Mi hogar
Brillaban en sus ojos flemas sedientas mientras seguían sus pupilas la figura besada por el sol que se despojaba de sus prendas revelando ante el intruso la piel virgen; su lengua hidrato sus labios secos mientras a pasos lentos salía de su escondite detrás del árbol, aún sin ser percibido por el joven que dándole la espalda se adentraba en aquella agua de cristal conocido por los clanes por tantos mitos.
Se detuvo un par de segundos más a contemplar aquella espalda llena de grandes y púrpuras constelaciones de dolor que dejaban a la vista unos huesos cansados. Su pequeña figura caminaba aún más río adentro, hasta que los hoyuelos de su espalda eran los sagrados visitantes del agua helada, mientras su dulce tararear llegaba a los oídos del intruso quien salía de su transe y miraba las prendas sobre la enorme piedra a su izquierda.
Tomó unos segundos lanzarlas al aire, donde quedaron atrapadas entre las rebeldes ramas del enorme sauce y con una enorme sonrisa, comenzó a despojarse de las suyas para después lentamente entrar en el lago.
—Sombreado del más claro azul, pero no es suficiente...— el chapoteo del agua cuando brinco sobre las puntas de sus pies mojo el torso del nuevo visitante quien sonreía por la reacción del hijo del río.
— ¡¿Qué hace usted aquí?!— sus mejillas se torcieron pero no cedieron a una sonrisa mientras daba pasos hacia atrás.
— ¿Cuándo perderás esa costumbre de hablarme de usted? Soy más joven que tú— había una especie de melodía sobre el aire; tan dulce como una flauta y delicada como el arpa, pero eso era tan solo lo que sus oídos percibían mientras sus miradas estaban encandiladas sobre la luz roja del atardecer.
—No sé qué busca pero...
—Te busco a ti ¿no lo entiendes acaso?
— No, lo lamento, permiso — fue como lo temía y como lo anhelaba en silencio mientras el fuego corría por su piel.
— ¿Por qué me mientes? — el agua parecía abrirle paso hacia su contacto y cuando finalmente sintió la fiebre de su piel , él le privaba de su mirada.
—Porque no quiero ponerte en peligro...— no había silencio, no con la fuerte brisa ni con la mano húmeda que se acercaba hacia su cintura.
— ¿Has olvidado quién soy?
— ¡No! ¡Claro que no! ¿Cómo iba olvidarme del temible guerrero que fue bendecido por los dioses y que ha dejado en llamas a cinco imperios a sus diecinueve años?
—Me alagas pequeño —él sonrío cuando un largo bufido salió de aquel par de delgados labios mientras intentaba apartarse.
—Déjame ir.
— ¿Realmente no lo ves?— sostener su rostro entre sus manos lo hacía sentir bendecido, como si fuese oro y él, el codicioso dragón. — ¿No ves que estoy enamorado de ti? — pero no era más que un miserable, con ojos hambrientos frente a la cueva llena de zafiros puros.
— ¿Qué sabes tú del amor? ¡Eres un niño jugando al guerrero y dentro solo eres un grandísimo...
—Sé que le temes a ese sentimiento, con tanta fuerza que huyes de mí.
— ¡Yo no le tengo miedo al amor!— la risa irónica de su pecho retuvo su paso en su garganta, cuando sintió el fuerte tirón en su cintura que lo mantenía cautivo; frente contra frente, gracias a las callosas manos quienes lo levantaban en el agua.
—Yo sí, le temo a esto que siento. He visto a la muerte con mis propios ojos pero ahora la he tomado de su cintura y es tan gloriosa como un elixir y voy contra el tiempo, siempre, pero ahora tu aliento lo detiene mientras regreso como ciervo al cerezo— vagas manos recorrían como turistas hambrientos el algodón elegante de sus curvas, labios jugaban curiosos entre mejillas quemadas por el verano. — Por favor, déjame amarte.
—Esto no está bien...ellos nos castigaran.
—Nadie está sucio por amar, ten fe— la presión en sus caderas se volvió salvaje al igual que el viento y sus piernas se acomodaron en su torso obedientes.
—Harry...
—Shh— era como el puñal definitivo en un cuerpo torturado, una caricia al solitario.
Sus labios adoraban dedicarle su amor al superior y luego al inferior, como un juego para complacer su boca y después humedecerlos con su saliva mientras su lengua intrusa quemaba con dulzura.
—Estamos...desnudos —la orilla de una traviesa sonrisa se podía apreciar más fácilmente que la línea del horizonte; quería ver sus delgados pliegues enrojecidos entre sus dientes y quería amarlo, amarlo hasta el séptimo paraíso o infierno. — ¡Ou!
Pero no había respuestas más que su feroz mirada, sus manos volvían hambrientas y él podía ver los cuernos de un ciervo imaginario, simples ramas detrás de él acompañadas por un campo de flores lilas que hacían al cielo y al purgatorio parecer palabras mientras gentilmente sus manos se abrían paso entre su intimidad.
—Ah, mmh, uh , uh — manos abiertas al crimen, cadenas de suspiros, miradas congeladas pero sangre dulce como un vino que ardía en la garganta.
—Eres divino , príncipe Louis— con sus delicadas manos arañaba por instinto la piel en busca de un corazón que entibiar, misericordioso se aferraba a su espalda y sus ojos como una ruidosa cascada entre gemidos y estremecimientos placenteros.
[...]
— Si no recuerdo nada, volverás a poblarme, pequeña rosa, ahora por favor, bésame —había un huracán en su mente y el aliento del mayor parecía un calor que fundiría cualquier cordura.— Tal vez así te recuerde...
— No puedo ‹‹Perdón, perdón amor››— dolía negarse a la cura cuando las heridas estaban tan infectadas, tenía unas infinitas ganas de llorar, acunarse en sus brazos como lo hacía desde pequeño y recibir sus besos, pero no habría nada de eso. El no lo merecía. —No es como en los cuentos de hadas.
—Podría serlo ¿Dónde quedó tu fe, pequeña rosa?
— ¿Por qué recuerdas eso? ¿Por qué te has olvidado de mí? — no debía llorar más, tenía que ser valiente por una vez en su vida y aceptar su culpa, ¿no era todo parte de crecer?
— Perdóname...yo, note la rosa en mi brazo y pensé que era por ti, además eres algo pequeño.
—Ha hablado la rana de metro noventa— sus hoyuelos aparecieron e inundaron la habitación con una grave carcajada mientras Louis solo mordía su labio, encantado, condenado.
— ¿Quién eres en mi vida principito?
—No sé si puedo contestarte eso—había un escalofrío amable en su muñeca cuando sus largos dedos se entrelazaron con los suyos, sonrió débilmente mientras se sentaba en un pequeño espacio de la camilla, la mano de Harry aún vagaba por su cintura. — Pero tú siempre has sido lo único que yo he tenido, y...—más hipidos involuntarios brotaron— te fuiste hace un año y no llamabas, luego conociste a un chico y ya no pude comunicarme contigo hasta hace unos días; estabas enfermo y me dijiste que habías terminado con él y...
—Tranquilo, pequeño, no llores ¿por mi? — la respiración del menor se regulaba lentamente, miraba el largo cabello color chocolate con unos débiles rizos en las puntas. Tan diferente y distinto como la última vez que miro aquellos ojos, que son los mismo pero que no lo reconocen.
—Siempre me decías eso...—sonrió ante el rostro confundido de Harry. —Desde que era pequeño tu me pedías que no llorara, que no lo hiciera, por ti, siempre me decías que no querías verme triste y yo siempre te hago caso...aun no entiendo por qué.
— ¿Por qué me amas? ¿Tal vez?— su risa era nerviosa y llena de esperanza, Louis temía apagarla.
—Ayer me regalaste flores...rosas, rojas como siempre— admiraba como las pequeñas manos temblaban y como su voz se rompía. —Tal vez no lo recuerdes tampoco, pero me escribiste una carta.
— ¿Qué decía?
—Qué te tatuaste...y que me llevabas debajo de la piel—las lágrimas eran silenciosas pero Harry las observaba empapar aquellas delgadas mejillas de ese rostro tan demacrado.
— ¿Por qué lloras Louis?
—Porque, yo en verdad nunca te deje ir, aún cuando me dejaste solo...yo hice mi hogar en ti y me aterra la idea de perderte ó el que nunca me recuerdes, porque yo te...
—Basta pequeño, ya, shh— si había dolor en sus huesos, en sus músculos, en su piel, no importaba, porque tenía aquellas alas sosteniéndolo, porque las piezas rotas estaban regadas por todo el camino de dolor que sentía pero ahora estaba a un lado de Harry, siendo sostenido como tanto lo necesitaba.
Los sollozos parecían barrer hasta las esquinas de la habitación, el mayor se mordía el labio ansioso de poder besarlo pero sus hipidos tristes hacían que algo se sintiese mal dentro.
— ¿Louis...puedo preguntarte algo?— el nombrado asintió con su rostro escondido en el brazo de Harry.
— ¿Tu y yo...no somos pareja, cierto? Por eso no me quisiste besar— Louis asintió, abrazando el torso del mayor suavemente con sus manos. — ¿Tu y yo no nos vemos desde hace un año, cierto?— Louis asintió nuevamente, con sus labios pegados en el pecho del más alto. —Yo no estoy con nadie y... tú y yo nos queremos ¿Por qué no estamos juntos?
— ¡Porque Louis esta con alguien más!— el cuerpo del menor se tensó ante aquella voz, Harry miró a un joven de brillantes ojos en la puerta quién tenía marcas rojizas en sus nudillos. Su mirada bajó al rostro de Louis quién comenzó a bajar de la camilla y fue fulminado por el otro chico que estaba de pie en la puerta.
— Elliot, el doctor dijo que...
—Ya he hablado con él, ahora sal y espera con Sam afuera, hablaré con mi amigo — había ira en su sistema mientras veía a un Louis nervioso acercarse a la puerta.
— ¿Tienes frío? ¿Hambre? Puedo ir por algunas cosas a casa...— preguntó Louis a Harry.
—Vas a ir— amenzó Elliot buscando algo en su bolsillo — Sam te llevara a casa de Harry; guarda sus cosas y llévalas a la mansión, se quedará una temporada con nosotros hasta que se recupere.
— ¿De verdad?— Harry sonrió ante la alegría en la voz del pequeño, que de a poco vio apagarse cuando miro a Elliot. Todo era demasiado familiar y anhelaba saber por qué. —Nos vemos en un rato, Hazz.
—Te espero principito — su sonrisa se fue nublando mientras la puerta se cerraba.
[...]
—Es increíble ¿no crees? Harry...recuerdo aquella época en la que era un gran tipo, todo hasta que se metió en eso de los libros y se volvió aburrido, ahora parece que alguien se contagió de eso... ¿no quieres divertirte un poco Louis?
—No gracias, solo quiero llegar a casa de Harry y hacer lo que Elliot me pidió.
—Vaya, que obediente, pensé que después de enterarte de su hijo querrías alejarte de él, pero en fin, tan fiel como una perra. Se ve que aspiras bajo.
El sonido del motor detrás de él lo hizo suspirar de alivio, introdujo la llave y entró finalmente a la enorme casa, todo estaba tal cual como lo recordaba, ni un detalle había cambiado. No pasó más de un minuto para que llegara a la habitación que aun no perdía aquel aroma, canela y vainilla.
Abrió el closet, sacando las dos enormes maletas dentro, aquellas que Harry tenía guardadas para cuando se fuera muy lejos de ahí con él, sonrió tristemente ante el recuerdo de esas promesas de hace años. Cerró ambas cuando ya parecían a punto de reventar, llenas de todas las prendas de Harry, que olían vagamente a él, pero no del todo. ‹‹ ¿Por qué no estamos juntos?››
—Porque tú estabas enamorado de ella...y yo no podía con ese dolor— sentarse en su cama se sentía como algo prohibido mientras se preguntaba una y otra vez que hubiese sido de ellos si él le hubiese dicho a Harry que estaba enamorado de él, solo de él y que Elliot era una mentira, una que creció debido a su orgullo y sus celos cuando Harry se comprometió con Samantha.El destino tiene un morboso sentido del humor, pensaba él, una vez que Louis escondió sus sentimientos y se encapricho con Elliot, Harry terminó su compromiso y relación con Samanta.
—Tal vez...— su vista se perdió en los cajones del escritorio grande y de color caoba en la esquina de la habitación.
Los famosos cuadernillos de cuero estaban frente a él, con una suave y silenciosa demencia parecían susurrar ser leídos. Abrió el resto de los cajones, sacando desesperado todos los cuadernillos dentro y lanzándolos en la segunda maleta. Suspiro débil, como una velita de cumpleaños que no se acaba y cuando abrió sus ojos, observó el frasco, aquel que había hecho para Harry con el pequeño tallo de rosa dentro.
— ¿Cómo es posible que sigues viva?
‹‹ He visto a la muerte con mis propios ojos pero ahora la he tomado de su cintura y es tan gloriosa como un elixir y voy contra el tiempo siempre pero ahora tu aliento lo detiene mientras regreso como ciervo al cerezo.››‹‹ Por favor, déjame amarte.››
‹‹Nadie está sucio por amor, ten fe.››
Sus piernas temblaron aun con el frasco en sus manos, era como si le cortasen la respiración por unos instantes y pudiese escuchar aquellas voces claramente en su cabeza.
— ¿Acabaste?— asintió caminando hasta la puerta con la mirada de Sam encima. — ¿Qué llevas ahí?
—Es un regalo...se lo di a Harry unos años atrás, ¿Qué haces? ¡Dámelo!
— ¿Hace años eh? ¿Crees que soy idiota?
— ¡Asume lo que quieras! Solo dámelo Sam— volvía de nuevo a aquella situación, donde se sentía débil, frágil y dejaba de ser ese niño perdido y se convertía en el Peter Pan que merecía.
—Si lo quieres, ya sabes qué hacer perra— la sangre estaba gritando, estaba quemándole las venas mientras miraba a Sam cubriendo su mejilla. — Te lo buscaste pequeña zorra.
‹‹ No llores ¿por mi?››
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Las rosas llevan vendas➳
RomanceObra terminada en Febrero del 2016 Roses wear blindfolds; Violets crack whips; candle wax dripping, teeth biting lips. (Las rosas llevan vendas; las violetas azotan grietas: velas derramando cera, dientes mordiendo labios) ―Michael Faudet, Sunday S...