Efímera felicidad

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Hay veces que nos preguntamos a nosotros mismos: ¿estoy enamorado? ¿Me gusta realmente esa persona? Es una pregunta aparentemente difícil de responder. No obstante, hay pistas, por muy disimuladas que sean, que delatan nuestros sentimientos más profundos.

Entiendo el conflicto personal al haber sufrido anteriormente. El no querer volver a salir herido, el no tener que volver a recordar una persona con lágrimas en los ojos. Es difícil enfrentarse a tus propios miedos y más cuando esos miedos vienen de alguien tan importante como de alguien que quieres.

Abrir el corazón, exponer tus vulnerabilidades, tus deseos, esperanzas, sueños, ideas y proyectos de futuro... mostrarte realmente cómo eres y que... la respuesta tras mostrar quién eres sea el frío del rechazo o la traición. Es como si alguien te extirpara una parte del corazón.

Pero, ¿sabéis qué? Cerrarse uno mismo es la vía fácil de los cobardes. Hay que seguir adelante, seguir compartiendo y siempre dejarse ver cómo realmente somos. Por supuesto, hay que tener algo más de ojo, algunos lo llamarían perspicacia o escepticismo. Hay que mejorar la forma de juzgar a los demás, de tener la capacidad de intuir quién vale realmente la pena.

Pero volviendo a la cuestión inicial, ¿cómo puedo saber si me gusta alguien? Si te encuentras a ti mismo esperando por el mensaje de alguien, aquella notificación que sabes que te hace sacar una media sonrisa, si al ver un vídeo gracioso o personal piensas sólo en pasárselo a esa persona, si al ver un destino te apetecería ir acompañado, si al estar con tus amigos te encantaría que esa persona te acompañase para compartir tu felicidad... Si te preocupas por la felicidad de la otra persona, es más que probable que tengas algo más que simple interés en ella.

Y ¿Vale realmente la pena enamorarse? No creo que sea algo que escojamos voluntariamente. Lo que sí que podemos hacer es el esfuerzo activo por conocer a esa persona, ver tanto la parte bonita como la fea. Ver todo aquello y más allá que nos pueda hacer daño, que choque con nuestros límites. Si tras saberlo todo de ella sigues sonriendo: disfruta. Disfruta de la efímera felicidad de un momento tan íntimo y personal como el darse cuenta de que tu corazón ya no es sólo tuyo.

Querer, sentir y ser queridos es lo que nos hace humanos. Y es por eso que me arriesgaré una y mil veces más sin arrepentirme.


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⏰ Última actualización: Jun 24 ⏰

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