Terror a media noche

Arcereus

Arcereus, el primer alma existente. Fue creado a partir de un amalgama de sensaciones. Al tener todas las emociones en su máximo exponente, Arcereus, como ente, podía sentir y experimentar el todo y la nada a la vez. Muchos siglos más tarde Arcereus fue dividido: lo habían partido en dos criaturas completamente diferentes. La conciencia sobre sí mismo era extraña, podía sentir a su otra personificación como sí mismo, pero había dejado de ser capaz de sentir muchas de las sensaciones de las que antes era capaz como ente único. Esas sensaciones, sentimientos, se vieron reflejadas en los ojos. Como ente único sus ojos eran blanco y negros, representando esa antítesis que se producía en su interior. Como ente separado, una de sus personificaciones tenía los ojos blancos, y la otra completamente negros.

Al igual que había ocurrido una vez, Arcereus fue subdividido. Con cada partición perdía cada vez más su conciencia como ente único, y sus emociones se veían simplificadas hasta límites burdos. Los ojos de sus divisiones tomaron colores más oscuros o más claros, todos ellos pudiendo sentir un limitado rango de emociones.

Finalmente Arcereus desapareció. Era el principio de las razas.

Sus divisiones siguieron partiéndose entre sí. Cada una de ellas se entendía a sí misma como un nuevo ser, y ninguna de ellas podía recordar lo que había llegado a ser tiempo atrás. Sin embargo, aún con el paso del tiempo y la cantidad ingente de subdivisiones, algunos de los fragmentos del alma original sentían algo, como un vago recuerdo o sensación, que hacía que entre aquellas personificaciones que sentían lo mismo hubiera un sentimiento de atracción. Las personificaciones, ignorantes de su origen, crearon un nuevo concepto. Con aquellas personificaciones que el sentimiento fuera débil, lo llamaron simpatía; con aquellas que sentían algo más lo llamaron amistad; y con aquellas que la atracción era irrefrenable lo llamaron amor.