capítulo cinco

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Ya era viernes, y los días habían transcurrido más rápido de lo normal.

Durante los últimos tres días estuve evitando completamente a Joaquín, ni si quiera lo miraba. Realmente me había dolido que dijera y pensará eso sobre mí, sobre todo dejándose llevar por el pelotudo de nacho.

Es decir, nos conocemos desde chicos y siempre pensé que nuestra amistad iba a ser eterna, pero me equivoque. Y aunque sonara exagerada, suelo ser una persona que le duelen hasta las mínimas actitudes.

Y bueno, tampoco es que él me buscará tanto para hablar, ni siquiera insistió. Y yo tampoco lo había hecho.

Ese martes a la mañana, Mateo me llevo al colegio, y lo último que escuche sobre Joaquín fue "acá está tu mochila, te la olvidaste en su auto. Dice que en estos días te manda las cosas que hay en su casa", por parte de Jaz.

Ellas siguen conmigo, pero se siguen hablando con Joaquín. Siguen sentadas en su lugar, mientras que yo me empecé a sentar al frente, sola.

Algunos recreos los comparto con Camilo y aveces con Mateo, aunque este último no estuvo viniendo los últimos dos días al colegio.

Le pregunté a Camilo por que, y su respuesta, fue que estaba de viaje.

No tuve mucho tiempo de preocuparme por las cosas que pasaron ese martes por la mañana, ya que estuve lo suficiente ocupada en el gimnasio.
Mañana compito y tengo los pelos de punta, siento la presión en cada músculo de mí cuerpo.

—¡Concéntrate Serena!— volví a la realidad y mire a Fede.

—¿Que?— pregunté confundida.

—Te equivocaste en los primeros pasos, no coordinas con la música y tus caídas no son buenas. ¿Que pasa?— corto la música y se acercó a mí.

Me senté en el piso y me pase las manos por la cara. El se puso en cuclillas frente a mí.

—Mira Sere, se que estás nerviosa por mañana, pero no dejes que te juegue en contra— lo mire y asenti—. A esta altura deberías saber que lo personal, queda afuera una vez que cruzas las puertas de este gimnasio— asintió—. No sé que esté pasando en tu vida, pero separa las cosas Sere. Vos podes dar más que esto, vos sos mejor que esto— me alentó, yo sonreí con levedad, sin despegar mis labios—. Así que ahora levántate y canaliza tus emociones, que tu cabeza no piense en otra cosa más que en la gimnasia y en lo mucho que deseas pasar esas eliminatorias con el primer puesto— se levantó y me estiró su mano, la agarré y me ayudó a levantarme.

—Gracias— el negó y puso su mano en mí hombro, lo apretó un poco.

—Es mí trabajo. Ahora dale, desde el principio— asentí y fui a mí lugar para empezar con la rutina nuevamente.

La música empezó y empecé con la rutina. Mentalicé cada salto y cada caída, haciendo que caiga bien en cada uno.

La música termino y yo hice mí pose final, volví al mundo real cuando escuché los aplausos de Fede.

—Perfecto— se acercó y chocamos las manos—. Descansa tres minutos y volvé así hacemos el último repaso, así ya te podes ir.

[...]

—Bien, ya podes estirar— apagó la música.

—Me gustaría mostrarte algo que estuve practicando las últimas semanas— el me miró y asintió, dándome a entender que siga.

—¿Que es?— pregunto, yo sonreí.

—No te puedo decir, pierde la gracia— rodó los ojos y asintió con una leve sonrisa.

querido cáncer | truenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora