capítulo trece

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Ya era viernes y me encontraba en el hospital nuevamente, en medio del entrenamiento casi me descompensó y bueno, por obvias razones termine acá.

Hice diez vueltas y frene, saque el inhalador de mí bolsillo, lo puse en mí boca y lo apreté cerca de tres veces.

Luego de recuperar el aire seguí corriendo, haciendo tres vueltas más; frené al notar que mí respiración fallaba. Suspiré y me senté en uno de los bancos, volviendo a usar el inhalador.

Apoye mis brazos sobre mis piernas y baje mí cabeza, tratando de retomar el aliento.

Subí mí mirada al ver una sombra, era Fede, quien me miraba un poco preocupado-. ¿Estás bien? Recién empezamos y ya te falta el aire.

-Estoy bien, solo me tengo que acostumbrar- me levanté, sintiendo como me empezaba a marear; mí cuerpo se empezó a ir para atrás, el me agarró justo y me sentó en el banco.

-No estás bien, ¡Jazmín trae agua!- pidió, sosteniendome para que no me caiga.

Lleve una mano a mí sien, masajeando está.

El mismo doctor del otro día se encontraba sacándome sangre.

Miré al doctor-. ¿Para que me sacan sangre si lo que tengo son problemas para respirar?- mí mamá me miró.

-Sere, está ocupado.

-¿Por lo menos me van a dar un chupetín?.

-Serena- se quejó mí mamá.

-¿Que? siempre que me sacaban sangre me daban un chupetín- observé como el doctor sacaba el elástico de mí brazo.

-Los resultados de los estudios van a estar dentro de poco- hablo el hombre.

-¿Cuánto tiempo más o menos?- consulto mí mamá.

-Normalmente suelen ser pocos días, apenas los tenga las voy a llamar- asintió, del bolsillo de su guardapolvo saco un chupetín; sonreí.

-Gracias- agradecí.

El negó con una leve sonrisa y se fue.

-Tengo que volver al gimnasio- miré a mí mamá-, deje todas mis cosas ahí- ella asintió.

-Bueno, vamos- me baje de la camilla y salimos del consultorio luego de despedirnos del doctor. Salimos del hospital y fuimos hasta el auto. Me subí en el lado del acompañante, mientras que mamá manejaba.

Luego de unos minutos nos encontrábamos frente al gimnasio-. Vuelvo en un rato, quiero hablar con Fede- ella me miró.

-Bueno, te espero- asintió, apagando el motor del auto. Asentí y deje un beso en su mejilla, abrí la puerta y me baje del vehículo, corriendo para entrar al gimnasio.

Busque a mí profesor con la mirada.

-¿Que te dijeron?- volteé, encontrándome con él, quien estaba cruzado de brazos.

-Me sacaron sangre, nada más- asentí.

-¿Por que no te vas a tu casa a descansar?- consulto, yo negué y me saqué las zapatillas.

-Tengo veinte minutos para repasar y pulir la rutina en las barras- camine hasta el banco en el cual había dejado mí bolso; agarre las calleras y me las puse, raspe estás con la tiza.

-No te entiendo- acotó el, siguiéndome.

-¿Que no entendés?- elevé una ceja, caminando a las barras.

-Hasta hace una hora y media estabas a punto de desmayarte, pero ahora estás acá, queriendo seguir- negó, cruzándose de brazos.

Estire un poco mis piernas-. A la perfección se llega con y sin sufrimiento- alcé mí mirada, viendo la primer barra.

querido cáncer | truenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora