Lucy fears the morning star [Psico-magia]

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Solo hay que saber escoger bien las palabras y descubrirás que cada persona tiene un pequeño trozo de oscuridad. Se puede materializar en forma de miedo, odio, envidia... Pero al fin y al cabo todo el mundo lo tiene. Algunos lo esconden en el fondo más oscuro y remoto de su alma, haciéndolo desaparecer prácticamente. No obstante, esta oscuridad puede florecer, como había comentado anteriormente, escogiendo las palabras y los gestos correctos, sin olvidarnos de la ambientación. Esto es un arte, más completo y complicado que cualquier otra forma de expresión. El artista debe colarse en el alma de la persona y saber sus temores más profundos para, después, sacarlos en el momento más oportuno. Pongamos un ejemplo sencillo. Para poder sentirlo completamente debéis poneros en la piel del personaje y situar el escenario hipotético en algún lugar que conozcáis y encaje con la descripción o, en su defecto, proyectar vuestra persona en un escenario inventado, aunque el efecto puede ser menor en este caso. Allá vamos, olvidaos del entorno, ahora solo estáis vosotros y el libro. Es de noche, andas solo por una calle pobremente iluminada. Solo piensas en las ganas que tienes de llegar a casa y relajarte. No hay nadie y las sombras parecen más oscuras cada vez que las miras. Un escalofrío te recorre la espalda. Andas un poco más deprisa sin saber por qué exactamente. Tu mente vuela alrededor de monstruos que sabes que no existen. Empiezas a recordar tus miedos de niño. Notas una presencia en la espalda. Tienes miedo de girarte, aunque sabes que no hay nadie. Te giras rápidamente de forma indiscreta y no ves a nadie ni nada fuera de lo normal. Te vuelves a girar y ves a lo lejos una silueta oscura, o eso crees. Puede ser un borracho, un poste dónde han abandonado una prenda de vestir, un vecino de la calle o un simple fallo de tus ojos. Andas más despacio. Te acercas de forma cautelosa aunque sabes que es ridículo. Al acercarte compruebas que es una persona. Parece un hombre. Sigues acercándote porque el único camino para llegar a tu casa pasa por delante de ese hombre. El hombre es alto, delgado y de piel muy blanca. Sigues acercándote. Está serio y con la cabeza gacha. Vas a pasar por su lado. Lo vas a intentar ignorar.  Cuando pasas por su lado levanta la cabeza. Le ves unos ojos muy azules, gélidos. De repente te sonríe. Sonríe de forma exagerada. Tiene una boca enorme. Le ves todos los dientes. Algunos amarillentos. Y cuando lo estás dejando atrás, oyes unos pasos. Aceleras el paso. Los pasos se aceleran y oyes como corren detrás de ti. Te giras y ves al hombre de antes corriendo y sonriendo a la vez, con la cabeza ligeramente girada en un ángulo antinatural. Está loco. Puede que quiera matarte. Corres con todas tus fuerzas. Los ojos empiezan a escocerte. Empiezas a tener ganas de llorar y gritar en ayuda. Una mano te toca la espalda. Un escalofrío recorre una parte de tu espalda y se desplaza hasta la mandíbula. Intentas correr más rápido pero la mano vuelve a tocarte, y esta vez te coge de un brazo. Lo primero que piensas es en deshacerte del brazo. Lo zarandeas intentándote soltar. El hombre de repente habla y dice "Se le ha caído el móvil mientras andaba". Tus latidos se ralentizan. Ves que tampoco es un hombre tan extraño como pensabas. Tus músculos dejan de bombear adrenalina y te destensas casi en el acto. Tiendes la mano para coger el móvil y dar las gracias, pero el hombre lo retira ligeramente y dice "Pero si lo quieres recuperar... Debes ser discípulo del Señor. Él ha sido quien ha hecho que pueda ver tu móvil". Te tensas ligeramente otra vez. No está tan cuerdo. Intentas coger el móvil y decir que sí con tal de acabar con esa situación, pero ahora el hombre se acerca más a ti y te coge por el pelo, diciendo "Debes sellar tu pacto con sangre". El hombre vuelve a torcer la cabeza antinaturalmente y desenfunda un cuchillo de su cinto. Se te hiela la sangre pero no puedes hacer gran cosa. Tus latidos se aceleran. Solo tienes ganas de llegar a casa y pensar que nada de esto está pasando.

Bien, dejemos aquí el experimento. ¿Qué tal? ¿Aún tienes la tensión en el cuerpo o no has sido tan empático con la situación? Aun así, el relato te habrá suscitado alguna emoción en algún nivel, aunque éste fuera muy bajo. Como he comentado antes, llegar al alma de las personas es un arte, y hacer un caso en el cual la mayoría se pueda identificar y sienta alguna cosa, es complicado. Para un mejor resultado se debería estudiar el sujeto durante largo tiempo. Ser amigos íntimos y compartir experiencias, hasta el punto de saber contestar como él o actuar como lo haría el sujeto.

Ahora volvamos a la cuestión inicial: ¿por qué hay algo que nos causa pánico o terror? ¿Es acaso por el peligro? En cierta medida sí. Pero la razón principal, y la conclusión a la cual he podido llegar (y voy a compartirla con vosotros) es la siguiente: las personas temen a la locura porque es algo que no pueden predecir. Y no hay mayor temor que aquello que sea incierto.

En la anterior situación el sujeto perdía totalmente el control sobre sus acciones, eso hacía que sintiera un miedo irracional, y en ese caso acertado, hacia la figura misteriosa. Desconocía muchos factores: qué lo rodeaba, qué producía algunos de los sonidos de su alrededor, por qué le sonreía un hombre que no conocía... Si sumamos todos estos pequeños factores, el individuo entra en estado de pánico a un nivel bajo, que puede aumentar exponencialmente en función del estímulo al cual sea sometido.

Hay pocos artistas del alma, pero muchos de los que consiguen un cierto grado de experiencia suelen triunfar. Consiguen lo que quieren y pueden transmitir y manipular cualquier tipo de sentimiento. Un buen director de cine sería un ejemplo, o un mago, o un novelista (aunque este último es más complicado ya que solo se vale de las palabras).

La ciencia del alma es complicada, y solo unos pocos son aptos para aprenderla. Tú podrías ser un aprendiz o un experto sin saberlo. Haz una prueba. Imagínate a alguien muy cercano en alguna situación cotidiana; si te anticipas a ella y luego se cumple como habías pensado, podrás demostrar que tienes la chispa para ser un artista del alma, o si quieres llamarlo de otra forma, un mago del siglo XXI, o un lunático con clase. El arte del alma es cuestión de práctica y observación, y puede llegar a ser un arma de doble filo. He comentado algunos de los puntos más curiosos y generales que podía compartir, pero, obviamente, no descubriré todo lo que he averiguado.

Dr.F. (Psico-Archi Mago) [Reflexión y teorización sobre el arte del alma].

Terror a media nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora