capítulo ocho

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Mis pulsaciones se aceleraron, las lágrimas se acumularon en mis ojos y caí en la realidad cuando mí entrenador me abrazó.

—Sabia que podías con esto Sere, sabía— murmuró en mí oído; sonreí y lo abrace más fuerte.

—Gracias por confiar en mí, gracias por ayudarme a lograr esto— asentí entre sollozos.

—Yo solo aporte mí granito de arena, vos lo convertiste en una playa... Sos la mejor en lo que haces, estoy muy orgulloso— dejo un beso en mí frente y nos separamos—. Ahora anda, recibí la medalla y disfruta de todos ellos— señaló un lugar, me gire y vi a mis familiares, amigos, a las personas que me estaban haciendo el aguante... Sonreí.

—¡Serena Rossi al podio!— anunciaron por los altavoces, sonreí y me pase las manos por la cara, secando las lágrimas que se habían escapado. Caminé hasta el podio, donde me recibieron, colgando una medalla en mí cuello.

—Felicitaciones— me felicitó uno de los jurados, entregándome el trofeo.

—Gracias— sonreí y lo agarré con cuidado; nos sacaron algunas fotos. Saludé y felicité a las demás chicas.

Al ver a Jaz, me colgué de ella, abrazándola.

—¡Te dije!, ¡te lo dije!— chillo emocionada—. ¡Clasificaste, y en primer lugar!

—Clasificamos Jaz, clasificamos— dejé un beso en su mejilla—. ¿Cómo te ves para entrenar sin parar durante todo el mes?— pregunté con una sonrisa, separándome.

Hizo una mueca—. ¿Sin parar?— paso una mano por su frente, fingiendo sacar el sudor—. Todo sea por California amiga— chocamos puños.

Sentí como mis pies se despegaban del suelo, gire un poco mí cabeza, viendo a mí papá, sonreí—. ¡Gane papá!— lo abrace.

—¡Ganaste princesa!— me abrazó y dejo un beso en mí mejilla—. Felicitaciones hija, te amo tanto— mí sonrisa se amplió.

—Gracias pa, yo también te amo— me bajo, abracé a mamá.

—Que orgullosa estoy de vos— me abrazó fuertemente, mis lágrimas amenazaron en salir nuevamente.

—Te amo ma, gracias por apoyarme en todo— murmuré, abrazándola más fuerte; beso mí frente y nos separamos.

Mire a mis hermanas, abracé a Mica, la cual me felicitó varias veces.

Mire a Lucia, mí sonrisa era imborrable—. ¿Te vas a cambiar el apellido ahora?— pregunté divertida, me tiró del brazo y me abrazó.

—Llega a las nacionales y lo negociamos— rió leve, reí con ella.

—Tené por asegurado que llegó— asentí sonriente.

—Lo sé, créeme que lo se— acomodó un poco mí pelo—. Felicitaciones pendeja, lo haces bien— sonrió.

—Gracias feto mal formado, te amo— deje un beso en su mejilla y le di el trofeo—.  Cuídalo con tu vida, es la prueba de que no te tenés que cambiar el apellido— bromee, solté una risita y fui hasta donde estaban los chicos.

—Hola— sonreí, acercándome a ellos. Camilo me abrazó y me elevó en el aire; sonreí y lo abracé por los hombros.

—Felicitaciones enana, la rompiste toda— dejo un beso en mí mejilla.

—Gracias gil, cuando quieras te enseñó— sonreí.

—Si a todo— asintió varias veces y me bajó—. Ahora me voy a felicitar a mí futura novia, la colorada— solté una carcajada y asentí.

querido cáncer | truenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora