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En un loft de Nueva York, un brujo estaba sentado leyendo un libro, con su gato a un lado.

El sonido de una llaves se llevó su atención, y dejando el libro en la mesita, se levantó y con un chasquido de dedos abrió la puerta, revelando un nefilim de pelo negro, ojos azules y aspecto cansado, cuya cara se iluminó al ver al brujo, y sonrió levemente.

Sin decir nada, el brujo se acercó, lo besó y después lo tomó de la mano para hacerlo entrar, y con otro chasquido volvió a cerrar la puerta.

A mitad de la sala, empezó a quitarle el carcaj, el arco y la chaqueta del equipo de combate, para después proceder a sentarlo en el sillón. Alec sólo se dejaba hacer, de lo cansado que estaba, y se quedó como el brujo lo dejó mientras este guardaba sus armas.

Aunque Magnus quisiera cuidar a su novio como si fuera de cristal, eran pocas las veces que Alec lo dejaba hacer algo por él, y Magnus las disfrutaba y aprovechaba al máximo.

Magnus invocó una pizza, y después volteó a ver preocupado a Alec. Pero Alec se encontraba tan agotado que ni siquiera se fijó en eso, o no le dio importancia.

El brujo, después de alimentar al nefilim como si fuera un bebé, lo llevó cargando a la bañera que preparó con magia, lo desvistió y lo puso dentro. Cuando se iba a retirar el nefilim tomó su mano, y volteó a verlo sin decir nada, pero con una súplica tan clara que no se pudo negar, y procedió a hacerle compañía, mimarlo y bañarlo.

Cuando ambos estuvieron limpios, se envolvió en una toalla y tomó otra para posteriormente sacar a su novio de la bañera, secarlo, envolverlo con la otra toalla y conducir a ambos a su habitación.

Una vez ahí, le dio otra pasada con la toalla y lo recostó en la cama boca abajo, desnudo. Invocó algo de aceite de coco y empezó a darle un masaje, centrándose en deshacer los nudos de tensión en sus hombros y espalda, considerando un logro personal cuando su cazador soltaba suspiros satisfechos.

Terminó con el masaje, lo cobijó y cuando se iba a retirar, volvió a sentir que Alec le tomó la muñeca, pero ahora casi sin fuerzas por el masaje. Volteó y se encontró con una imagen muy adorable: Alec, luchando contra el sueño por tal de verlo a él, poniendo ojos de cachorro.

Magnus, por supuesto, no pudo resistir y, quitándose también la toalla, entró al cama. En cuanto estuvo bajo las cobijas, Alec se acercó hacia él, como atraído por un imán, lo abrazó y recargó su cabeza en su pecho. Magnus, enternecido, rodeó con una mano su cintura y con la otra empezó a jugar con su cabello, hasta que los dos quedaron dormidos, sintiéndose más que felices de estar juntos.

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Actualización porque ya salí de vacaciones, pero irónicamente ahora tengo más cosas que hacer y no sé cuándo actualice de nuevo.

¿Alguna idea para el título?

¿Prefieren relatos cortos o largos? ¿Con o sin diálogo?

Gracias por leer ❣️

One Shots MalecDonde viven las historias. Descúbrelo ahora