Décimo cuarto capítulo, parte dos.

4.3K 513 326
                                    


Manos delicadas y la pequeña rosa


¿El amor es angustia?

— No responde, no responde — en su furioso estado golpeo el mueble de madera clara con sus manos, no había muestra de dolor en su rostro ante aquella acción.

—Harry—Emma se levantó de la cama y lo abrazó, creyendo que aquello podría tranquilizarlo pero las manos del joven se aferraban con ira a su cadera mientras murmuraba cosas entre dientes que no ella entendía.

—No puede ser cierto, si lo es, no me lo perdonaría ¿entiendes?

—Sigue insistiendo, llamaré a las aerolíneas para conseguir un vuelo a Londres — él asintió y caminó de nuevo por la habitación con su celular en la mano, sentía una sensación cruda ante la idea de un Louis gritando y llorando por ayuda, tanta repulsión le provocó tanto dolor en el pecho que sintió que tal vez tendría un ataque respiratorio de nuevo.

¿El amor es...complicado?

— ¡Me tienes harto! — el grito llegó a sus oídos pero indiferente a la discusión, salió de su habitación y corrió escaleras abajo para recibir a su papá pero se topó con una mirada furiosa que lo hizo permanecer en el pie de las escaleras con su dibujo en manos.

— ¡Quiero el divorcio! — la mujer exigió sin darse cuenta de la presencia de su hijo quien huyó, escaleras arriba cuando sintió las miradas sobre él, sus mejillas parecían un sembradío de flores rosas siendo regadas por la lluvia que eran sus lágrimas, hecho un ovillo en la cama, apretó su dibujo contra su estómago.

Aquellas noches de gritos se repitieron durante años para después terminar con alguno de sus padres entrando a su habitación y dejándole un beso en la sien, diciendo que lo amaban pero él no los sentía más. Los dibujos dejaron de aparecer en la puerta del refrigerador cuando sus papás llegaban del trabajo y se sorprendieron cada vez que recibían las llamadas del director del colegio diciendo que él y otro niño habían vandalizado las paredes de las instalaciones.

¿El amor es...bondadoso?

— Yo solo quería ayudar...

—No llores Boo, podemos arreglarlo — respondió Harry acariciando el cabello castaño del pequeño de cuatro años quien tenía un puchero en los labios y unos ojos al borde de la tormenta.

—Claro que podemos, pero nos tomará otras horas por su culpa.

—Elliot, es solo un volcán para la clase— fulminantes ojos verdes sobre su amigo.

—Har-rie — el pequeño gimió triste mientras el rizado se agachaba para darle un abrazo reconfortante, solo había sido un accidente que podrían arreglar, no valía la pena que el menor llorase porque la plastilina se había despegado.

—Está bien boo, se que solo querías ayudar, no llores más ¿si? ¿Por mi? —sus ojos se encontraron y vio como el menor atrapó su boquita con sus dientes mientras forzaba a sus lágrimas a desaparecer.

¿El amor es esperanzado?

— ¿Hazz?

— ¿Sí? Boo — atendió antes de sonreír ante la pequeña risilla infantil y ruidosa del pequeño niño a su lado.

—Si pudieras tener cualquier cosa en el mundo...

—Libertad — susurro de manera aún audible para su compañero que dejó de sonreír por unos instantes a su lado. —Para irme y dejar todo atrás, incluso a mi familia, estoy cansado de papa y mamá. Quiero irme lejos, muy lejos.

Las rosas llevan vendas➳Donde viven las historias. Descúbrelo ahora