capitulo veintitrés

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..narrador omnisciente..

—¿No viste el cargador de la cámara?— cuestiono exaltada Mariela, la madre de Serena, quien entraba bufando a la cocina.

Juan dejo de cortar el pimiento y alzo su mirada para verla.
Dejo el cuchillo a un lado y agarró el repasador, comenzando a secarse las manos mientras observaba a su mujer golpear los cajones.

—Creo que está en la oficina— asintió el, viéndola desaparecer. Frunció levemente su ceño y se acercó unos pasos a la puerta de la oficina. Sabía que algo no andaba bien.

La mujer salió de la oficina y freno su paso al ver a su marido, quiso seguir caminando, pero Juan la tomo de los hombros suavemente, haciendo que se quede quieta.

—¿Que pasa, amor?— llevo una de sus manos al rostro de ella, quitándole los pelos del rostro para llevarlos detrás de su oreja. Mari lo miró, soltando un suspiro.

—Nada, solo que quiero tener fotos de Sere. Hoy es su cena de egresados y quiero tenerlo plasmado aunque sea en una foto— asintió, bajando su mirada por unos segundos, mordiendo su labio inferior para contener sus lágrimas.

El mayor la tomo por las mejillas, haciendo que suba su mirada—. Hey, va a estar todo bien. Ella está bien, ¿si?— acaricio su mejilla con el dedo pulgar.

—Si, lo sé... Pero es complicado— murmuró, mirándolo a los ojos.

—Se que es complicado, pero ella no nos tiene que ver mal. Tenemos que acompañarla. Va a mejorar y de acá a unos meses todo esto va a haber sido una mala etapa— dejo un beso en su frente—. Yo diría que subas a ayudarla con el vestido y esas cosas...— sonrió de lado, sin despegar sus labios.

—Están Mica y Lucia con ella...— murmuró, abrazando a su marido por el torso, apoyando su cabeza sobre el pecho del mismo.

Juan correspondió el abrazo, pegandola más a el, apoyando su mentón sobre la cabeza de ella luego de dejar un corto beso en la misma zona.

Serena

—¿Vos decís que la peluca me favorece?— enarco una ceja algo desconfiada la menor de las tres.

—Si Sere, estás hermosa— asintió sonriente Micaela, terminando de ponerle iluminador en la nariz.

—Estás muy grande, pendeja de mierda— sonrió Lucía, observándola.

—Que halago...— solté una risa, negando con mí cabeza.

—Bueno halago, te dejamos así te cambias que ya casi es la hora— Micaela agarró del antebrazo a Lucia, tironeando de la misma para que se levante.

—¡Para loca!— se quejo mí hermana mayor, quien estaba siendo arrastrada fuera de la habitación por mí hermana del medio. Ladee mí cabeza, riendo, viéndolas desaparecer.

Me observé al espejo unos instantes y suspiré.
Los días habían pasado extremamente rápidos, y eso me asustaba un poco. De un parpadeó ya estábamos a mitad de diciembre, y creo que fue un poco de presión.

Pase de año, mis amigos igual, incluyendo a Mateo. Y hoy, después de tanto, la cena de egresados nos estaba tocando la puerta.

Dios, como pasa el tiempo.

Me levanté y fui hasta la cama, viendo mí vestido extendido sobre esta. Sonreí conforme, era hermoso.

Me desvesti para poder ponermelo, y luego de ponerme los zapatos, fui a verme al espejo una última vez. Sonreí con levedad, pasando las palmas de mí mano delicadamente por el vestido.

querido cáncer | truenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora