Tercer Capítulo

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𝓑𝓸𝓾𝓬𝓵𝓮𝓼 


― ¿Louis? ― el chico se revolvió en las sábanas, agotado, mientras el golpeteó en la puerta taladraba su cabeza, obligándolo a despertar. ―Ábreme.

Sus pies acarician con cansancio el alfombrado suelo y pronto comienza a envenenarle la sangre el enojo acompañado del fastidio de un dolor de cabeza, no quería ver a Elliot.

¿Es que siempre era tan fácil olvidarse de él?

― ¿Qué quieres? ― cuestionó mientras abría un poco la puerta, corriendo con hostilidad sus párpados cómo persianas a la vista de una bandeja con café humeante y una rosa roja entre los dedos de su novio.

―Me he enterado que alguien paseo por la lluvia ayer ¿me equivoque de habitación?

Su mente corría maratónicamente por las líneas de dolor, marcadas por la soledad de las últimas semanas, su orgullo le impedía detenerse. No iba a hacerlo solo por un simple obstáculo, la competencia entre su orgullo y su corazón era demasiado importante en esos instantes.

― ¡Ha sido tu jodida culpa! Vete con tus amigos ó con quién sea que estuvieses todo este tiempo mientras me ignorabas y dale esa rosa, no la quiero ― tomo el pomo de la puerta y la cerró, descargando en el azote su bronca.

― Harry me llamó, él me hizo entrar en razón sobre como me he comportado contigo últimamente, no te he cuidado y  no te quiero perder, por favor, perdóname ― parecía rogar mientras abría la puerta, tendiéndole la taza y la rosa. El fuerte olor de la cafeína y el olor de la flor comenzaban a bailar en el aire, mientras el menor respiraba con algo de dificultad.

Elliot le sonrío cuál pesadilla en la que descubres algo inexplicablemente maravilloso y de pronto el orgullo no era muy importante, no con los centros de ónix brillando en aquellas pupilas soleadas.

― ¿De verdad vas a cuidarme? ― él lo miró un momento más antes de tomar su rostro y forzar un beso que se volvió completamente voluntario, Louis lo quería demasiado para colocar su orgullo sobre aquellos labios.

―Seré mejor, por ti, porque te quiero― el menor sintió su pulso acelerarse y un suspiro huir de su boca. ― ¿Empezamos desde cero? ― Louis asintió con sus brazos acomodados sobre los hombros del mayor. ―Espérame un minuto aquí ¿sí? Ya vuelvo.

El pequeño se sentó en la cama degustando el contenido de la taza y mirando con cariño la flor, el rojo aflorando las sensaciones en su piel, el detalle haciéndole sentir querido.  Le gustaba repetirse a sí mismo que Elliot era lo mejor que le había sucedido y que estaba dispuesto a entregarle todo.

― ¿Elliot? ― le nombró después escucharlo estornudar múltiples veces cuando entraba a la habitación con una caja con agujeros en la tapa.

―Te lo manda Harry, me obligó a buscar una amiga suya que acaba de tener crías. Bueno no ella, su gata. Tú entiendes. Dijo que es una muestra de lo mucho que lamenta no haber llamado antes ― el menor negó efusivamente, teniendo una ligera idea de lo que había dentro de la caja.

Se lanzó a los brazos de su novio con emoción y entregó un beso en su mejilla. Harry siempre era así, pero que Elliot lo fuera, por él, aquel simple gesto significaba demasiado .

―Te quiero, demasiado― susurro cuando lo escuchaba reír por sus besos y responder con un "Yo también lo hago".

Louis reprimió sus ganas de decirle cuánto lo amaba, él quería su amor, quería que Elliot lo amará también. Desde que eran tan sólo unos niños esperaba mirarlo y encontrar un espejismo de sentimientos y si fuese posible, algo de amor, mucho, anhelaba él.

Las rosas llevan vendas➳Donde viven las historias. Descúbrelo ahora