrastando con la piel pálida, arrugó la nariz al notar el charco de sangre debajo del brazo donde el menor tenía la cinta empujando la jeringa en su lugar.
―Solo tienes que decirlo y te la quitaré― lo único que salió de los labios blancos fue un quejido, Elliot admiro los ojos casi negros de su esposo, sus iris tan extensos que parecía no haber rastro del pigmento azul y era como ver a un ángel caído, atrapado en un infierno y anhelando volver al cielo.
―Te amo― las esperanzas de sobrevivir unas horas más se agotaban con su intimidad sangrando al igual que su brazo donde la jeringa estaba presionando contra sus venas, en una ocasión intentó sacarla antes de que el mayor comenzará su rutina, pero fue inútil con lo débil que se sentía. Creía que su cuerpo se comía a sí mismo, su estómago se pudría de hambre y de sed. Mentiría todos los te amos que fueran necesarios para obtener aunque sea unas gotas de agua.
―Eso es Louis, yo también te amo ― Elliot dibujó un beso para después regresar con un vaso entero de agua y Louis intentó desesperadamente sentarse para tomarla. ―Tranquilo cariño, primero me desharé de esto... ¿No se sintió bien? ¿Eh? Si comienzas a cooperar más conmigo no tendremos que volver a usarla.
El menor chilló cuando la jeringa salió finalmente de su brazo y luego comenzó a toser por la resequedad en su garganta. El hombre frente a él lo miraba con una sonrisa, sosteniendo la cinta que amarraba sus tobillos para prevenir cualquier intento de escape ó simplemente para jugar. Louis tomó el vaso que le fue tendido pero antes de que pudiera llevarlo a sus labios fue interrumpido con un seseante tirón en su cabello.
― ¿Quién cumple años hoy eh Louis?
―'a-rry―gritó con miedo al encogerse, escuchando el vaso de agua estallar y romperse contra la pared.
Tic tac, tic tac, tic tac.
―Parece que se olvido de ti ¿no es así Louis? Hoy habrá una fiesta en su casa ¿sabías? Des quiere presentarle a Carolina Schneider, él quiere que Harry se case con ella.
― ¡No! no, no ― él estaba seguro de que su grito podía escucharse por toda la mansión de Lauren y Elliot pero él sabía que no había nadie más que escuchará, nadie que lo rescatará. No había ningún caballero de brillante armadura para salvarle como en sus sueños, no había un noble hombre sosteniéndolo desnudo en una laguna, prometiéndole que no nadie estaba sucio por amar.
Sabía que Harry ya no le recordaría, pero quería verlo una última vez, no con sus rizos largos y su flamante pecho, no, cerraría los ojos y se despediría del niño que le contaba cuentos y le tomaba la mano cuando moría de miedo, quién lo sostenía cuando estaba a punto de caerse, él chico con el que jugaba a las escondidas, el mismo que se colocaba las coronas que él le hacía y que lo levantaba del suelo con su infantil fuerza para que no se cortase con los restos de un jarrón roto.
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Las rosas llevan vendas➳
RomanceObra terminada en Febrero del 2016 Roses wear blindfolds; Violets crack whips; candle wax dripping, teeth biting lips. (Las rosas llevan vendas; las violetas azotan grietas: velas derramando cera, dientes mordiendo labios) ―Michael Faudet, Sunday S...