capítulo veinticuatro

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..un mes después..

Los días no podían haber sido más tranquilos, y aunque haya tenido que pasar por una segunda operación, al día de hoy ya me encontraba bien.

Hoy se cumplían dos semanas de mí operación en la cual me habían sacado la sonda traqueal. Era bueno, ya podía respirar por mí misma, sin ayuda de ese tubo en la garganta.
Y no solo eso, sino que en la misma operación habían removido mí tumor, y los resultados iban a estar para hoy.

La cicatrización fue rápida, y hoy me encontraba en la clínica, sentada en la camilla con toda mí familia a mí alrededor.

El doctor Gómez entro a la habitación, cerrando la puerta tras él. Suspiré nerviosa, comenzando a jugar con mí anillo.

Lo mire, y no podía descifrar lo que tenía en mente, ya que su cara era neutra.

—Hay resultados malos, y resultados buenos luego de estás operaciones...— comenzó a hablar, y yo mordisquee mí labio inferior, demasiado nerviosa para mí gusto—. Hoy, el resultado es bueno— asintió con una leve sonrisa, y las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos rápidamente.

—¿Eso quiere decir que?...— lo mire, conmocionada.

—Si Serena, el tumor fue removido con éxito. Sos libre del cáncer— sonrió, y yo comence a llorar como si no existiera un mañana.

Mamá se lanzó sobre el doctor, abrazándolo, ya llorando.

Papá me abrazo, y yo me prendí a él.

Hoy sin dudas, festejaba mí mayor triunfo en está vida.
Porque en si, ganar las nacionales era algo grande. ¿Pero vencer al cáncer? La sensación no tenía comparación.

Nos abrazamos los cinco; mamá, papá y mis hermanas.

—Yo les dije que todo iba a salir bien— oí murmurar a papá, y sonreí con emoción, felicidad, y millones de emociones juntas. Pero hoy, todas buenas.

[...]

Salí de la habitación para ir al baño y poder lavarme la cara. Respiré profundamente, alzando mí mirada para verme en el espejo.
Mí pelo ya había comenzado a crecer nuevamente, y aunque no lo tuviera de la misma forma que hace un año; algo era algo.

Sonreí, y salí del baño luego de secarme las manos. Comence a caminar por el pasillo, yendo a la salida de la clinica, ya que mí familia me esperaba allí. Pero frene mí paso al ver a Fabiana.

—Serena... Hola— me sonrió con levedad—. Me enteré tus buenas noticias.

—Si... Pero vos sabiendo sobre el tema, supongo que sabrás que hay muchas probabilidades de que el cáncer vuelva— me encogi de hombros, observándola.

—Me odias, ¿no?— pregunto, ladeando un poco su cabeza.

—No, no odio a nadie. Odiar es malo— respondí, asintiendo.

—Seguime— me hizo una seña, y yo dude por unos segundos, pero decidí caminar detrás de ella.

Ingreso a una habitación vacía, y yo entre tras ella. Dejo la planilla sobre una pequeña mesita, y me miró, para luego comenzar a hablar.

—Está bien, te pido perdón...— asintió—. Sé que esto no puede parecer mucho ahora, pero lo cierto es que te dije esas cosas porque... Hay cosas que resultaron peores por no decirlas— yo frunci mis labios, escuchándola con atención—. Alguien en tu posición, no solo tiene que buscar su recuperación, sino también lidiar con ver a sus seres queridos estar tristes— yo corrí mí mirada por unos segundos, tenía razón—. La ironía es que...— su voz se comenzó a quebrar, y yo volví a mirarla—, trabajo duro para mantener a las personas vivas, y ellos terminan odiandome por eso.

—¿Estás bien?...— estúpida Serena, ¿no había una mejor pregunta?.

—¿Sabés?... Estoy en la hora veintidós de mí turno, y mí gato está solo en mí casa todo este tiempo— yo la mire y solté una leve risa de ternura—. ¡Da, no te rías! Es mí gatito... No te reirías si vieras lo tierno que es— soltó una risa entre lágrimas, sentandose en la camilla. Yo ladee mí cabeza y me senté a su lado, observándola.
Saco un pañuelito descartable de su bolsillo, y se seco las lágrimas—. Mí papá falleció hace una semana— comento, mirando hacia el suelo. Y yo sentí una leve presión en el pecho.

—Lo lamento mucho...— murmuré, posando una de mis manos en su espalda para acariciar la misma.

—Gracias— sonrió sin despegar sus labios y me miró, le devolví la sonrisa.

—¿Y esa fuerte noticia viene después de la del gato?— ella soltó una risa y negó con su cabeza, volviendo su mirada al frente—. Gracias...— solté luego de unos segundos, y ella me miró nuevamente—, por toda tu ayuda— asenti con una leve sonrisa.

—Bueno... Gracias a vos por ablandarme un poquito— yo solté una risa ante su respuesta—. Es raro decirlo, pero, mataste al cáncer, Serena... Buen trabajo— me sonrió, y yo mordí mis mejillas internas.

Que bien se sentía oír eso.

querido cáncer | truenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora