capítulo uno

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El sonido de la alarma me devolvió a la realidad, que triste fue darme cuenta qué mí casamiento con Justin Bieber fue solo un sueño.

Los pequeños rayos del sol que entraban a través de la cortina, iluminaban algunas partes de la habitación, fastidiandome un poco para ser realista.

Estiré mí mano hasta la mesita de luz y apagué la alarma. Me levante de la cama y agarré un conjunto deportivo que estaba sobre la silla de la esquina.

Me cambié y del ropero saque una remera para ponerme sobre el top deportivo. Agarré mis zapatillas y me senté en la cama para estar cómoda a la hora de ponerme las mismas.

Una vez lista, fui directo al baño a lavarme la cara, los dientes y a hacer mis necesidades mañaneras.

Me peine, haciéndome una colita alta y volví a mí habitación para agarrar mí celular y mis auriculares.

Baje las escaleras rápidamente, empezando a oír las voces; mis papás estaban en la cocina desayunando.

—Buen día— saludé, dejando un beso en la mejilla de cada uno para luego arrastrar mis pies hasta la heladera.

—Buen día hija— saludo mí mamá, quien se estaba preparando una tostada con mermelada. Saque mí botella de agua y me di vuelta para mirarla nuevamente.

—¿Cómo estás?— pregunto ahora mí papá. Yo asentí con una leve sonrisa, dándole a entender que bien.

—Pensé que habíamos quedado en que no ibas a salir a correr hoy, hija— me recordó la mayor, enarcando una ceja. Yo rode los ojos—, no podes llegar tarde al colegio y es tu...— la interrumpí.

—Es mí primer día de clases— complete la frase, y ella asintió mirándome obvia—. Ma, te prometo que no voy a llegar tarde— asegure—. Mira, son las seis y media... Voy a trotar y a las siete ya estoy acá, me baño rápido y me voy al colegio., Voy a llegar a tiempo— le aseguré, ella rodó los ojos y siguió desayunando.

—¿Y no pensas desayunar?— cuestionó papá, y su tono de voz demostraba preocupación—. Últimamente te veo más flaca hija, no te estas alimentando bien...

—Papá, estoy consumiendo lo necesario... Voy a desayunar en el camino al colegio, tengo un batido de proteínas en la heladera— les di un beso a cada uno, despidiéndome—. Ahora me voy, chau, ¡los amo!— grité mientras salía rápido de la cocina, antes de que pudieran frenarme.
Abrí la puerta y observé el día, hoy va a hacer mucho calor.

Configuré mi podómetro, me puse los auriculares y le dí a reproducir a mí playlist.

Empecé a trotar por la vereda y recorrí la mayoría del barrio trotando. Saludé a algunos de los vecinos en el caminó y después de veinticinco minutos trotando, volví a casa.

Cuando llegue, mire el podómetro, recorrí cinco kilómetros... Bien para ser veinticinco minutos.

Subí rápidamente las escaleras y agarré dos toallas para meterme a la ducha. Me di un baño rápido y me preparé lo más apresurada posible.

A eso de las siete y media ya estaba en la parada, esperando el colectivo para ir al colegio.

El calor se volvía cada vez más pesado, y agradecía que el colegio haya incluido la pollera al uniforme.

Me subí al colectivo y después de quince minutos de viaje, ya estaba en la boca. Había mucha gente en las calles, sobre todo alumnos eufóricos por entrar al colegio, como algunos desganados.

Caminé rápidamente hasta la entrada del edificio, por suerte llegaba a tiempo.
Empecé a caminar por los pasillos, tratando de esquivar a la mayoría de personas y fui directo a mí curso de estos últimos tres años.

querido cáncer | truenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora