capítulo veintisiete

543 25 0
                                    

-¡3, 2, 1...! ¡Baja, ahora!- ordeno casi en un grito, y eso fue lo que hice, me solté., Girando en el aire cuatro veces, tomando mis piernas, para caer con firmeza en la colchoneta.

Solté un suspiro, desarmando mí pose final, poniéndome en cuclillas para recuperar el aire.

-Perfecto, fue perfecto- me aplaudio, acercándose con una botella de agua. Lo mire y como respuesta, sonreí, agarrando la bebida que me extendía.
Mientras me sentaba en el piso, abrí la botella, dándole varios tragos para tratar de recuperar mí aliento.

Hoy es quince de febrero, mí cumpleaños.

Cumplo dieciocho, y sinceramente no me interesa demasiado como para hacer tanto, más que practicar mis rutinas.
Me levanté temprano y vine directo a entrenar. Fede se negó por algunos largos minutos, repitiendo, "Serena, es tu cumpleaños, anda a hacer otra cosa". Claramente, mis dotes para insistir salieron a flote, nuevamente, y le gane por cansancio... Así que acá estamos, en la hora número cuatro de mí entrenamiento rutinario. A pocos días de las internacionales, a pocos días de volver.

Un cosquilleo me recorría de pies a cabeza cuando pensaba en las internacionales, y corrijo, era más una corriente de electricidad, y sin dudas me daba muchísima adrenalina. Estuve casi un año parada, sin hacer nada, pensando que era el final de todo. Pero no, no lo fue.
Renaci, y estoy lista para ganar las internacionales.

-Son las doce, terminamos por hoy- acotó, sacándome de mí trance. Lo mire e hice una mueca, negando con mí cabeza.

-Da, Fede, era hasta la una- dejé que en mis labios se formará un leve puchero-. Queda una hora, dale, repasemos la rutina de piso- suplique, y el negó, cruzándose de brazos.

-No, ya te dije, suficiente por hoy. Es tu cumpleaños, tenés que salir, festejar con tus amigos, tu familia, tu novio... Dale, anda- indico, y yo suspire pesadamente.

-Pero ya te dije, yo quiero entrenar hoy. Hacelo como regalo de cumple- pedí, y el volvió a negar.

-Dale Sere, a parte ya pasaron muchas horas y no quiero que te lesiones o te canses. Tenés que estar bien para las internacionales- asintió, y yo bufé, levantandome.
Me dedico una leve sonrisa y se acercó para abrazarme por los hombros-. Dale nena, tenés que festejar que ya podes votar- me animo, y yo solté una risa.

-Wow, que cosa más linda- rode los ojos de forma divertida y luego de unos instantes nos separamos, para así poder comenzar a sacarme las vendas.

-Todo es bueno después de los dieciocho. ¡Avanti morocha!- sonrió ampliamente, sacando las vendas de mis pies.

-Esta morocha quiere seguir entrenando, pero alguien no la deja- rode mis ojos de forma divertida, terminando de sacar las vendas de mis manos.

-No me vas a hacer sentir mal, querida, así que ni lo intentes- me saco la lengua de forma burlona, extendiendome las vendas ya enrrolladas. Fruncí mí nariz y las agarre, levantandome del suelo.

-Y no, si sos de géminis... Esos nunca se sienten mal- le saque la lengua también, y él me miró indignado.

-Dañaste mí pobre corazón- se tocó el pecho.

-¿Eso existe en vos?- me hice la sorprendida, ladeando una sonrisa divertida.

-¡Da, vola!- rió, y yo corrí rápidamente hasta llegar a mí bolso, metiendo las cosas en esté.

-¡La verdad siempre duele, querido!- dije burlona, poniéndome la musculosa sobre el top deportivo.

-Mira, te pegaría con una colchoneta...- negó, acercándose a mí, sonriente.

querido cáncer | truenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora