capítulo once

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Note que perdí la cuenta de los vasos que llevaba tomando al momento que Mateo me saco a la terraza para que tome un poco de aire.

—¿Sabías que me gustaste desde la primer vez que nos vimos?— arrastre las palabras, apoyando mí cuerpo en una de las paredes.

El me miró;— Si, me di cuenta— se paro frente a mí, paso un mechón de mí pelo atrás de mí oreja.—. ¿Te sentís bien?, ¿querés vomitar?— pregunto con un tono de preocupación.

Evadi sus preguntas—. ¿Y por qué la hicimos tan larga?— pregunté curiosa.

—Responde mis preguntas y después te respondo— respondió, mirándome.

Me cruce de brazos y bufé, del pequeño bolsillo de mí pollera saque una moneda; se la tire despacio, pegandole en el pecho.

—¿Una moneda?— elevó una ceja.

— Larga historia la de las monedas— respondí sin más—. Estoy bien, estoy consiente y no, no tengo ganas de vomitar— afirmé.—. ahora vos.

—¿Segura que estás bien?— consulto—. La hice larga porque como te dije hoy en el hotel; sos especial, no te quiero para una sola noche.

—Eso es muy trolo de tu parte— respondí divertida.

—Daa no me descanses, te estoy tirando la posta— sonrió de lado.

—¿Crees en el amor?— pregunte curiosa.

—Si, si creo— afirmó el;—. El amor si existe y es lindo, solamente tenés que encontrar a la persona que quiera compartirlo con vos— se encogió de hombros.

—¿Ves? sos re trolo— sonreí y me acerque un poquito, dándole un pico—, pero sos un trolo lindo— volví a apoyarme en la pared, mirándolo.

Sonrió mientras negaba.

—¿Vos?.

—¿Yo que?— elevé una ceja.

—¿Crees en el amor?— replicó mí pregunta.

—Nunca pude experimentar el amor muy a fondo; en el sentido de tener una relación o algo de eso. Estuve de novia, pero no fue algo estable y no considero amor eso— explique—. Pero si creo en el amor, porque amo a mí familia, amo a mis amigos y bueno, supongo que eso también es amor.

—Si, eso también es amor; son distintos tipos de amor, pero cuenta— asintió.

—¿Te enamoraste alguna vez?.

—Si, y me gorrearon— solté una carcajada sin querer y me tape la boca, me miró, elevando sus cejas.

—Perdón, perdón— me disculpé, negando reiteradas veces.

—No, ta bien boluda, no pidas perdón— rió.

—Seguime contando a ver— pedí.

—Tenía catorce, empecé a salir con ella y estuvimos juntos hasta los dieciséis; cortamos cuando me enteré que me estaba gorreando con uno de mis mejores amigos— abrí mis ojos de forma sorprendida y abrí mí boca levemente, formando una leve O.

—¿Y nunca te diste cuenta?— pregunté, el negó.

—No, estaba bastante enamorado— elevó sus hombros.

—¿Y de ahí no te volviste a enamorar?— me miró.

—Me gustas mucho, Sere— soltó de la nada, relami mis labios—. Me gustaría conocerte más, capaz sos la segunda persona de la que me vuelvo a enamorar— sonrió de lado.

—No mentiste cuando dijiste que eras muy directo— lleve una de mis manos a su mejilla, acariciando está—. Vos también me gustas mucho, y también me gustaría conocerte más— asentí—, pero hay un problema.

querido cáncer | truenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora