—Ya está amor, tenés que tranquilizarte— murmuró Mateo, acariciando mí espalda.
Yo mantuve silencio, sollozando, dejando caer mis lágrimas, mojando su pecho.
Escuché como tocaban la puerta de mí habitación.
—Sere...— hablo mí hermana mayor del otro lado, yo negué y salí del pecho de Mateo para mirar hacia la puerta.
—¡Estoy bien!— dije, tratando de mantener la calma y cortar mí llanto. Seque mis lágrimas con el dorso de mí mano.
—Dejame pasar— pidió en un tono suave y yo solo suspiré.
—No quiero ver a nadie, por favor...— mordí mis mejillas internas y volví mí mirada a Mateo, quien puso sus manos sobre mí rostro y con sus pulgares limpio mis lágrimas.
—Bueno, cualquier cosa avísame— respondió ella y pude escuchar cómo sus pasos se desvanecian por el pasillo.
Un puchero inconsciente se formó en mis labios, mirando al morocho frente a mí.
—¿Que va a pasar ahora?— pregunté luego de unos minutos de silencio, aguardandome los sollozos.
—¿Con que, linda?— acaricio con delicadeza mí mejilla.
—Con todo... Ella dijo todo sobre nosotros dos y ahora toda la gente quiere saber que hace trueno con una piba enferma— suspiré pesadamente, dejando caer mí pera en su hombro, cerrando mis ojos.
—No digas eso, ya te dije Sere. A mí lo que menos me importa es la gente y lo que quieran saber; me importas solo vos y tus palabras, así que... ¿Que querés hacer?— pregunto, acariciando mí espalda.
—Yo solo quiero quedarme en mí cama y por primera vez no enfrentar los problemas de mí vida— respondí sin más, sorbiendo mí nariz.
—Bueno, entonces eso vamos a hacer; vení— sentí como me alzó, ya que estábamos en el borde de la cama, yo sentada casi sobre el. Rodee mis brazos en su cuello y enrede mis piernas en su cadera, aferrándome a el.
Me apoyo con delicadeza en la cama y se acostó a mí lado, pasando un brazo por mí cintura, llevándome hasta el para poder abrazarme. Yo lo abrace por el torso, apoyando mí cabeza en su pecho, cerrando mis ojos, evitando sumergirme en mis pensamientos.
—Todo va a estar bien, ¿si?— murmuró con un tono suave, acariciando mí espalda y yo solo asenti, abrazándolo más fuerte, agradeciendo internamente tener a alguien como él en mí día a día.
[...]
No tenía idea en que momento de la noche me había dormido, solo estaba consiente de que ya era de día y lo pude notar gracias a los pequeños destellos del sol que ingresaban por la persiana medianamente abierta.
Mateo dormía a mí lado, casi sobre mí. Su respiración era tranquila, sus facciones estaban relajadas y sus labios entreabiertos junto a sus largas pestañas, complementaban, haciéndolo parecer un ángel... Aunque si lo era. A mis ojos el si era un ángel.
Me acomode despacio, tratando de no despertarlo.
Su mano cruzaba por mí cintura y su cabeza estaba casi sobre mí pecho, y de forma inmediata los recuerdos de la noche en la que lo conocí me invadieron... La noche que me llevo a la habitación de Milena para poder dormir un rato, y que al despertarme, estaba de la misma forma que en este momento.¿Quien iba a decir que las cosas iban a cambiar tanto en tan poco tiempo?...
Suspiré, sintiendo mis ojos picar. No quería seguir llorando, así que solo me pase las palmas de mis manos por el rostro, despabilandome.
Con cuidado saque a Mateo de encima mío, ya que quería ir al baño. Sin hacer ruido me levanté de la cama y salí de mí habitación, comenzando a caminar por el pasillo, pero frene mí paso al escuchar las voces abajo.
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querido cáncer | trueno
Fanfiction"Sos amor, sos fuente de vida, sos fuerte". Serena, una de las mejores gimnastas de Buenos Aires. Lucha por llegar a las olimpiadas y entrar al equipo nacional femenino de Estados Unidos, pero una mala noticia surge de forma inesperada, obligandola...