Vigésimo Cuarto Capítulo

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Leña verde


 ― ¿Qué estás diciendo? ― preguntó con incredulidad, exasperación creciendo, sus caderas balanceándose hacia el lado izquierdo observando al chico frente a él con su uniforme de soccer, la piel rojiza cubierta por una capa sensible de sudor y la mirada nublada.

―Yo solo no me siento seguro― su voz había fluido como una delgada y silenciosa línea de miedo en el aire, queriendo desaparecer, pasar desapercibido ante la mirada de su novio.

― ¿Y yo tengo que lidiar con tus inseguridades? ¿No quieres que tengamos sexo pero si te paseas con ese atuendo por toda la cancha persiguiendo una pelota como idiota mientras todo mundo te mira? ― era demandante, exigía pero el menor sabía que cualquier cosa que intentará decir en aquel instante no calmaría el enojo de su pareja.

―N-no es así― los nervios sacudieron sus músculos y su garganta asustada pronunció aquella respuesta.

― ¡Habla bien mierda! ― grito Elliot, aprisionando los hombros del más pequeño entre sus palmas para después hundir sus uñas y empujarlo hacia la cama.

―Lo siento― miró hacia la ventana cuando sintió las lágrimas descender por sus mejillas calientes y su respiración comenzó a interrumpirse cada par de segundos.

―No vas a estar más en el equipo, ¿me entiendes?

― Elliot, por favor no me hagas esto―protestar siempre había sido algo tan fácil de hacer para él, pero esta versión de sí mismo le petrificaba los huesos con urgencia.

― ¿No quieres estar conmigo? ¿Es eso lo que estás diciéndome? ¿Quieres volver a quedarte solo? ― Louis lo miro, todo era muy borroso y su cabeza dolía, agacho su mirada y negó mientras se levantaba de la cama y corría hacia su propia habitación.

Respiraba con aún más dificultad, con desesperación se deshacía de sus prendas y corría hasta la regadera de su baño, girando las llaves y dejando su cuerpo caliente por el entrenamiento quebrarse bajo el agua helada, mordiendo la piel de su mano como un impulso para reprimir sus sollozos.

La ducha se quedó así durante largos minutos, agua cayendo sobre su cuerpo mientras él se dejaba caer en el suelo, sin saber porque lloraba, sin entender porque había ese vacío abrumador en su cuerpo que le limitaba el aire y le nublaba las pupilas como si alguna clase de violación estuviera atormentando su alma. Cuando recupero un poco de estabilidad se paró y comenzó a asearse, en unos momentos estaba envuelto en una toalla frente al espejo, nunca sintiéndose tan desagradable como lo hacía ahora hasta que el maullido de su peludo compañero lo despertó de su ensueño que más bien parecía un pesadilla.

―Bou... ¿Tú crees que él...responda?

Y aunque Boucles asintió, él nunca respondió sus mensajes, Harry ya no estaba para él y fue ahí donde las palabras de su novio comenzaron a doler aún más, a filtrarse por su mente y a ganar control sobre él.



[...]

Su cuerpo comenzaba a sacudirse como una onda musical, su boca descubría la libertad para expresar amor mientras una lengua salvaje la corrompía; sus ojos miraban destellos al sentir la misma lengua trazar un camino de saliva y besos en su cuello, el calor comenzando a irradiar de sus poros y sentía que el hombre sobre su piel lo convertiría en una estrella ó al menos lo hacía sentirse como una.

― Tócame, más... ― su cuerpo se retorcía ansioso bajo su tacto.

―Shh, ansiosa princesa― él podía sentir los dientes sobre su piel, sutiles como una bestia jugando con su manjar y nada se había sentido tan exquisito antes.

Las rosas llevan vendas➳Donde viven las historias. Descúbrelo ahora